Esposa Del Mafioso

By Nineth_5

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Definitivamente ahora si era una relación donde todo es amor, o eso creían. Créditos a la portada: Sofía Tura... More

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FINAL XX
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By Nineth_5


ES UN POCO FUERTE :)
GRACIAS POR SU CARIÑO QUE LE HAN DADO A MIS HISTORIAS 🧡








































Camino detrás de ella quien me lleva agarrado de la mano, veo que nos dirigimos en un pasillo donde hay varias habitaciones y nosotros tomamos la última.

Una vez en la habitación la música es casi inaudible, perfecto. 

— Vamos hermosa, comienza a desnudarte para mí — le sonrió coqueto, sentándome en la cama que hay en medio de la habitación.

No veo ni los detalles ni nada, venimos a lo que venimos.

Veo como sus manos van a su espalda al cierre del vestido, baja los tirantes dejando descubierto sus pechos donde sensualmente pasa sus manos por estos. Termina de quitarse el vestido arrojándolo a un lado quedando solo en una tanga y sus altos tacones.

—¿Quieres hacerlo tú ?— me pregunta tocando los lados de ella.

— Oh vamos, me gusta más verte hacerlo a ti.— me  remojo los labios presionando el inferior en mis dientes.

Su mirada cambia a una más lujuriosa tomando el borde, deslizándola por sus piernas, quedando totalmente desnuda ante mi.

Palmeo mis piernas y esta capta mi mensaje. Quito mi saco arrojandolo a un lado de la cama, me arremango la camisa hasta los codos y desabrocho los primeros botones.

—¿Al parecer es tu esposa?— me pregunta refiriéndose al tatuaje que descansa debajo de mi ojo derecho.

—¿Porqué lo dices?

Levanta mi mano izquierda donde descansa mi argolla.

— Es obvio. — dice acomodándose en mis piernas dejando sus pechos casi en mi cara.

— Es algo que no importa ahora. — susurro cerca de sus labios.

Comienza a besar mis mejillas intenta hacerlo en mis labios, pero no la dejo, baja sus besos hasta mi cuello y sus manos intentando desabotonar mi camisa.

Levanto un poco la mirada hacia la puerta donde es abierta cuidadosamente, la sonrisa maliciosa en mis labios se hace presente.

—Lo siento por la interrupción, pero necesitamos hablar. — habla Matías detrás de ella, quien la toma por el cabello bajándola de mi regazo.

Sus gritos se comienzan hacer presentes en la habitación, y más lo harán si no me dice lo que quiero saber.

Es perfecto que haya escogido la última habitación.

—¡Suéltenme! —grita intentando zafarse del agarre de Matías.

15 de mis hombres rodean la habitación y el resto custodia afuera.

—Como verás, no por gusto acepte venir aquí contigo— le sonrió a un sentado en la cama.

—Maldito imbécil, solo íbamos a follar. — grita

—¿Quién mierda te dijo eso? Yo en ningún
momento te dije que veníamos follar.

Su rostro se vuelve rojo, le indico a unos de mis hombres que hagan lo que ya habíamos planeado antes de venir aquí. La atan en el suelo desnuda, esta forcejea un poco, pero nada de qué preocuparse.

—Cuando sepa Josef que me tocaron los matara.

—Ah al tipo que mataron acuchillazos en el tercer piso. — suspiro viendo como su cara se palidece.

—Eso es mentira. —susurra viendo a todos en la habitación.

— Claro que no, yo mismo le metí dos cuchillos en los ojos cuando no me respondió una simple pregunta. — habla como si nada Dalton.

— Que mierda quieren, déjenme ir.

—Me apiadare de ti solo si nos respondes lo que queremos saber. —me levanto de la cama acercándome a ella.

— Déje... déjenme cambiarme.

Volteo a ver dónde está tirada su ropa y le hago una seña a Matías. Este la recoge y se la tira en la cara.

—Lo harás una vez haya terminado contigo.

Saco un cigarrillo de mi bolsillo con el mechero lo enciendo llevándolo a mis labios inhalando el humo de este, para sacarlo por la nariz.

—Muy bien comenzamos. —digo viéndola.— Dime quien es el hijo de puta que se atrevió a distribuir su droga aquí.

—No.. no se de que me hablas.

—Sabes perfectamente de que te hablo. —aprieto la mandíbula, porque sé que no nos será fácil sacarle la información.

Y soy un hombre de poca paciencia.

—Eres la puta exclusiva aquí, así que tú sabes de quien te estoy preguntando.

—Sí soy la puta exclusiva, solo me acuesto con los hombres ricos y ya. — escupe viéndome fijamente.

— No, tú eres.. bueno…eras la puta exclusiva de Josef así que tú sabes todo los negocios de ese bastardo.

—¡Solo me follaba! — gritahistérica.

—Mira maldita puta comienzas a colaborar o te mando junto con tu querido Josef. — la agarro del pelo.

Comienza a reírse negando con la cabeza.

—No te diré nada estúpido. — escupe mis zapatos.

Doy una gran calada a mi cigarro me agacho para estar más a su altura, le sonrió negando antes de agarrar mi cigarro y enterrarlo en su pecho derecho.

Su grito y lágrimas se hacen presente.

—Muy bien lo quise hacer por las buenas. — sonrió fingiendo pena con mi mano en el pecho.

Vuelvo a encender mi cigarrillo y vuelvo a enterrarlo en su otro pecho y así lo hago hasta dejar todo su pecho marcado.

Joder que satisfecho me siento al ver mi trabajo.

—¿Y ahora hablaras o no? —le pregunta Matías que esta aun lado de mí.

— Púdranse. —logra susurrar en medio de su llanto.

Matìas voltea a verme y nos escogemos de hombros.

—Solo... quiero ver... la cara... de tu querida esposa... cuando se entere que... estuvimos a punto de follar— sonríe viéndome.

Estampó mi palma en su cara que queda totalmente volteada y rojiza, hasta le escurre un hilo de sangre por la nariz.

—No te atrevas a mencionar a mi mujer en tu sucia boca. — gruño pateándole las costillas.

Lo hago una y otra vez hasta que la mano en mi hombro hace que me detenga.

—Primero necesitamos que nos diga el nombre, ya después puedes matarla. —me calma Dalton.

—Te lo preguntaré una sola vez, dime el maldito nombre del sujeto que está distribuyendo su droga aquí. —la sostengo del cabello.

Se queda en silencio sin decir nada solo sus sollozos se escuchan pero es algo que no me sirve.

—Muy bien —susurro.

Uno de mis hombres se acerca con un tubo grueso en sus manos, los demás agarran a la puta para abrirle las piernas y sostenerla bien. Les hago una seña para que continúen.

— No que harán, ¡suéltenme! — comienza a gritar al ver lo que mis hombres le harán.

Sus gritos desgarradores comienzan a escucharse cuando le introducen el tubo por su parte, grita, llora, patalea. Oh vamos, quise hacerlo por las buenas.

—Mi señor. —se levantan para dejarme ver lo que han hecho.

Hago una mueca de asco al verlo, la sangre también está presente.

—Eres…un maldito enfermo. — escupe tirada en el suelo.

—¿Oh esto? — Señaló hacia ella— no es nada de lo que estoy acostumbrado hacer— le sonrió cínico.

Mis hombres la vuelvan agarrar ahora de los brazos y pies. Uno de ellos tiene unas tijeras de jardinería y esta al verlo comienza a negar.

—No...no...no.— grita histérica al ver cómo le sostienen uno de sus pezones con las tijeras.

Solo esperando mi indicación.

—¿Hablaras? —vuelvo a preguntar, pero ¡carajo! Solo se queda callada.

Asiento hacia mi hombre y este deja cerrar la tijera, su grito se escucha por toda la habitación al igual que sus súplicas que la dejemos, solo veo, enciendo un cigarrillo como la sangre mancha su cuerpo.

Vuelvo a asentir para que le hagan lo mismo con el otro pezon.

—Jodida mierda. —susurra a un lado mío Matías.

Una vez han terminado vuelvo agacharme a su altura, viendo como está casi a desmayarse. Palmeo su rostro para que me vea y no cierre los ojos.

—Ya sabes lo hijo de puta que puedo llegar hacer, así que te sugiero que hables antes que continúe. —  dejo caer el humo del cigarrillo en su cara.

Niega como puede, ruedo los ojos, esta mujer sí que es estúpida.

Estiro mi mano y dejan otro tubo un poco más grueso en mis manos, esta vez lo haré yo, ya me colmo la paciencia.

Mis hombres siguen sujetándola indico que le volteen dejando su culo hacia mí, donde le abren las nalgas dejando su agujero expuesto y por sus sollozos creo que ya sabe lo que pasará.

— No...no.

— Habla— gruño desesperado.

Solo escucho sus sollozos algo que no quiero oír.

Sin piedad entierro el tubo en su culo, dejándolo por la mitad lo saco y vuelvo a metérselo un poco más profundo, este se mancha rápidamente de sangre, pero sus gritos se dejaron de escuchar.

—Creo que se desmayó.— dice Dalton sujetando su cara para examinarla.

— Maldita perra— pateo su cuerpo levantándome.

— Tírenle agua o algo para que despierte. — les indico y estos asienten.

Me paso desesperado la mano en mi pelo, esto nos salió más difícil de lo que pensábamos.

— Que puto asco. — dice Matías viendo mi mano que pase por mi cabello.

Le saco el dedo medio fingiendo una sonrisa.

Dirijo otra vez mi mirada, viendo como le tiran unas cubetas de agua que contienen hielos también, que efectivos son mis hombres.

—Ya... déjenme. — vuelve a susurrar.

Sus ojos se abren solo un poco y al verme comienza a llorar fuerte.

—Te... te diré quién es... pero, por favor... ya no me hagas nada. — me suplica.

— Por Dios que te costaba decir eso desde un principio. — suspiro estirando mis brazos hacia el cielo.

— Su... su nombre es Kyler.— susurra dejando a todos atónitos.

— ¿Como es? Sabes su apellido.— pregunto apretando mis puños a los costados de mi cuerpo.

— Sí... es alto de... cuerpo algo ancho... ya no recuerdo bien— solloza cerrando los ojos— Su apellido.... sí sí... es Jones. — logra decir entre sollozos antes de caer nuevamente desmayada.

Estampó mis puños en la pared, desgarrando un poco mis nudillos.

—Maldito hijo de perra. — gruño furioso.

— Así que el inglés quiere quitarte tus clientes— habla Dalton viendo a la nada.

—Sobre mi cadáver.

— ¿Que harás? ¿Quieres que comience a buscar su paradero? — dice Matías colocándose al lado de Dalton.

—Hazlo, pero tráiganmelo vivo yo mismo me encargaré de cruzarlo al otro mundo. — sonrío sobando mi mandíbula.

—Mi señor que hacemos con ella— preguntan, viendo el cuerpo inerte de esa puta.

— Me apiadare de ella— me encojó de hombros— déjenla, así como esta en un callejón, alguien tal vez la ayude. — sonrío malicioso.

Agarro mi saco y salgo de la habitación con Matías y Dalton detrás de mí, ya mis hombres se encargarán de limpiar y no dejar un rastro de nosotros en este bar.

Jodida noche.

**
DACOTA

— ¿El señor no desayunara? — me pregunta Dalia sirviendo mi desayuno.

Es la chica nueva, Nana dijo que estaba aún de prueba le conté sobre lo que pasó en el despacho inmediatamente quiso correrla, pero no la deje, tal vez la chica tiene necesidad del trabajo entonces le dio otra oportunidad más.

— Aún está durmiendo. — le agradezco una vez me ha terminado de servir.

— Sí entro ya de madrugada a la mansión. —dice haciendo que la vea confundida.

—¿Como sabes eso? ¿Estabas despierta? — pregunto viéndola. —¿Sabes que los empleados tienen prohibido merodear la casa después de las 11?

—El señor no me lo ha dicho. —sonríe apenada.

—Pues yo te lo estoy diciendo ahora, así que no quiero que se vuelva a repetir o tendré que decirle a mi esposo y no correrás con mucha suerte.

—Entiendo. —susurra dándome una sonrisa de lado saliendo del comedor.

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