Lo que nos cuentan las estrel...

By belkistorrs

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INCLUIDAS LAS TRES PARTES DE LA TRILOGÍA ESTRELLAS Jade Reeve siempre ha evitado las fiestas, y los problema... More

Lista de reproducción:
Parte 1: LO QUE NOS CUENTAN LAS ESTRELLAS
Capítulo 1:
Capítulo 2:
Capítulo 3:
Capítulo 4:
Capítulo 5:
Capítulo 6:
Capítulo 7:
Capítulo 8:
Capítulo 9:
Capítulo 10:
Capítulo 11:
Capítulo 12:
Capítulo 13:
Capítulo 14:
Capítulo 15:
Capítulo 16:
Capítulo 17:
Capítulo 18:
Capítulo 19:
Capítulo 20:
Capítulo 21:
Capítulo 22:
Capítulo 23:
Capítulo 24:
Capítulo 25:
Capítulo 26:
Capítulo 27:
Capítulo 28:
Capítulo 29:
Parte 2: ¿Y SI TODOS FUÉRAMOS ESTRELLAS?
Prólogo:
Capítulo 1:
Capítulo 2:
Capítulo 3:
Capítulo 4:
Capítulo 5:
Capítulo 6:
Capítulo 7:
Capítulo 8:
Capítulo 9:
Capítulo 10:
Capítulo 11:
Capítulo 12:
Capítulo 13:
Capítulo 14:
Capítulo 16:
Capítulo 17:
Capítulo 18:
Capítulo 19:
Capítulo 20:
Capítulo 21:
Capítulo 22:
Capítulo 23:
Capítulo 24:
Capítulo 25:
Capítulo 26:
Capítulo 27:

Capítulo 15:

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By belkistorrs

No nos dimos cuenta de lo rápido que había pasado el tiempo, hasta que miramos y ya había pasado un mes y algunos días desde que Jace y Carla anunciaron oficialmente que serían padres.

Por otra parte, mi relación con Jed iba mejor que bien. Seguíamos en mi piso en mi piso, él, Simba y yo, como una pequeña familia. Los chicos nos visitaban continuamente y nosotros a veces íbamos a la casa de Jace y mí mejor amiga. Ellos ya les habían contado a los padres de ella, al igual que a nuestro padre. Por lo que nos contaron, al principio fue bastante shockeante para todos ellos, pero lo habían aceptado con toda la alegría.

Jed y mi hermano habían terminado el tercer año de carrera -por fin-, y yo había asistido a su graduación. No fue nada muy glamuroso, sólo les entregaron sus diplomas y demás, pero igual quise estar ahí para acompañar a Jed. Además, me había encontrado con los demás de su pequeño grupo de compañeros de carrera y amigos. Las que más se alegraron de verme fueron las chicas, porque con los chicos no había tenido mucho roce.

Esa mañana justamente, mi padre, Carla, Ari, Nicklas y mi hermano, nos habían invadido la casa con miles de conversaciones indistintas, y demás.

Yo estaba sentada sobre las piernas de Jed, quien ocupaba una de las esquinas del sofá. Ari y Nick estaban peleándose a nuestro lado; la cosa más rara del mundo -nótese el sarcasmo-. Jace y Carla, por otra parte, estaban en la misma postura que mi novio y yo, en uno de los sillones. Como ya era cerca del mediodía -y todos teníamos hambre-, papá se había ofrecido como voluntario para preparar algo de almuerzo para todos, cosa que yo agradecí infinitamente.

- Mírennos, si parecemos jóvenes normales, y todo- bromeó Carla, pasando sus ojos sobre cada uno de los que estábamos ahí.

Ari soltó un resoplido.

- Carla, estás embarazada de casi dos meses; Jade y Jed están viviendo juntos, mientras que el innombrable y yo estamos pasando por un proceso extraño, en el que no se sabe si tenemos una relación o no- aseveró la pelinegra, señalándonos a medida que nos mencionaba-. Pero, tienes razón, mega normal todo- se mofó, poniendo los ojos en blanco.

- Sabes a lo que me refiero- replicó la otra, matando a la morena con la mirada.

Jace le pasó la mano por el brazo haciendo una leve caricia, calmándola.

La miré unos segundos. Como dijo Ari, la castaña estaba cerca de entrar en los dos primeros meses de su embarazo, pero ya un poco se le notaba la pancita. Bueno, al menos yo la notaba, pero sospecho que cualquiera que no lo supiera no podría notar la diferencia, cuando su barriga sólo hacía una diminuta vuelta.

Nicklas se volvió hacia Ari y la miró con el ceño fruncido.

- Oye, ¿y tú por qué me dices así?- inquirió, ceñudo.

- Pues porque es nada más decir tu nombre, y todo mi buen humor se esfuma- replicó ella, como si fuera obvio.

Jed suspiró. Me volví un poco para mirarlo. El castaño tenía el codo apoyado en el reposabrazos del sofá, y su barbilla reposaba sobre su mano.

- ¿Nunca dejarán de discutir?- se quejó, soltando un resoplido de exasperación.

Hice como si me lo pensara por unos segundos, y luego negué con la cabeza. Ari y Nicklas estaban comenzando una pelea, de la cual Jace y Carla eran los espectadores en primera fila.

- Hay cosas que jamás cambian, Jedi. Una de ellas son las interminables discusiones de esos dos- respondí, regalándole una sonrisa-. Creo que tendremos que aguantarlos hasta el final de nuestros días- añadí, mirándolo con severidad.

- Creo que puedo hacer el trayecto más corto y matarlos ahora mismo- replicó de mala gana, observándolos a ambos de reojo-. En serio, si los lanzo por la ventana puedo obligar a los demás a decir que fue un accidente. Eso los silenciaría por siempre- aseguró.

Lo miré mal.

- Ni lo pienses, señor silenciador- le reñí-. Además, las pobres almas del inframundo tendrían que pasarse toda la eternidad escuchándolos discutir sobre a cual de los dos le tocó la celda más caliente del infierno- añadí, ladeando la cabeza.

Mi novio me observó con una de sus cejas enarcadas.

- ¿Por qué crees que se irán al infierno?

- Oh, no lo creo, estoy segura- apostillé, asintiendo repetidamente con la cabeza-. Sus almas están condenadas desde la primera broma pesada que se hicieron cuando teníamos siete años.

Me estremecí por el recuerdo de ese día. Honestamente no quería ni acordarme de lo que sucedió; fue todo muy traumático.

- ¿Qué hicieron?- elevé las cejas, como diciéndole que había sido too much-. ¿Tan malo fue?

- Si te soy sincera, no sé cómo es que todavía se hablan.

- ¿Me vas a contar o no, Chucky?- inquirió, impaciente.

- Puede que algún día, cuando no los tengamos a los dos a pocos centímetros de distancia- informé-. Oye- lo llamé, al darme cuenta de algo-. ¿Qué te pasa?

- ¿De qué?- repitió.

- Desde hace unos días estás medio nervioso- expliqué, señalándolo.

Y así era. No le había preguntado nada en esos días, pero eso no significaba que no lo notara.

- No me pasa nada- contestó, seco.

- Jared...

- No me llames por mi nombre completo, que me desconcentras- se quejó.

Puse una mueca.

- ¿Te desconcentras?- repetí-. ¿Y eso por qué o qué?

El castaño se encogió de hombros.

- Ya te dije que haces que suene malditamente sexy- dijo, como si fuera algo obvio.

Puse los ojos en blanco.

Me estaba intentando de cambiar el tema, y lo peor era que lo había conseguido de una manera malditamente fácil.

Listo, él me logró desconcentrar a mí. Que bello todo.

Eres débil.

No me puedo resistir a sus encantos, ¿vale?

Porque no tratas.

¿Y tú qué sabes? Eres sólo mi Conciencia.

En eso puede que tengas razón.

Pues eso, lo que yo decía. Ahora, fuera de aquí.

- Por cierto- habló él, sacándome de la extraña conversación que mantenía conmigo misma-, ¿desde cuándo te ha dado por llamarme por mi primer nombre?- preguntó, curioso-. Nunca lo habías hecho en toda tu vida, y de repente es lo único que haces- añadió.

Me encogí de hombros.

- Sólo me estoy entrenando para cuando tenga que reñirte por apuntarle afuera del excusado dentro de treinta años- bromeé.

La sola imagen se me hacía de lo más gracioso del mundo, incluso me reí. Me era muy difícil contener las carcajadas por eso.

Me cortó de golpe el hecho de que él no hiciera lo mismo. Lo observé con el entrecejo un poco fruncido.

- Vale, es un mal chiste, pero tampoco me tienes que mirar así- dije en voz baja, algo incómoda.

- ¿Por qué crees que no podré apuntarle bien al excusado?- preguntó.

Vale, me había dejado completamente descolocada, y justo con esa expresión plasmada en la cara, lo miré fijamente.

- Jed, es una forma de hablar- expliqué-. Casi me matas de un infarto- añadí entre dientes.

Fue su turno de mirarme completamente descolocado.

- ¿Por qué?

- No lo sé...- me encogí de hombros-. Pensé que eso de hablarte de una imagen de un futuro tan amplio, te haría sentirte incómodo.

Me sentía estúpida por pensar en esas cosas, y más de esa manera. Pero, que conste que tenía mis motivos, ¿eh?

Sí, era cierto que tiempo atrás hablamos sobre las ganas que él tenía de formar una familia conmigo, sin embargo ninguno de los dos había dicho nada más sobre eso. La peor parte era que a mí sí que me emocionaba la idea de que estuviéramos juntos el resto de nuestras vidas, con la estúpida casa de comercial de detergente de lavanda, y todo. Era absolutamente cursi y tonto, pero era algo que me salía involuntario. En más de una ocasión me había encontrado imaginándome cómo serían nuestros hijos y todo, ¿pueden creerlo?

Pues, lo que yo decía; era estúpida.

- Chucky, pensé que ya habíamos hablado de eso- aseveró él.

Suspiré, incómoda.

Yo misma me había metido en eso, y ya no quería seguir hablando sobre eso. ¿Jed no podía verme con cara de deseos infinitos de muerte?

- Y lo hicimos- me apresuré a decir-. No me hagas caso, debe de ser que el período está a punto de bajarme- añadí con sorna.

Sin embargo él no se inmutó, sus comisuras no se elevaron ni siquiera unos milímetros.

- ¿Por qué siempre le restas importancia a las cosas que sientes y que te preocupan?- interrogó con voz neutra.

Rodé mis ojos, al tiempo que soltaba un resoplido.

- Yo no hago eso- repliqué, cruzando los brazos sobre mi pecho, ofendida.

Espera, ¿lo hacía?

- Sí que lo haces- aseguró, como si hubiera escuchado mis pensamientos-. Venga, vamos. Tengo que hablar contigo sobre algo- dijo entonces.

Me dio un suave empujón para que me levantara de su regazo y al instante él hizo lo mismo.

Los demás se callaron de sus conversaciones, y nos miraron con curiosidad.

- ¿Qué pasa?- preguntó Ari.

Fue Jed el que respondió, así que mi boca se quedó a medio camino de abrirse cuando quise contestarle.

- Jade y yo vamos a hablar un momento a la terraza. Ya volvemos.

Me tomó por la mano y me guió fuera de la sala de estar sin esperar a una respuesta. Creí escuchar alguna queja por parte de mi hermano acerca de que no nos fuéramos a hacer guarradas con ellos en la habitación de al lado, pero no puedo asegurar que fuera eso.

Caminamos por el pasillo, hasta que nos detuvimos unos segundos delante de las puertas dobles con cristales que daban acceso a la terraza. Cuando estaba sola en el piso, rara vez salía ahí, pero a Jed le encantaba sentarse afuera para observar el paisaje de los edificios. Nos pasábamos horas charlando de cualquier cosa, con la brisa cálida de los últimos días de julio golpeándonos, cada día. Se había convertido en algo parecido a una costumbre para ambos.

Fui hasta la baranda del pequeño balcón, la cual estaba franqueada por plantas florales, las que yo misma había comprado para darle un poco más de vida a ese lugar de la casa. Justo encima de nuestras cabezas estaba el balcón trasero del piso que Jed ocupaba antes. En el lado derecho, delante de la pared, había dos sillas plegables de color verde esmeralda, entre las cuales se encontraba una mesita de café circular.

Jed se ubicó a mi lado, girando su cuerpo hacia mí completamente para que de esa manera, los dos quedáramos de frente.

- ¿Por qué crees que no quiero tener un futuro contigo, Chucky?- preguntó, yendo directo al grano.

Me encogí de hombros.

- No es que no lo crea, Jed- me apresuré a responder-. Tú ya dijiste que querías, ¿no es así?

El castaño suspiró pesadamente.

- ¿Entonces por qué sigues dudando sobre eso?- insistió-. ¿Por qué piensas que el hecho de que hagas bromas con respecto a nosotros dentro de quince o veinte años, va a hacer que cambie de opinión?

- ¡Porque me asusta que me abandones, ¿vale?!- exploté, sin poder hacer nada para contenerme-. Me aterra es solo hecho de pensar que podría ilusionarme, que de un día para otro pase algo, y quedarme estancada, ¿no entiendes?- por alguna razón, mis ojos se comenzaron a llenar de lágrimas-. No quiero terminar como tantas mujeres; no quiero acabar como mi madre, por ejemplo, Jed. Yo te amo, es un sentimiento tan fuerte, que a veces incluso me asusta su intensidad- sequé una de las gruesas gotas que empezaban a correr por mis mejillas-. Tengo miedo de que seamos otra de las tantas historias de amor fallidas del mundo- añadí muy bajito.

Todo era cierto. No lo había pensado detenidamente, ni siquiera para mí misma, pero todo era verdad; una demasiado aplastante, incluso para mí.

Jed se había convertido en la persona a la que más amaba, a la única que había amado en toda mi vida, de hecho. Era tan fuerte ese sentimiento, que a veces me hacía dudar sobre lo que realmente era eso; si era realmente amor o ya se pasaba de eso. Y no digo que estuviera loca, pero, quiero que entiendan. Cuando amas a alguien por primera vez tan profundamente como yo amaba a Jed, llega un momento en el que tus propios sentimientos te ahogan, te hacen dudar; y créanme, es lo peor que puede pasarle a cualquiera.

- Jade- me llamó él-. No tienes nada por lo que estar asustada, pero no creas que eres tonta por eso, porque a mí me pasa exactamente lo mismo- aseguró, señalándose a sí mismo-. ¿Crees que no existe una posibilidad de que tú seas quien me abandone a mí? Hay muchas cosas que no sabes sobre mi vida, las cosas que he hecho en el pasado; lo mierda que he sido antes de querer cambiar sólo por ser bueno para ti; digno de tenerte en mi vida por lo que queda de ella.

Arrugué el ceño ligeramente.

- Yo jamás te abandonaría- dije por lo bajo, apartando la mirada.

- Eso no lo sabes. No puedes asegurarlo, Jade- rebatió-. Ya te dije que hay cosas que no sabes sobre mí. Así que, ¿quién te asegura que no te irás?

Lo volví a mirar, totalmente descolocada.

- ¿En serio estas haciendo esto, Jed?- pregunté-. ¿De verdad estás girando la conversación así?

- Yo no estoy haciendo nada- se defendió-. Sólo te digo que también hay posibilidades de que seas tú la que te vayas.

Me reí sarcásticamente. No me podía creer lo que me estaba diciendo, y mucho menos podía creer que estuviera comenzando una pelea por eso.

- ¿Sabes qué es lo que pasa contigo últimamente?- continuó hablando. Me crucé de brazos, pero me quedé en silencio, animándolo a seguir-. Que no tienes miedo de que lo nuestro no funcione, no- negó con la cabeza varias veces-. Lo que te tiene tan aterrada es ser feliz. Por una extraña y maldita razón, te quedas petrificada ante la idea de tener todo lo que siempre has querido, y que puedes tener a mi lado, Jade.

No me dejó decir nada, dio media vuelta y se fue de la terraza, en dirección al interior del piso.

- ¿A dónde vas?- pregunté, yendo detrás de él.

- Necesito tomar el aire.

- Ya, claro. Porque recién estábamos dentro de un fuerte bajo tierra, ¿no te jode?- inquirí sarcásticamente.

No se detuvo, y antes de que me pudiera parar para no estarlo siguiendo como una idiota, ya habíamos llegado a la sala de estar. Todo el mundo se calló al instante. Jed por su parte, fue hasta la puerta. Agarró su chaqueta de los ganchos de la pared que estaban a pocos pasos de la puerta, y tomó sus llaves.

- ¡Jared!- lo llamé.

Eso lo hizo reaccionar. Se giró hacia mí muy lentamente.

- ¿A dónde vas?- pregunté, con las manos puestas sobre la cadera.

El castaño me dedicó una fría y amarga mirada.

- A darte tú espacio, Jade. Para ver si así piensas en lo loco que suena eso de que yo te abandonaré- se acercó a mí, quedando muy cerca. Bajó su rostro y lo dejó a centímetros del mío-. Y métete en la cabeza que no te voy a dejar por ningún jodido motivo. Eres el amor de mi vida, ¿si lo entiendes? Te amo, Chucky.

Me sentí indefensa y susceptible. No necesitaba quedarme sola para darme cuenta del grave error que había cometido. Por primera vez era Jed el que lo estaba haciendo todo perfectamente, y yo tenía todas esas inseguridades.

- Entonces no te vayas, no así- pedí.

Él me pasó un brazo por detrás, y me atrajo hacia su cuerpo. Depositó un suave beso en mi frente, el cual hizo un poco más de presión de la necesaria.

- Tengo que hacer algo- dijo cuando nos separamos-. No te preocupes, todo está bien- aseguró, aunque no se le veía muy convencido de ello.

Me miró por unos segundos más y luego salió del apartamento, dejándome con un terrible sentimiento de culpa después de irse. Suspiré y fui hasta la sala. Los demás estaban escuchando, como era obvio, pero apenas me vieron entrar, disimularon y empezaron a hablar de cualquier cosa.

Bien, la había cagado.

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Hola, criaturitas :D
¿Cómo están? Cuéntenme, ¿cómo estuvo su día?

Como siempre, espero que les haya gustado este capítulo, lo escribí con todo el amor del mundo.
Sé que se deben de estar cocinando su propio odio, pero aquí quería demostrar lo que muy pocas veces vemos en este tipo de historias, y es el miedo que nos provocan los sentimientos. Sí, eso es real, amigos, y es algo que sucede más a menudo de lo que creen.
Además, también está ese... cliché, de que la relación va bien hasta que el chico la arruina; pero está comprobado que también podemos ser nosotras ;)
Sólo quería romper un poco con los estereotipos, como hacemos aquí jeje...

Les mando besos cargados de arcoíris y chocolate❤️

Belkis T.

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