Lo que nos cuentan las estrel...

By belkistorrs

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INCLUIDAS LAS TRES PARTES DE LA TRILOGÍA ESTRELLAS Jade Reeve siempre ha evitado las fiestas, y los problema... More

Lista de reproducción:
Parte 1: LO QUE NOS CUENTAN LAS ESTRELLAS
Capítulo 1:
Capítulo 2:
Capítulo 3:
Capítulo 4:
Capítulo 5:
Capítulo 6:
Capítulo 7:
Capítulo 8:
Capítulo 9:
Capítulo 10:
Capítulo 11:
Capítulo 12:
Capítulo 13:
Capítulo 14:
Capítulo 15:
Capítulo 16:
Capítulo 17:
Capítulo 18:
Capítulo 19:
Capítulo 20:
Capítulo 21:
Capítulo 22:
Capítulo 23:
Capítulo 24:
Capítulo 25:
Capítulo 26:
Capítulo 27:
Capítulo 28:
Capítulo 29:
Parte 2: ¿Y SI TODOS FUÉRAMOS ESTRELLAS?
Prólogo:
Capítulo 1:
Capítulo 2:
Capítulo 3:
Capítulo 4:
Capítulo 5:
Capítulo 6:
Capítulo 7:
Capítulo 8:
Capítulo 9:
Capítulo 10:
Capítulo 11:
Capítulo 12:
Capítulo 13:
Capítulo 14:
Capítulo 15:
Capítulo 16:
Capítulo 17:
Capítulo 18:
Capítulo 19:
Capítulo 20:
Capítulo 22:
Capítulo 23:
Capítulo 24:
Capítulo 25:
Capítulo 26:
Capítulo 27:

Capítulo 21:

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By belkistorrs

Estaba siendo una semana de locos. Todo se había venido arriba de un momento a otro.

O sea, hagan de cuenta que estábamos de lo más normal hoy, y al día siguiente toda la locura que viene en consecuencia con los planes de la boda se nos vinieron encima.

Por esos días Jed y yo estuvimos corriendo de un lado a otro organizando todo; teníamos a mis mejores amigos, a mi hermano, mi padre e incluso los padres de Carla, ayudándonos con todo el tema de la organización, pero aún así me sentía muy estresada. A mi prometido parecía divertirle verme en crisis, porque se mantuvo todo el tiempo de un buen humor que te mueres, mientras que yo estaba que podía morirme de combustión espontánea en cualquier momento.

Pero, igual, no podía quejarme, todo estaba yendo muy bien.

Enderecé la espalda para aliviar un poco el pequeño dolor que me causó estar doblada acomodando la parte de abajo del vestido, y segundos después, salí del probador. Fuera, me esperaban Carla -quien ya tenía una enorme barriga-, Ari, Mara y Rose, sentadas a unos metros de distancia.

Fui directamente hasta la plataforma que quedaba justo frente a varios espejos que apuntaban hacia ese punto desde diferentes ángulos. Por el reflejo las pude ver a todas ponerse de pie con expresiones de asombro en sus caras.

- ¿Y?- pregunté, volviéndome hacia ellas.

Sí, nos encontrábamos en la tienda de trajes de novia. Felicidades por ser tan listos.

Nos pasamos media mañana dando vueltas de un lado a otro, entrando y saliendo de todas las tiendas del centro, pero ninguno de los vestidos me había gustado especialmente. Vamos, que quería que fuera perfecto, y creía que por fin lo había encontrado; era justamente ese que llevaba puesto.

Era de color blanco impoluto. La parte de arriba se ajustaba a mi cuello en un fino encaje, que dejaba ver apenas la piel de mi pecho. La prenda se ajustaba a mi cintura como si de un corsé se tratara, y en toda la parte de arriba del vestido, hermosos patrones hechos de encaje adornaban el diseño. Más abajo, la falda quedaba algo más holgada, pero no como si fuera un vestido de los más formales con una terminación abultada, sino que tenía una suave caída hasta el suelo. Además, la parte de atrás era completamente abierta hasta la mitad de la espalda.

Carla se llevó una mano a la boca, y enseguida sus ojos se pusieron vidriosos.

- Madre mía, Jade- Rose se acercó a mí y se detuvo de mí, observándome desde un poco más abajo-. Te ves preciosa, cariño.

Le dediqué una sonrisa de agradecimiento. La verdad es que a mí me había encantado ese vestido en particular. O sea, nada más fue entrar y verlo, y enseguida pedí que me lo dieran para probármelo y, efectivamente, era justo lo que buscaba. Era... sencillamente perfecto.

- Dios, es que está demasiado bella- dijo Carla, sonándose la nariz.

Ari y Mara se miraron la una a la otra y pusieron los ojos en blanco.

- Mapache, no tienes que llorar- señaló la pelinegra-. Te creemos cuando dices que se ve bella.

- Sí, si la estamos viendo y todo- interfirió Mara, asintiendo.

Me reí por lo bajo, al tiempo que negaba con la cabeza.

Y sí, mi mejor amiga estaba peor que una damisela, por todo lloraba. No importaba lo que fuera, si se emocionaba, Carla rompía a llorar como si no hubiera un mañana. También estaban los cambios de humor, lo rápido que se molestaba, o, las veces que se enojaba y al segundo estaba como si nada de nuevo.

Era muy loco.

En ese momento la chica que trabajaba en la tienda, quien se encargó de recibirnos y de asegurarse de ayudarnos, se acercó a donde estábamos.

Tenía el pelo corto más o menos a media espalda, de un tono rubio platinado que hacía que el color blanco de su piel resaltara aún más. Su porte era muy elegante, y siempre estaba con la barbilla en alto, en una postura de pura seguridad.

- Señorita Reeve, si me permite, ese vestido le queda hermoso- elogió ella, dedicándome una pequeña sonrisa-. Me atrevería a decir que está hecho para usted- añadió.

Vale, puede que me estuviera diciendo eso porque su trabajo era vender los trajes sí o sí, pero igual estaba de acuerdo con ella.

- Está decidido entonces- dije, girándome para mirarme en el espejo-. Nos lo llevamos- aseveré, sin ninguna duda.

La chica asintió, satisfecha y se fue a la parte delantera de la tienda. Rápidamente regresé al probador y me quité el vestido, volviendo a enfundarme en mis vaqueros rasgados de mezclilla y mi camiseta negra de mangas. Sí, me había fascinado el vestido, pero la comodidad de mi ropa de diario no tenía comparación.

Unos minutos después salimos de la tienda con la enorme caja que contenía mi vestido de novia, además del velo y los zapatos. La madre de Carla había insistido en pagar por mi traje, nos pasamos más de cinco minutos peleando sobre eso, pero al final me convenció al decirme que ese era su regalo y el de su esposo; sólo por eso acepté.

Decidimos que lo mejor era irnos cada una a su casa. Carla tenía los pies hinchados y yo me moría de hambre, así que eso fue lo que hicimos. Tomé un taxi hasta mi casa, y a duras penas pude subir todos los paquetes hasta el apartamento. Tuve que asegurarme de guardar bien el vestido y los accesorios en algún sitio donde Jed no pudiera encontrarlos, porque lo conocía perfectamente y era chismoso como él sólo, y sabía que no se aguantaría las ganas de ver el traje.

(+++)

Un mes después

Abrí los ojos lentamente cuando un incesante sonido no me dejó seguir durmiendo plácidamente. Cuando me incorporé en la cama aún estaba un poco aturdida, y la llamada que estaba entrando se cayó, o eso creo porque el móvil dejó de sonar sobre la mesita de noche a mi lado.

Miré por la ventana de la habitación y me encontré con que todavía estaba oscuro. Tomé el teléfono y miré la hora; eran las cuatro de la madrugada y la llamada que me despertó era de Jace.

Llevé mis ojos a mi lado, donde Jed seguía durmiendo imperturbable. Me deslicé fuera de la cama, intentando no despertarlo, y salí de la habitación tratando de hacer el menor ruido posible. Cuando estuve en el pasillo marqué el número de mi hermano.

Estaba tan cansada que ni siquiera me preocupé porque me llamara a esas horas. Sólo quería saber qué pasaba, y de ser posible, volver a la cama y seguir durmiendo.

- Enana- dijo apenas contestó.

Me estrujé un ojo al tiempo que avanzaba en dirección a la sala de estar.

- ¿Qué pasa, Jace? ¿Por qué llamas a estas horas?

Justo en el momento en que puse mi trasero en el sofá, Jed apareció por el corredor, bostezando.

- ¿Quién es?- articuló por lo bajo.

Sólo me encogí de hombros porque Jace me respondía en ese instante.

- A Carla se le ha adelantado el parto. Vamos camino al hospital, y la muy dramática me ha dicho que llame a todo el mundo porque, cito textualmente: "de esta se muere"- explicó él al otro lado de la línea, y logré escuchar algo de movimiento en el fondo.

Eso bastó para que me levantara a la velocidad de un resorte.

- Estaremos ahí en cinco minutos- le dije y colgué sin más.

El castaño a unos metros de distancia me miraba expectante.

- ¿Qué ha pasado?- inquirió.

Una sonrisa tonta se instaló en mis labios, mezclada un poco con los nervios que se comenzaban a acumular en la boca de mi estómago.

- Carla está en el hospital- informé-. Los gemelos ya vienen.

(+++)

- ¡AAAAAAAH!

Nada más entramos en la sala de preparto, y lo que nos recibió fue el grito de Carla. Nos guiamos por la voz de mi hermano intentando calmarla para llegar a la cama donde la habían instalado.

Mi mejor amiga estaba toda sudada y con el cabello enmarañado, respirando agitadamente mientras que sostenía la mano de mi hermano con fuerza. Podía verlo por lo blancos que estaban sus nudillos.

- Jade- dijo, soltando un suspiro de alivio-. Ay, Jade de mi vida, ven aquí- pidió dramáticamente.

Al tiempo que me acercaba a ella bajé los ojos para ver mi ropa. Llevaba puesto el pijama y sólo me había cubierto con una chaqueta - ya estábamos en noviembre, así que la temperatura comenzaba a bajar- y un par de tenis, nada más. Jed estaba igual, con el cabello castaño hecho un desastre y su pantalón de pijama de cuadros en negro y rojo puesto.

- Hola- saludé a mi hermano, quien se encontraba en el lado contrario de la camilla. El aludido me regaló una sonrisa cansada.

Le tomé la mano a la castaña, quien parecía estar pasándolo de lo más mal. Pobre, no quería estar en sus zapatos.

Con lo floja que eres capaz y te desmayas con el dolor.

Conciencia, ¿cuándo vas a entender que no soy floja?

Nunca, porque sí que lo eres.

Perfecto, mi mejor amiga estaba a punto de dar a luz, y ahí estaba yo, hablando conmigo misma.

- ¿Cómo estás?- le pregunté, poniendo una mueca.

Ella soltó un quejido.

- Mal, horrible, terrible- respondió apresuradamente-. Es como si me estuvieran partiendo a la mitad en cada ráfaga de dolor- tomó mi mano y cerró los ojos con fuerza, soltando un suspiro.

La observé con preocupación. No se la veía nada bien. Yo ya había escuchado a muchas personas decir que el dolor de parto era de los más horribles, pero era como de esas cosas que no tienen un punto de comparación, y que no sabes cómo se siente hasta que lo experimentas tú misma.

- ¿Cada cuánto tiempo son las contracciones?- le preguntó Jed a su mejor amigo, observando a Carla con la misma expresión que yo.

Mi hermano se pasó una mano por la frente, y de paso se apartó el flequillo que le caía sobre el rostro. Tenía el pelo mucho más largo que hacía meses, al parecer no se lo había cortado en un tiempo. Igual, no se le vía para nada mal.

- Cada veinte minutos- contestó-. El doctor dice que hemos venido muy rápido y que por eso podríamos pasarnos más tiempo esperando hasta que dilate bien. Obviamente, a medida que avance el proceso de dilatación, las contracciones se harán más seguidas.

Madre de Dios, ahora sí que me compadecía de mi pobre amiga.

La aludida alzó la cabeza rápidamente, mirando a su novio con una expresión de puro pavor.

- ¿Me estás diciendo que va a llegar el momento en el que no se me quite este dolor tan horrible?- él sopesó la respuesta por un momento, pero al final asintió-. Jace Reeve, si salgo de esta, te juro por Dios que te mataré con mis propias manos.

- ¿Matarme por qué?- inquirió Jace-. ¿Crees que me gusta verte sufrir?

- No, pero podías al menos haber hecho uno a uno. Por separado- puntualizó ella-. Ahora, aparte de que me saldrán por donde mismo entraron, serán dos a la vez.

Jed a mi lado ladeó la cabeza.

- En realidad... no saldrán a la vez- interfirió.

La castaña le dedicó una mirada asesina.

- Jed, si no cierras la boca, te golpearé con la placenta- amenazó.

Mi hermano mayor se acercó a ella y se posicionó más cerca, con sus rostros casi pegados.

- Cariño, no puedes hacer eso. La placenta sigue dentro de ti- le dijo él.

Gracias a eso se ganó un golpe en el brazo, el cual no fue muy fuerte, pero que cumplió con su objetivo, que era hacer callar a Jace. Sólo pasaron unos segundos en los que nadie dijo nada, después de eso, mi amiga comenzó a gritar otra vez.

- ¡Han vuelto! ¡HAN VUELTO!

Dios, ¿era normal que en esa situación estuviera aguantando la risa? Es que me daban mucha gracia las caras que estaba haciendo mi amiga.

No, concéntrate, que esos que van a nacer son tus sobrinos.

A la castaña le costó un poco más que la vez anterior el recuperarse de la contracción. Poco después entró el médico que iba a atender el parto y nos pidió a Jed y a mí que saliéramos a la sala de espera, ya que le iba a hacer unos exámenes antes de que continuara el proceso de dilatación.

Nos sentamos en las pequeñas sillas metálicas ubicadas en la sala de espera del área de Obstetricia del hospital. No había casi nada por ahí, sólo algunos familiares de lo que me imaginé eran otras chicas que estaban a punto de salir de cuentas, al igual que mi mejor amiga.

- Oye- me llamó Jed-, todo va a salir bien, ¿vale?

Había notado mi preocupación. Es que, de verdad que a Carla se la veía muy mal, y eso no me estaba gustando. A lo mejor eran los nervios por nunca haber estado en una situación parecida a esa, pero tenía una mala sensación rondándome, la cual esperaba que solo fuera eso, y no algo que se pudiera hacer realidad.

- Es sólo que...- dejé caer los hombros al tiempo que mis hombros decayeron a mis costados.

- Te preocupa que algo vaya mal, y eso normal, Chucky- estiró el brazo para poner una de sus manos sobre la mía, que reposaba sobre mi muslo-. Como también es normal que el dolor del parto sea más violento para ella, por ser madre primeriza- puso sus ojos sobre los míos-. Todo saldrá bien, ya verás.

Alzó una de sus comisuras para formar así una pequeña sonrisa que me resultó de lo más tranquilizadora.

Jed tenía razón, las cosas saldrían bien, e irían todavía mejor si no nos poníamos a pensar en que algo estaba mal. Lo mejor era mantener la calma y el pensamiento positivo todo el rato.

- Bueno- suspiré-, sólo queda una semana para la boda- dije, recordando que ya no quedaba nada.

Mi prometido imitó mi gesto, y también suspiró.

- No puedo creer que ya haya estemos tan cerca- admitió-. O sea, el tiempo se ha ido como volando.

Asentí, totalmente de acuerdo con él. Esos meses habían pasado como agua, y ya nuestro casamiento estaba a la vuelta de la esquina.

Mejor no hablemos de lo increíblemente nerviosa que me tenía eso. En esos días prefería ni mencionar mucho eso.

- ¿Alguna vez creíste que te casarías conmigo?- pregunté con verdadera curiosidad.

- En realidad, una parte de mí siempre esperó estar contigo- respondió después de pensárselo un poco-. No como... casados en sí, ¿entiendes? Es sólo que, en mi cabeza, quería de alguna manera que fueras tú esa persona a la que viera al despertar por el resto de mi vida- se encogió de hombros.

- ¿Cómo es que jamás me di cuenta de que yo te gustaba? No logro entender cómo es que nunca me di cuenta- murmuré, totalmente confundida.

El castaño resopló.

- Honestamente, no era que me gustaras exactamente- aseveró, poniendo una mueca.

Fruncí el ceño, al tiempo que me acomodaba en mi lugar para mirarlo mejor.

- ¿Perdona?- alcé una ceja.

Jed se encogió de hombros, como si no tuviera ninguna buena explicación.

- ¿Qué estás diciendo? ¿Que no sentías nada por mí, ni siquiera atracción?- inquirí, algo molesta.

- A ver, Chucky. Yo te quería. No dije que no sintiera nada por ti, sólo que no era atracción precisamente lo que sentía, es todo- me señaló-. No pongas en mi boca palabras que yo no he dicho.

Chasqueé la lengua, rendida. Él tenía razón, estaba siendo paranoica, pero es que esa era la semana más estresante de toda mi vida. Ya bastante tenía con saber que sólo quedaban siete días para casarme con Jed -al fin-, y entonces, se le sumaba el parto adelantado de Carla.

Obviamente era más estrés que persona. Y obviamente, la pagaba con todo el mundo, más específicamente con Jed.

- Lo siento, cariño. Por favor, no me lo tengas en cuenta- me disculpé, tomando su rostro entre mis manos-. Es toda la presión de estos días.

Mi novio puso sus manos sobre las mías en su rostro, y me dedicó su ya acostumbrada media sonrisa.

- Ya lo sé, cielo, y de verdad, no me lo tomo en serio. Sé que estás muy alterada- me calmó.

Nos pasamos las siguientes dos horas sentados ahí, esperando a tener noticias, pero sólo sabíamos que todavía no era momento de que mis sobrinos nacieran. A eso de las cinco de la mañana, mi hermano salió del área de preparto y nos dijo que nos fuéramos a casa, porque la cosa pintaba para largo. No quise marcharme, así que Jed se quedó conmigo.

No sé en qué momento, pero en una de esas, puse mi cabeza sobre el hombro del castaño, y caí en un profundo sueño.

------------------
¡Holissssss! (*el público la abuchea*)
¿Cómo están, bellos y bellas?
Los he extrañado mucho mucho en estos días, pero ya estoy aquí.

Tengo una noticia que darles, y es que:
LOS ÚLTIMOS CAPÍTULOS DE ESTA HISTORIA YA ESTÁN ESQUEMATIZADOS.
Sip, todo hasta el final de este libro ya está planeado. Déjenme decirles que no se van a decepcionar con el final ;)

Sé que muchos han estado esperando en estos días la actualización de LQVET, pero sinceramente, no he tenido tiempo casi ni para pestañear. No, no es broma.
Estoy a punto de comenzar en las clases presenciales otra vez, y tengo muchas cosas que hacer, además, como les dije quiero terminar primero esta historia, o al menos este segundo libro.

Les mando besos cargados de arcoíris y chocolate❤️

Belkis T.🦋

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