Lo que nos cuentan las estrel...

By belkistorrs

79.4K 9.5K 4.7K

INCLUIDAS LAS TRES PARTES DE LA TRILOGÍA ESTRELLAS Jade Reeve siempre ha evitado las fiestas, y los problema... More

Lista de reproducción:
Parte 1: LO QUE NOS CUENTAN LAS ESTRELLAS
Capítulo 1:
Capítulo 2:
Capítulo 3:
Capítulo 4:
Capítulo 5:
Capítulo 6:
Capítulo 7:
Capítulo 8:
Capítulo 9:
Capítulo 10:
Capítulo 11:
Capítulo 12:
Capítulo 13:
Capítulo 14:
Capítulo 15:
Capítulo 16:
Capítulo 17:
Capítulo 18:
Capítulo 19:
Capítulo 20:
Capítulo 21:
Capítulo 22:
Capítulo 23:
Capítulo 24:
Capítulo 25:
Capítulo 26:
Capítulo 27:
Capítulo 28:
Capítulo 29:
Parte 2: ¿Y SI TODOS FUÉRAMOS ESTRELLAS?
Prólogo:
Capítulo 1:
Capítulo 2:
Capítulo 3:
Capítulo 4:
Capítulo 5:
Capítulo 7:
Capítulo 8:
Capítulo 9:
Capítulo 10:
Capítulo 11:
Capítulo 12:
Capítulo 13:
Capítulo 14:
Capítulo 15:
Capítulo 16:
Capítulo 17:
Capítulo 18:
Capítulo 19:
Capítulo 20:
Capítulo 21:
Capítulo 22:
Capítulo 23:
Capítulo 24:
Capítulo 25:
Capítulo 26:
Capítulo 27:

Capítulo 6:

584 72 1
By belkistorrs

Maratón 2/2

No sabía qué decir, como me había pasado el día anterior cuando me lo encontré. Siendo honesta, pensé que el shock de tener a Jed frente a mí iba a pasar después de que lo viera por primera vez, pero en ese momento estaba exactamente igual que antes.

- Jade- me llamó, sacándome de mi ensoñación.

Dios, había olvidado lo bien que se escuchaba mi nombre cuando él lo pronunciaba, pero, ¿por qué tenía que ser así? ¿Por qué cada maldita cosa que tuviera que ver con Jed Thompson me gustaba tanto?

No lo sabía, pero lo odiaba.

- ¿Te has mudado a este edificio?- repitió.

Sacudí la cabeza para salir un poco de mi pequeño trance.

- Sí- respondí secamente. Aproveché para cruzar los brazos y así tapar un poco la apertura que quedaba en la bata justo donde comenzaba el canalillo-. ¿Por qué?- inquirí, retomando el control de mis emociones otra vez.

No era momento de ponerse débil, no con él delante, al menos.

Pensé que el tono tan arisco en el que le hablé iba a hacerlo enfadar, o al menos ofenderse y dejarme en paz, pero obtuve la reacción opuesta: comenzó a reírse. Sí, se estaba riendo. A carcajadas. De mí.

Que hermoso todo.

- ¿Hay algo gracioso en alguna de las tres palabras que dije, o...?- inquirí, molesta y confundida a la vez.

El castaño apretó los labios y negó varias veces con la cabeza. Se le notaba que quería seguirse riendo, pero ya debía de tener claro que habían altas probabilidades de que lo golpeara si lo hacía.

- Tu madre está dentro, pasa- apremié, haciéndome a un lado para darle espacio.

No se movió, lo que hizo que lo mirara con las cejas elevadas.

- ¿Qué?- espeté.

- ¿Me estás invitando a entrar a tu casa?- preguntó, señalando hacia el interior-. ¿No se supone que estás enojada conmigo?

Lo miré con los ojos entornados.

Más le valía no empezar a provocarme, porque fácilmente podía partirle la nariz con la puerta.

O hacerle una llave de las que me habían enseñado en mi clase de defensa personal en la Academia.

O simplemente darle una patada en los huevos y cerrarle la puerta en la cara.

Habían muchas opciones, y créanme, estaba deseando aplicar alguna de ellas en ese momento.

- Jed, más te vale dejar de hacerte el graciosito y entrar de una puta vez- escupí, molesta.

El castaño me frunció el ceño y me miró con severidad.

- No digas groserías.

- Digo lo que me salga de los ovarios- repliqué-. ¿Vas a pasar o no? Porque tengo una invitada- mencioné, a modo de recordatorio.

Soltó un largo suspiro, pero no dijo nada más. Pasó por mi lado, y juro que pude sentir la calidez de su cuerpo contra el mío; tuve que hacer acopio de todas mis fuerzas para no apartarme con brusquedad. Cerré la puerta y lo seguí hasta la sala.

- ¿Jed?- su madre frunció el ceño cuando lo vio ahí. Él sólo elevó una de sus comisuras como saludo.

Sí, nadie lo invitó pero aquí está.

Hice como si él no estuviera presente y me fui a sentar al sofá, donde estaba antes. Pero, claro, no me iba a dejar en paz. No podía sentarse en el sillón junto a su progenitora, no, sino que se colocó a mi izquierda en el mueble.

Estaba a una distancia considerable -a varios centímetros; no es como que el sofá fuera tan largo-, pero yo sentía la piel de mis manos quemar, por lo cerca que lo sentía.

- Hijo, Jade es la nueva vecina, ¿te lo puedes creer?- comentó Laura, rompiendo el silencio.

- Es toda una novedad- comentó él.

Su madre no pareció afectada por sus palabras, es más, dudo que se haya dado cuenta del tono irónico que adquirió su voz.

- ¿No lo sabías?- le preguntó ella.

Oh, no. ¿Acaso esa mujer sabía que habíamos estado juntos?

Madre mía, las manos me estaban comenzando a sudar. Si alguien hacía algún otro comentario, moriría de combustión espontánea.

- Jace y yo no hemos hablado mucho estas semanas, mamá- respondió el castaño, dedicándole una mirada de no quiero hablar de eso, a su madre.

Nunca lo admitiría, pero lo agradecí. Aunque, repito, jamás lo diría en voz alta. Mi orgullo no me lo permitía.

- Jade, cariño, ¿puedo usar tu baño un momento?- me preguntó Laura entonces.

Asentí efusivamente.

- Claro, mire- me puse de pie a su lado con la excusa de indicarle el camino.

En realidad lo hice porque me estaba matando tener a Jed junto a mí y no poder alejarme, o bueno, ya que estamos, lanzarme por la ventana.

Le doy las instrucciones rápidamente y Laura sale rápidamente en esa dirección, no sin antes agradecerme por eso.

Cuando vuelvo a sentarme, el salón de estar se queda sumido en un largo y tenso silencio. No me volteé, pero podía sentir su mirada clavada en mi perfil.

¿Por qué me miraba tanto? ¿Le gustaba hacerme sentir incómoda, o qué?

- ¿Quieres una foto?- le espeté, girándome hacia él.

Una de sus comisuras se elevó y formó una media sonrisa, de esas tan sexys que me derretían por completo.

No, debía ser fuerte para no volver a caer. Es más, no podía volver a caer.

- Prefiero verte a ti que mirar una foto- contestó, como si nada, totalmente ajeno al remolino de emociones que esas palabras causaron en mi interior.

¿Por qué me seguía afectando tanto? No debería de ser así, yo no debía sentir nada por él.

- Bueno, pues lamento decirte que dejes de mirarme así- repuse, recuperando la seguridad de mi voz.

- No es algo que quiera hacer cuando te ves así de hermosa.

Sentí mis mejillas encenderse, por lo que tuve que girar el rostro para que no viera mi estúpida reacción.

¡¿Qué demonios pasaba conmigo?! ¡Yo lo odiaba, no podía estarme sonrojando por cualquier tontería que saliera de su boca!

- Jed...- le dije como un regaño.

Necesitaba que se detuviera, me estaba matando, sólo que no se diría por supuesto.

- Sólo digo la verdad- se encogió de hombros, despreocupado-. Por cierto- añadió, haciendo un gesto que indicaba que acababa de acordarse de algo-, creo que esto es tuyo.

No entendí muy bien de lo que hablaba, hasta que sacó mi celular de uno de los bolsillos de su pantalón negro de mezclilla. Me lo entregó y lo tomé rápidamente, sintiendo que todo el alivio del universo se instalaba en mi cuerpo.

- ¿Dónde lo encontraste?- pregunté, un poco más emocionada de lo que debería.

- Ayer en la mañana me golpeaste con él, ¿recuerdas?- apuntó, sonriendo de medio lado.

Puse los ojos en blanco.

- Te mereces mucho más que un golpecito con el móvil- repliqué, soltando un resoplido.

De repente, su semblante cambió y se tornó más serio, más... sombrío.

- ¿No piensas perdonarme nunca?- inquirió a su vez.

Un nudo se formó en la boca de mi estómago al escucharlo decir eso, aunque no lo demostré. Todavía estaba enojada, y mucho.

- ¿En serio me lo preguntas siquiera?- interrogué, enarcando una ceja.

Jed se encogió de hombros.

- Sólo quiero saber cuánto tiempo tendré que aguantar las ganas de besarte, Chucky- contestó como si fuera obvio.

Pude sentir muy claramente cómo mis pulmones dejan de procesar el aire que entra por mi nariz, y me paralizo; simplemente no puedo decir nada o actuar con respecto a eso.

No, eso no estaba bien. Él debía alejarse y dejarme en paz, así era como las cosas funcionarían.

- Mira, Chucky, sé que arruiné lo que había entre nosotros, pero si me dejas explicarte, contarte mi versión de la historia...- se detuvo abruptamente cuando subió sus ojos a los míos-. ¿Estás llorando?- preguntó, frunciendo el ceño.

Sólo cuando lo menciona me doy cuenta de que es cierto. Mis ojos se habían llenado de lágrimas, e incluso algunas caían por mis mejillas. No me había dado cuenta por lo rápido que estaba maquinado mi mente.

- Basta, Jed- lo corto-. Y quédate ahí- añado cuando lo veo con intenciones de acercarse y tocarme la cara.

Su mano se detuvo a medio camino y formó un puño con ella, después la bajó lentamente.

- ¿Por qué me haces esto?- inquirí, con mi voz rompiéndose un poco más en casa sílaba.

- No te estoy haciendo...-

- Sí, lo haces, y lo peor es que lo sabes, pero continúas- dije, cortando lo que sea que fuera a decir. Ya iba siendo mi turno de hablar-. No te bastó con hacerme mierda, ¿ahora tampoco puedes dejarme en paz de una maldita vez? Estoy harta de esto- resoplé, secándome las lágrimas con el dorso de la mano.

Él frunció el ceño, pero mantuvo su expresión impasible.

- ¿Qué es lo que estoy haciendo exactamente?

- ¡Esto!- nos señalé a ambos-. Siempre regresas, una y otra vez, y no me dejas avanzar. Me mentiste, Jed. Me lastimaste como nadie lo había hecho nunca, ¿por qué no te acaba de entrar en la cabeza de una vez por todas?- le espeté.

Ya no podía más con esa cercanía, así que me puse de pie y me alejé unos pasos del sofá. Él no tardó en hacer lo mismo, sólo que se quedó parado en el mismo lugar.

- Si sirve de algo- habló entonces en un tono muy bajo-, lo que menos quería en este mundo era hacerte daño a ti precisamente.

Sorbí por la nariz.

Me sentía patética por estar llorando delante de Jed, a pesar de que me había jugado a mí misma que no lo haría, pero es que en ese momento nos separaban miles de kilómetros y ahí sí que era fácil decirlo; ya con él a tan sólo unos pocos pasos, la cosa cambiaba bastante.

- Pues no sirve de nada- repuse, volviéndome completamente para mirarlo-. Lo nuestro fue un error, y créeme, uno de los peores que he cometido jamás- informé, tratando de sonar lo más hiriente posible.

Mi lado vengativo se puso más grande cuando vi sus ojos ser traspasados por un reflejo de dolor.

- ¿Te arrepientes de haber estado conmigo?- inquirió, mirándome fijamente.

Era la segunda vez que le veía esa expresión tan destrozada -la primera había sido la noche en la que lo dejé-, y él no era realmente consciente de lo mucho que me dolía verlo así tan... abatido.

Que si me arrepentía, dice. ¡Pues claro que no! Con Jed había pasado muchos de los mejores momentos de mi vida, pero aún así, las palabras de Cristina seguían haciendo eco en mi mente cada vez que me dejaba llevar un poco cuando estaba delante de Jed.

Con ese pensamiento, alcé la barbilla y lo miré con toda la neutralidad que pude, para decir:

- No sabes cuánto me arrepiento.

Lo destrocé, lo sé por la manera en la que me miró, por cómo sus hombros decayeron, por la forma en la que sus manos formaron puños a sus costados.

Lo sé porque a mí también me destrozó haberlo dicho.

Por unos segundos ninguno de los dos dijo nada, sólo nos miramos el uno al otro en completo silencio.

- Entonces, en ese caso, te dejaré en paz de una maldita vez, como tanto deseas- aseguró, apretando los dientes.

No me dio tiempo a responder porque, cuando reaccioné, ya había salido del apartamento dando un portazo.

Segundos después, Laura regresó a la sala de estar. Su ceño se frunció un poco cuando me vio ahí sola y de pie.

- Jade, cariño- me llamó después de aclararse la garganta-. Ha sido un placer verte, y estoy muy feliz de tenerte como vecina, pero ya debo irme- informó-. Lissa debe de estar trepando las paredes por haberse quedado sola- añadió, sonriendo.

No le quise hacer el feo, así que con algo de esfuerzo le devolví el gesto.

- Ya sabes que estoy a unos metros de distancia, si necesitas cualquier cosa- dijo, y sé que se refería a si quería hablar de lo que había pasado minutos atrás.

Dios, que vergüenza. Laura debió escucharnos a Jed y a mí.

- Buenas noches, querida- se despidió, y se fue animadamente.

Obviamente había visto mis ojos y nariz roja, sólo que era demasiado educada como para mencionarlo.

Cuando escuché la puerta principal cerrarse, dejé salir una larga respiración y me desplomé en uno de los sillones individuales. Me tardé un rato para calmarme, y cuando lo hice, recogí el celular del sofá y me fui a mi habitación.

Estaba agotada tanto física como emocionalmente, y lo único que deseaba era dormir. Incluso aplacé la llamada a mis amigos para el día siguiente; mi tristeza era demasiada como para fingir que no pasaba nada.

Después de que me cepillé los dientes deshice la cama y me metí bajo las mantas, sin molestarme en cambiarme de ropa o secarme el pelo. A medida que me quedaba dormida no pude remediar sentirme culpable por lo que le dije a Jed. Incluso me pregunté si había hecho mal.

Todo, hasta que un profundo y agitado sueño se apoderó de mí.

------------------
He escrito dos capítulos en un día. Ámenme❤️
¿Cómo están, pequeñas personitas? Yo aquí, con frío y sin cierto alemán sexy que conozco para que me abrace, en fin, los hipopótamos😂😂😂
Okno.

Espero que les haya gustado mucho este pequeño maratón, intenté hacerlo lo más entretenido posible *pausa para aplausos*. Así que denme amor, que me lo merezco😌

Por cierto, ¿a quién más se le cayeron las brag... babas, cuando el Jed se puso en plan romántico?😏
Digan presente😉

Les mando besos cargados de arcoíris y chocolate❤️

Belkis T.

Mis redes aquí:
IG: @belkis_torrs
@just.belkis
TWITTER: @belkistorrs
TIKTOK: @belkistorrs

Continue Reading

You'll Also Like

17.1K 616 27
Lucía, una mamá con tres hijas se muda con un chico que ha conocido llamado Diego, se van a casar y sus hijos irán a vivir a la casa de su nuevo padr...
673 58 5
"Quiero ser el instrumento roto de tu historia de amor".
746K 52K 65
Emilia Matthews es una amante jugadora del fútbol, no piensa en otras cosas más que en entrenar y ganar sus partidos, en su vida no importa otra cosa...
17K 1.6K 25
SEGUNDA PARTE de la bilogía: No es suficiente. Sophia ama la escritura, pero Sebastián no. Él ama dedicarle canciones, y no imaginó que algún día...