Lo que nos cuentan las estrel...

By belkistorrs

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INCLUIDAS LAS TRES PARTES DE LA TRILOGÍA ESTRELLAS Jade Reeve siempre ha evitado las fiestas, y los problema... More

Lista de reproducción:
Parte 1: LO QUE NOS CUENTAN LAS ESTRELLAS
Capítulo 1:
Capítulo 2:
Capítulo 3:
Capítulo 4:
Capítulo 5:
Capítulo 6:
Capítulo 7:
Capítulo 8:
Capítulo 9:
Capítulo 10:
Capítulo 11:
Capítulo 12:
Capítulo 13:
Capítulo 14:
Capítulo 15:
Capítulo 17:
Capítulo 18:
Capítulo 19:
Capítulo 20:
Capítulo 21:
Capítulo 22:
Capítulo 23:
Capítulo 24:
Capítulo 25:
Capítulo 26:
Capítulo 27:
Capítulo 28:
Capítulo 29:
Parte 2: ¿Y SI TODOS FUÉRAMOS ESTRELLAS?
Prólogo:
Capítulo 1:
Capítulo 2:
Capítulo 3:
Capítulo 4:
Capítulo 5:
Capítulo 6:
Capítulo 7:
Capítulo 8:
Capítulo 9:
Capítulo 10:
Capítulo 11:
Capítulo 12:
Capítulo 13:
Capítulo 14:
Capítulo 15:
Capítulo 16:
Capítulo 17:
Capítulo 18:
Capítulo 19:
Capítulo 20:
Capítulo 21:
Capítulo 22:
Capítulo 23:
Capítulo 24:
Capítulo 25:
Capítulo 26:
Capítulo 27:

Capítulo 16:

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By belkistorrs

Jed continuó mirándome con intensidad, mientras que yo le daba vueltas a las palabras que había dicho.

— Jade— volvió a llamarme—. ¿Tú me quieres?

¿En serio me preguntaba eso? ¡Por supuesto que lo quería, muchísimo de hecho! Vale, esa no era la mejor manera de decírselo, y mucho menos en mi caso, cuando lo que sentía era unilateral y no mutuo, pero bueno, así es como funcionan los sentimientos; tendemos a querer a las personas que no deberíamos, aunque tampoco es algo que podamos controlar a voluntad.

Alcé la barbilla, dejando nuestros rostros aún más cerca, sin quererlo.

— ¿Tú qué crees?— inquirí.

El castaño me miró con demasiada confusión en la cara.

— En estos momentos no sé qué creer— dijo honestamente.

Sus ojos destilaban sinceridad, como muy pocas veces sucedía. Normalmente había algo extraño y misterioso en Jed, pero, al menos esa vez, no había rastro de nada de eso.

— Claro que te quiero, Jed— dije tras soltar una exhalación de cansancio—. Creo que te he querido toda la vida; es simplemente un sentimiento del que no me puedo desprender por mucho que lo intente— admití.

— ¿Por qué querrías desprenderte de eso?— preguntó frunciendo el ceño.

Largué un suspiro.

— Porque es algo que no tiene sentido— contesté bajo su atenta mirada. Estaba interesado en la conversación, que novedad—. No te mereces mis sentimientos, Jed— dije, mirándolo directamente a los ojos—. Haces cosas que me lastiman, y lo sabes, aún así, sigo ahí contigo, luchando contra ti mismo, por el simple hecho de que no me puedo mantener alejada de ti ni por un maldito segundo— clavé mi dedo en su pecho.

Ni siquiera sabía que sentía todo aquello, pero cuando las palabras salieron de mi boca, me di cuenta de que así era.

Quería a Jed, demasiado, como no pensé querer a alguien, sin embargo, él a mí no, y eso era exactamente la parte que dolía. Le estaba diciendo "Te quiero" a alguien que le daba igual si me tenía o no.

— Las cosas no son así— murmuró.

Me alejé unos pasos, negando con la cabeza, frustrada.

— Estoy cansada de escuchar esa jodida frase, Jed— resoplé—. Las cosas nunca son como yo misma veo que son, pero no haces ni el más mínimo por decirme cómo es todo— reclamé—. Mira, olvídalo, estoy exhausta, me voy a casa— dije, dándome la vuelta para regresar a mi hogar.

Perfecto, mi plan de ir a visitar a mi abuelo y a mi madre al cementerio se había ido por la borda.

Que bello todo.

Una mano se aferró a mi brazo, haciéndome girar sobre mi propio eje.

— ¡Deja de estarme agarrando!— grité, haciendo un gesto brusco para zafarme de su agarre.

— ¡Sólo lo he hecho una vez!— replicó, soltándome.

— Ya, pues no deberías hacerlo— me crucé de brazos, molesta.

Dios, ¿quién me habrá mandado a mí a salir de mi casa con Jed suelto por el mundo?

Bueno, en algún momento tenías que salir.

Eso no es de mucha ayuda.

Una contesta sin sarcasmo, y es rechazada. ¿En qué mundo vivimos?

Ignoré deliberadamente a la voz de mi conciencia. Debía centrarme para no perder los nervios con Jed y empujarlo delante del primer coche que pasara por ahí.

— Lo que quiero decir es que...— comenzó a decir, dejando la frase en el aire.

— ¿Es que...?— repetí, mirándolo.

Se le veía algo incómodo. Llevó su mano hasta su nuca, y comenzó a pasarla insistentemente.

Estaba nervioso. Ese era el gesto que hacía cuando se ponía tenso.

— Jed, si sabes que puedes hablar hoy, ¿no?— inquirí, enarcando una ceja.

— Es que no quiero arruinar lo que diré— admitió.

Puse los ojos en blanco, impaciente.

— Siempre la cagas, así que no te preocupes, no lo puedes hacer peor— dije en un intento de calmarlo.

Me miró con los ojos entrecerrados.

— Eso no ayuda— farfulló.

— Lo intenté al menos— me encogí de hombros.

Soltó un largo suspiro. Miró en todas las direcciones mientras decía algo en un tono tan bajo, que no pude escucharlo.

— Jed— lo llamé—. ¡Habla de una vez!

Resopló sonoramente, y de una zancada recorrió el espacio que nos separaba. Puso ambas manos en mis hombros y me miró con mucha intensidad.

— No hay una manera correcta y perfecta de decir esto— dijo. Fruncí el ceño, sin saber muy bien de lo que hablaba—. Vale...— dejó salir el aire—. He sido un idiota...-

— Eso no te lo voy a discutir.

— Si te callas, a lo mejor pueda terminar— alegó, mirándome amenazadoramente—. He sido un idiota, te he lastimado y te he hecho sentir mal, lo sé y lo siento. Sé que me he disculpado un montón de veces, pero quiero que sepas que esta vez es real, porque no solamente estoy arrepentido por las cosas que he dicho y hecho en el pasado, también he descubierto algo en este momento, algo que no sabía que vivía en mí.

Negué con la cabeza repetidamente.

— Jed, si estás haciendo esto porque te dije que te quiero...— dije suspirando.

— Justo por eso lo estoy haciendo— aseguró—. Por eso, y porque yo también te quiero a ti— sus ojos se posaron sobre los míos—. Te quiero, Jade.

Mis ojos se abrieron tanto que sentí por un momento que se saldrían de sus cuencas. Mis pulmones dejaron de procesar el aire que entraba por mi nariz. Miré al chico frente a mí fijamente, por un momento esperando a que comenzara a reír. Esperé... y esperé... y esperé, pero la carcajada nunca llegó, y supe que hablaba en serio.

Jed me quería.

Abrí la boca para hablar, pero volví a cerrarla cuando me di cuenta de que no tenía idea sobre qué decir. Hice lo mismo unas cuantas veces, hasta que Jed simplemente acercó su rostro al mío, depositando un suave beso en mis labios.

Estaba aturdida por lo que acababa de suceder, tanto que ni siquiera hice un esfuerzo por separarme antes de que Jed pegara nuestros labios. El sabor familiar, lo mucho que lo echaba de menos, y el hecho de que me acababa de decir que me correspondía en las cosas que sentía, me impidieron alejarme, así que, por un momento, me olvidé de todo lo demás, y me dediqué a disfrutar de ese beso.

(+++)

La puerta principal se abrió y luego se cerró de un portazo. Miré el reloj en una de las paredes de la cocina y fruncí el ceño.

Eran las tres de la mañana. ¿A esa hora regresaba Jace a casa?

— Oye, tú— lo llamé cuando pasó por la entrada de la cocina.

Mi hermano mayor se dio la vuelta, sobresaltado y con una mano sobre el pecho.

— ¡Dios, casi me matas de un susto!— exclamó, mirándome con terror.

Dejé el vaso de agua encima de la encima de un golpe seco cuando me fijé en sus ojos. Caminé hasta quedar a pocos metros de él.

— Jace, ¿en serio volviste a esa mierda?— pregunté, cruzando los brazos sobre mi pecho.

— No sé a lo que te refieres— negó rotundamente.

— Ah, claro— hice un gesto con la cabeza, como si me acabara de dar cuenta de algo—. Que ahora no te enteras de que andas colocado hasta los pelos, porque de seguro te lo echan en la bebida sin que te des cuenta, ¿me equivoco?— inquirí, irónica.

— Eso es justo lo que ha pasado— aseguró mi hermano, señalándome—. ¿Cómo lo has sabido? ¿Estabas en la fiesta? Porque yo no te he visto— comenzó a balbucear, bajando el volumen de su voz con cada palabra.

— Deja de hacerte el chistoso— dije en tono de advertencia.

Me acerqué más a él y le puse una mano sobre el brazo.

— Jace— me miró—, ¿por qué te destruyes la vida de esta manera?— pregunté con voz suave.

Mi hermano se apartó de un brusco gesto, mirándome con desgano.

— Esta es mi manera de lidiar con el dolor— comentó burlón—. Por cierto, ¿tú desde cuándo hablas?— me miró con extrañeza.

Solté un suspiro. Esto sería imposible con él en ese estado, claramente no me diría que le había estado sucediendo en los últimos meses; vale, estaba dolido por el tema del abuelo, pero yo conocía a mi hermano, y detrás de su actitud había algo más.

— ¿Quieres pastel?— ofrecí con repentina emoción.

Los ojos verdes de Jace se iluminaron.

— ¿Hay pastel?— asentí.

— Y de chocolate— añadí en tono místico.

Se fue directo a la isleta de la cocina, sentándose en uno de los taburetes con algo de esfuerzo. No me puedo ni siquiera imaginar cómo estaba su organismo en esos momentos.

Partí el pastel en dos porciones rectangulares, haciendo la suya un poco más grande de lo debido; al fin y al cabo lo necesitaba más que yo, que estaba encantada con la manera en la que me veía después de haber perdido peso.

No, no me iba a matar a dietas, pero quería mantener la figura... intentarlo al menos.

Apenas puse el plato delante de él, comenzó a engullir como si no hubiera un mañana.

Ese día en la mañana, Jed me acompañó hasta el cementerio, siguiendo los planes que había hecho cuando salí de casa. Luego de eso me trajo de vuelta, y se quedó un rato. Charlamos un poco, como antes, y después se fue. Horas más tarde la madre de Carla trajo ese pastel, y también se quedó un rato a conversar mientras que yo intentaba —funestamente— hacer café.

Sí, no me había pasado el día sola, y curiosamente, no extrañé la soledad que me había acompañado los días anteriores.

— No me digas que tú hiciste esto— dijo mi hermano, señalando el contenido de su plato.

Negué con la cabeza, sonriendo con diversión. Parecía un niño pequeño.

— La mamá de Carla lo trajo— contesté.

Alzó las cejas.

— No debería de comerlo, entonces— comentó, pero no paró de comer.

Fruncí el ceño, confundida.

— ¿Por qué dices eso?— inquirí.

Mi hermano mayor soltó un suspiro y me miró por entre sus largas pestañas.

— En algún momento te ibas a enterar— murmuró, haciendo que mi curiosidad aumentara—. Las cosas con Carla se pusieron... complicadas— informó.

Vale, no tenía ni idea de eso, aunque claro, ¿cómo podía saberlo estando como estaba?

— Define complicadas— pedí.

Volvió a suspirar.

— Sus padres no me quieren cerca de ella— apostilló—. Es que, tengo una reputación, ¿sabes? Además, a la gente le gusta hablar, así que, cuando se enteraron de que ella y yo teníamos algo, la hicieron alejarse de mí— había dejado de comer, y ahora solamente jugaba con la comida—. Por unas semanas, nos estuvimos viendo sin que ellos lo supieran.

Una sonrisa torcida surcó mi cara.

— Como... ¿en plan amor secreto?— bromeé.

— Deja de ser tan payasa— amenazó, pero estaba sonriendo—. La cosa es que también descubrieron eso— continuó contándome—. Su padre me llamó a la clínica un día y me exigió que me mantuviera lejos de su hija.

Un sentimiento de ira me recorrió el cuerpo. ¿Cómo era posible que los padres de mi mejor amiga los hicieran sufrir tanto a ambos? Y lo otro, ¡¿cómo era que Carla no me había contado nada de eso?!

— No puedes hacer eso, Jace— dije firmemente—. Tienen que seguir juntos. Sus padres no son nadie para escoger por ella, o por ti, ¡por ambos!

Los hombros de Jace cayeron notablemente.

— Ese es el problema, Jade— dijo—. No hicimos lo que sus padres dijeron, y ahora la van a enviar lejos.

Me levanté de donde estaba sentada en un acto reflejo.

No, eso no sucedería. ¡Nadie me iba a alejar de mi mejor amiga, ni siquiera sus padres, que eran los que la habían hecho!

— ¿Por qué no me lo habías dicho antes?— reclamé.

— Porque su padre me llamó hace media hora, cuando salía de la fiesta y me dijo que la mandarán a la casa de su tía en Italia— respondió él.

Jamás había visto a Jace así de triste por alguien, ya saben, por una chica. Él y Jed eran iguales, nunca mantenían una relación estable con nadie; cambiaban de chica cuando se divertían con ella, pero nunca las tomaban en serio. Con Carla era diferente, y yo estaba tan ocupada en mí misma, que no me di cuenta de todo lo que pasaba a mi alrededor.

— Su vuelo sale dentro de una hora y media— añadió en voz baja.

Subí las escaleras a toda carrera, mientras que mi hermano me preguntaba qué demonios hacía. Justo cuando entré en mi habitación, mi teléfono sonaba. Era Carla.

Oye, siento llamar a estas horas...-

— No, yo soy la que lo siente— la corté—. Lamento mucho no haber estado para ti cuando pasabas por una situación como la que estás pasando ahora mismo— me disculpé.

— ¿Cómo sabes lo que pasa?— inquirió, confundida.

— Jace me lo acaba de decir, pero ese no es el punto— dije, decidida—. Escúchame bien, quiero que ganes todo el tiempo que puedas, antes de que te lleven al aeropuerto. Iremos lo más rápido posible— informé.

Pero, ¿qué pretendes que haga?— preguntó—. ¿Me lanzo por la ventana, o algo así?— añadió en tono burlón.

— Si nos va a dar tiempo a llegar, hazlo— dictaminé.

Entiendo— aseguró—. Y, ¿Jade?

— ¿Qué pasa?— pregunté, mientras me ponía mis tenis.

No tarden— añadió.

Sonreí con dulzura.

— Estaremos ahí en diez minutos, quince como máximo— informé—. Te quiero.

Yo a ti más— dijo ella antes de colgar.

Agarré una sudadera y me la puse mientras marcaba el número de Ari.

Reza porque la razón para llamarme a las cuatro de la mañana sea muy buena— gruñó apenas contestó.

— Quieren separar a Jace y a Carla, y por eso la van a mandar a Italia dentro de una hora— expliqué apresuradamente—. Tú sabrás si esa es una buena excusa— añadí.

— ¿Separarnos al mapache feo y a mí? — repitió. A su alrededor se escuchaba mucho movimiento—. Eso jamás— dijo muy segura.

— Ya la llamé, y le dije que nos hiciera ganar tiempo. Si se la llevan al aeropuerto, no llegaremos— alegué.

Y era cierto. Carla vivía más al este de la ciudad, a unos veinte minutos del aeropuerto, mientras que Ari y yo estábamos más alejadas. Si se iban hasta allá, no lograríamos alcanzarlos.

Llamaré a Jed para que me pase a recoger, mientras tú dale un café bien cargado a Jace para que se le pase un poco el colocón— ordenó.

Me separé el celular del oído para mirar la pantalla con el ceño fruncido.

Van a separarlo de su amor prohibido— dijo cuando seguí en silencio—. Obviamente le dio duro a lo que ya sabes, esta noche.

— Ari, a veces eres tan inteligente que asustas— admití.

Lo sé— asumió, y colgó sin más.

Bajé las escaleras para hacer justo lo que ella me había dicho.

Sí, eran las cuatro de la mañana y teníamos planeado ir en contra de lo que los padres de nuestra mejor amiga habían dispuesto para ella. Definitivamente estábamos locos, pero no dejaríamos que se fuera.

Era cierto que mi hermano tenía defectos, pero nadie lo conocía mejor que yo, y si algo no era es una mala persona, y por lo visto, quería bastante a Carla. Mientras yo viviera, nadie separaría a las personas que se querían.

Misión: Rescatar a Carla. Iniciada.

——————————————————
Hola, hola, pequeñas personitas. ¿Cómo estánnnnnnn?
Yo aquí, recién vacunada y con un dolor horrible en el brazo, pero aún así, escribiendo para ustedes, que esperan capítulo😁 (*soy muy cool, lo sé😂*)

Espero que les haya gustado el capítulo de hoy, lleno de emoción desde el principio.
¿Podrán impedir que se lleven a Carla acaso?
Dejen tooodas sus impresiones en la parte de los comentarios, que amo leerlos y contestarles. Son taaaan graciosos😂

Ahora, pasemos al meme

Les mando besos cargados de arcoíris y chocolate❤️

Belkis T.

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