Lo que nos cuentan las estrel...

By belkistorrs

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INCLUIDAS LAS TRES PARTES DE LA TRILOGÍA ESTRELLAS Jade Reeve siempre ha evitado las fiestas, y los problema... More

Lista de reproducción:
Parte 1: LO QUE NOS CUENTAN LAS ESTRELLAS
Capítulo 1:
Capítulo 2:
Capítulo 3:
Capítulo 4:
Capítulo 5:
Capítulo 6:
Capítulo 7:
Capítulo 8:
Capítulo 9:
Capítulo 10:
Capítulo 11:
Capítulo 12:
Capítulo 13:
Capítulo 14:
Capítulo 15:
Capítulo 16:
Capítulo 17:
Capítulo 18:
Capítulo 19:
Capítulo 20:
Capítulo 21:
Capítulo 22:
Capítulo 23:
Capítulo 24:
Capítulo 25:
Capítulo 26:
Capítulo 27:
Capítulo 28:
Capítulo 29:
Parte 2: ¿Y SI TODOS FUÉRAMOS ESTRELLAS?
Prólogo:
Capítulo 1:
Capítulo 2:
Capítulo 3:
Capítulo 5:
Capítulo 6:
Capítulo 7:
Capítulo 8:
Capítulo 9:
Capítulo 10:
Capítulo 11:
Capítulo 12:
Capítulo 13:
Capítulo 14:
Capítulo 15:
Capítulo 16:
Capítulo 17:
Capítulo 18:
Capítulo 19:
Capítulo 20:
Capítulo 21:
Capítulo 22:
Capítulo 23:
Capítulo 24:
Capítulo 25:
Capítulo 26:
Capítulo 27:

Capítulo 4:

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By belkistorrs

- A ver si entiendo.

Carla, en medio de su shock, alzó una mano para detenerme de mi explicación. Sacudió la cabeza antes de hablar.

- ¿Estás diciéndome que te encontraste con Jed en el edificio donde vivirás?- asentí pesadamente-. El maldito bastardo, hijo de puta, cabrón, que te engañó y te rompió el corazón; ¿ese Jed?

Solté una larga exhalación, y volví a asentir una vez más.

Después de haberme pasado unos minutos sentada en esas escaleras, llorando, tomé un taxi y me fui a mi casa. Eran pasadas las diez de la mañana, así que asumí que todos estarían fuera; gran error. Lo primero que hice fue ponerme a lanzar improperios al aire, y Carla, que sí estaba en la casa, me escuchó.

Obviamente no funcionó decirle que no me pasaba nada, no después de que me había cagado en la madre de Jed.

- ¿Y qué hacía ahí?- inquirió.

Me encogí de hombros.

- No tengo ni la más remota idea- respondí-. Lo único que sé es que, cuando las puertas del elevador se abrieron, él estaba dentro- añadí, con mis hombros decayendo a mis costados.

En todo el camino de regreso me la había pasado haciéndome esa misma pregunta. ¿Qué demonios estaba haciendo ahí precisamente?

Entonces, una idea se iluminó en mi mente.

- ¿Jace sigue hablando con él?- le pregunté a la castaña.

Mi mejor amiga resopló.

- Sí- contestó con pesar-. Después de que nos contaste lo que había pasado, y que ese fue el motivo por el que te fuiste, Jace se puso como loco. Fue a buscar a Jed a su piso, casi lo muele a golpes- puso una mueca-. Si no llega a ser porque Ari y yo lo seguimos por el estado en que estaba, lo hubiera matado, fijo.

Un escalofrío recorrió mi espina dorsal de arriba abajo. Le creía, porque yo sabía como solía ponerse mi hermano. Muy pocas veces en mi vida había presenciado situaciones en las que él estuviera realmente molesto, pero esas habían sido suficientes como para saber que mi mejor amiga no exageraba.

- Como sea- volvió a hablar, regresándome a la realidad-. Tenían un proyecto de práctica muy importante de una de las materias de la universidad, así que tenían que pasar tiempo juntos preparándose- explicó ella-. Sólo se veían para eso, y cuando Jace intentaba hablar con el otro sobre lo que había pasado entre ustedes, Jed recogía sus cosas y se iba, y no aparecía hasta el día siguiente.

Puse una mueca.

- ¿Y después?- pregunté, incitándola a que continuara.

Carla largó un suspiro antes de continuar.

- Cuando terminaron lo que tenían que hacer, Jed se fue y nunca más vino aquí- la castaña me dedicó una mirada que no supe interpretar muy bien, y añadió:-. Eso fue hace seis meses.

Mi boca se abrió formando una enorme 'O'.

- ¿Hace seis meses que mi hermano y él no se hablan?- ella asintió.

No pude remediar que la culpa me recorriera. Seis meses desde la última vez que se habían dirigido la palabra. En ese momento me sentí culpable por eso, y es que, en cierta medida, lo era.

Ellos eran los mejores amigos desde... siempre, creo. Y por lo que había pasado entre Jed y yo, se habían distanciado, no sin antes pelearse a los puños por ese motivo. Sin poder evitarlo, recordé la primera conversación que tuve con Jed justo después de que le confesara mis sentimientos, cuando me dijo que no quería arruinar su amistad con mi hermano por un tener algo conmigo.

Al final había tenido razón en eso, porque aunque no me gustara aceptarlo, su relación se había ido al trasto por ese motivo.

- Jade- me llamó mi mejor amiga-, ¿te puedo decir algo, sin que te enojes?- preguntó, con cierto recelo.

Fruncí el ceño por su interrogante, sobre todo por el tono en el que me habló.

- ¿Desde cuándo me pides permiso para decir lo que piensas?- bromeé, en un intento de liberar un poco el ambiente de la tensión que se había formado.

La castaña no se rió, sino que me miró fijamente.
Ladeó la cabeza.

- Quizás desde que gritas improperios, o desde que te pasaste meses en una escuela militar- contestó, sarcástica.

Rodé los ojos.

- Está bien, dime- apremié.

- Creo que Jed sí te quería- soltó entonces-. Es más, por lo que me contaste, puedo asegurar que así sigue siendo.

Me la quedé mirando unos segundos, medio en shock. ¿Acababa de escuchar lo que creía?

- Pues vaya manera de demostrarlo la que tiene- repliqué, algo molesta por su comentario.

Me negaba a creer que alguien que me había hecho tanto daño, pudiera estar enamorada de mí. Vaya, no eso, simplemente sentir algo por mí.

- Jade- Carla suspiró-. Mira, yo sé que estás molesta con él. ¡Diablos, yo también lo estoy!- le pegó al colchón con la palma abierta-. Pero, no puedes pasarte la visa huyendo de él.

Bufé, vacilando sobre lo que me había dicho.

Tenía razón, pero eso no quitaba lo que había pasado, ni mucho menos todo lo mal que me había sentido yo.

- Bueno, entonces en su caso no puede ser más cierta esa frase que dice que, los humanos destruyen lo que más quieren- repuse, de mala gana.

Sacudí la cabeza. No quería seguir hablando de eso, de hecho, el plan inicial era no mencionar lo que había sucedido, pero bueno, así me había ido.

- ¡Dios, Nora!- exclamé de repente.

Carla me miró con el ceño fruncido.

- ¿Qué? No, Jade, soy Carla- replicó ella.

Puse los ojos en blanco a la vez que solté un suspiro.

- No, tonta- negué con la cabeza-. Nora, mi compañera de habitación en la Academia- dije a modo de recordatorio-. Desde ayer no hablo con ella, y quieras saber cómo la lleva sola- le expliqué.

Mi mejor amiga volvió a fruncir el entrecejo.

- ¿Se quedó a pasar las vacaciones en la escuela?- inquirió, haciendo una cara rara y graciosa-. Wow, ustedes los soldados sí que son raritos- farfulló.

Una vez más, rodé los ojos.

- ¡Carla, ya les dije que el hecho de haber ido a una escuela militar, no me convierte en soldado!- exclamé, aturdida.

Me desesperaban, ella, mi hermano y Ari. Se pasaban el día diciendo que era soldado, cuando era obvio que no.

Ya sé, si no quieres ser militar, ¿por qué te fuiste a la Academia Naval, entonces? La verdad, es que ahí me daban la oportunidad de terminar la preparatoria sin tener que repetir y por ende, atrasarme un año entero. Además, Maryland quedaba al otro lado del país; lo suficientemente lejos de Jed y de todos mis problemas.

Sí, como deben de estar pensando: escapé de los problemas, pero siendo honesta, fue lo mejor que pude hacer. Sentía que, si me quedaba en la ciudad, si después de enterarme de... ya saben, seguía viendo a Cristina y a Jes juntos, como si nada hubiese pasado, me iba a poner peor de lo que ya estaba.

Sigo pensando que la mejor decisión fue alejarme de ellos, aunque eso trajo consigo que también me distanciara de las personas que quería en ese período de tiempo.

- Y sí- añadí-. Nora se quedó en la residencia estos meses- añadí, respondiendo a su pregunta de antes.

¿Te refieres a la de antes de que te pusieras toda histérica?

Ajá, esa misma. Gracias, Conciencia.

La castaña frente a mí enarcó una ceja.

- ¿Y eso por qué?- preguntó.

Cuando se le salía el espíritu de niña de dos años que pregunta por todo, era algo molesto.

- Según lo que me contó, sus padres murieron cuando ella era pequeña, así que sus abuelos se han encargado de su cuidado desde que era pequeña- suspiré-. Pero, desde que salió del clóset, como que no la aceptan del todo, por eso prefiere ir a su casa lo menos posible- le expliqué.

Mi mejor amiga asintió varias veces, como muestra de que había entendido.

- ¿Ya me vas a dejar de hacer preguntas, querida Carla?- inquirí con sarcasmo.

Ella en vez de molestarse, me dedicó una sonrisa dulce y amplia.

- Ya- contestó.

Fui hasta mi bolso, el cual había tirado en el ya conocido sillón junto a la ventana; no sin antes sacarle el dedo a mi mejor amiga, quien me devolvió el gesto.

Rebusqué en mi cartera, buscando mi móvil para poder hablar con Nora, cuando un pánico horrible se apoderó de mí.

No encontraba el celular.

No en-con-tra-ba el ce-lu-lar.

¡Pánico! ¡Terror! ¡Crisis! ¡De todo!

Con mi cara de espanto correspondiente, me giré hacia Carla.

- Oye, ¿yo te di a ti mi móvil?

- Jade, tengo tu móvil desde que te lo compraste- dijo ella, con cierta obviedad en su tono.

Me di una palmadita en la frente.

- Carla, no hablo del número, sino del celular en sí- expliqué, haciendo la forma de un rectángulo con mis manos, para que me entendiera mejor.

- Ah, no- negó una vez con la cabeza-. ¿Por qué?- frunció el ceño.

- No lo encuentro- contesté, pasándome las manos por el pelo con desesperación.

¿Dónde había podido dejarlo?

Intenté volver sobre mis pasos ese día, para asegurarme de que me lo había llevado esa mañana antes de salir a ver el piso. Efectivamente, recordaba perfectamente el momento en que lo había metido en el bolso antes de salir de mi habitación.

- ¿Estás segura de que te lo llevaste cuando saliste?- interrogó la castaña, poniéndose de pie y rebuscando por la estancia-. A lo mejor te lo dejaste por la cocina o algo- comentó.

Negué varias veces, comenzando a preocuparme de verdad.

- No, estoy completamente segura de que lo traía encima cuando salí de casa- aseguré, poniéndome a buscar también.

Sí, estaba convencida de que no me lo había dejado, pero no estaba de más echar una ojeada. Digo, con la fama de despistada que me cargaba -y que me había ganado a pulso-, había que asegurarse.

Carla y yo buscamos en los cajones de las dos mesas de noche junto a mi cama, en mi tocador, junto con las pequeñas gavetas que habían en este; incluso miré en el armario.

Nada. Mi teléfono no estaba por ninguna parte.

Lo que menos me preocupaba era el celular en sí, porque no era de los más costosos y si comenzaba a trabajar podía comprarme uno, lo que me tenía queriendo saltar por la ventana era que ahí estaba todo, y cuando digo todo, es TODO.

Mis contactos, la copia de los archivos de alquiler del apartamento, mis informaciones de cuentas bancarias, todo.

- Carla, no está aquí- me escuché decir.

No podía creer que era tan tonta como para perder algo tan importante como eso. Estaba alcanzando nuevos niveles de idiotez.

¡Dios! Necesitaba que ese día se acabara ya.

Sí, por favor, que se acabe. Porque si pasa algo más, creo que te va a dar un infarto.

Deduces bien, Conciencia.

- ¿Quieres que busquemos en el piso de abajo?- propuso la castaña, no muy segura-. A lo mej...-

No pudo terminar, porque de repente solté una exclamación cuando en mi mente se iluminó una idea.

- ¿Qué pasa? ¿Lo has encontrado?

No pude contestar, no cuando estaba teniendo un ataque interno.

No podía ser posible que la posibilidad que daba vueltas por mi cabeza fuera cierta. ¡No podía ser!

Ozi ozi...

- Ya recordaste dónde está, ¿no es cierto?- preguntó ella con una ceja enarcada.

Sí, lo sabía, y no tenía dudas de eso. Pero, no lo admitiría, bueno, lo iba a admitir, sólo que no quería hacerlo.

- ¿Recuerdas la parte de la historia en la que le lancé algo a Jed?- inquirí, totalmente en shock. Mi amiga asintió una vez-. Estoy un noventa y nueve por ciento segura de que ese algo fue mi celular- informé, con un nudo formándose en mi garganta.

Genial, sencillamente, genial.

Carla abrió los ojos como platos, completamente descolocada por lo que le conté. Y bueno, ¿quién no lo estaría? Ella tenía la mejor amiga con la peor suerte del universo.

Es que, ¿cómo podía yo ser tan estúpida? ¡Debí de fijarme en lo que agarraba antes de lanzarlo! Y lo mejor, por estar tan ocupada en emprender una huida sin regreso, ni siquiera lo recogí.

Yo. Era. Subnormal.

Entonces, reaccioné. Mi desafortunado encuentro con Jed no había ocurrido hacía tanto tiempo. Con un poco de suerte -cosa que dudaba, pero bueno-, a lo mejor todavía estaba en ese corredor.

¿O Jed lo había recogido?

No, eso ni siquiera era una opción. A él qué le importaba eso, ni siquiera sabía lo que hacía siguiéndome en primer lugar. Esa era un idea sin sentido.

Decidida, salí de mi habitación, con intención de ir a buscar el móvil. Le dije a Carla apresuradamente cuando me preguntó, y salí disparada en dirección al centro, más específicamente hacia el edificio al que me mudaría; con la idea de que podría recuperar el móvil sin ninguna complicación.

Pero, ¿recuerdan esa parte en la que el universo me odiaba? Sí... resulta que todavía lo hace.

------------------
¡Hola, hola, pequeños cuerpecitos hechos para el placer!😏
¿Cómo están?

Primero, quiero disculparme por la demora para subir este capítulo. Mi computadora medio que se averió, entonces tuve que escribir desde el celular y como había perdido la costumbre, se me hizo un poco más complicado.

Bueno, yo me la pasé en grande con este capítulo. Por una parte me parece que es demasiado sencillo e incluso plano, pero por otra se me hace muy divertido, sobre todo la reacción de Jade cuando se da cuenta de lo del móvil😂
Ustedes díganme qué les gustó y qué no:)

Les mando besos cargados de arcoíris y chocolate❤️

Belkis T.


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