Lo que nos cuentan las estrel...

By belkistorrs

79.4K 9.5K 4.7K

INCLUIDAS LAS TRES PARTES DE LA TRILOGÍA ESTRELLAS Jade Reeve siempre ha evitado las fiestas, y los problema... More

Lista de reproducción:
Parte 1: LO QUE NOS CUENTAN LAS ESTRELLAS
Capítulo 1:
Capítulo 2:
Capítulo 3:
Capítulo 4:
Capítulo 6:
Capítulo 7:
Capítulo 8:
Capítulo 9:
Capítulo 10:
Capítulo 11:
Capítulo 12:
Capítulo 13:
Capítulo 14:
Capítulo 15:
Capítulo 16:
Capítulo 17:
Capítulo 18:
Capítulo 19:
Capítulo 20:
Capítulo 21:
Capítulo 22:
Capítulo 23:
Capítulo 24:
Capítulo 25:
Capítulo 26:
Capítulo 27:
Capítulo 28:
Capítulo 29:
Parte 2: ¿Y SI TODOS FUÉRAMOS ESTRELLAS?
Prólogo:
Capítulo 1:
Capítulo 2:
Capítulo 3:
Capítulo 4:
Capítulo 5:
Capítulo 6:
Capítulo 7:
Capítulo 8:
Capítulo 9:
Capítulo 10:
Capítulo 11:
Capítulo 12:
Capítulo 13:
Capítulo 14:
Capítulo 15:
Capítulo 16:
Capítulo 17:
Capítulo 18:
Capítulo 19:
Capítulo 20:
Capítulo 21:
Capítulo 22:
Capítulo 23:
Capítulo 24:
Capítulo 25:
Capítulo 26:
Capítulo 27:

Capítulo 5:

2.2K 317 154
By belkistorrs

Me abracé a mí misma, pero no dejé de caminar. Maldije por lo bajo.

Por mucho que me molestara seguir, no me detendría hasta llegar a mi casa. Lo único que quería era darme una ducha caliente y meterme en la cama hasta que Cristo bajara a decirme que era suficiente. Me lo merecía. Tenía el derecho a hacerlo.

En ese momento pasó lo último que me faltaba para que la noche oficialmente se convirtiera en una de las peores: comenzó a llover. Y no un par de gotas, no, un señor aguacero.

Pero, ¡si ni siquiera estaba nublado! Miré hacia arriba, dedicándole una mirada de odio al cielo. Solamente habían pasado unos segundos y ya estaba completamente empapada. Perfecto. Sencillamente perfecto. Solté un suspiro sonoro y seguí avanzando. Ya estaba calada hasta los huesos, así que no había mucho por hacer.

De repente, una mano se aferró a mi brazo, haciendo que diera un respingo, porque todo estaba en un silencio y una tranquilidad sepulcrales.

— ¿Qué quieres? ¿Y por qué demonios me has seguido?— inquirí, molesta, matando a Jed con la mirada.

Listo, este chico quería que me metieran en la cárcel... pero por matarlo a él mismo.

¿Podrías callarte a ver qué quiere?

— ¿Te has vuelto loca?— me miró de arriba a abajo—. Vas a enfermarte. Vamos al auto, te llevo a casa— señaló a su espalda.

No me había dado cuenta antes de que estuviera detrás de mí, porque había estacionado su coche a varios metros de distancia. Y con el sonido de la lluvia no lo escuché.

— No, gracias, prefiero caminar— rechacé su ofrecimiento.

Podía meterse su auto y su amabilidad por el...-

Corazón, el corazón.

— Me pregunto cuándo te va a entrar en la cabeza que tu opinión para mí tiene la misma función que una crayola blanca— puso los ojos en blanco—. Ahora camina— me jaló por la mano.

— ¡Te dije que no!— me zafé de su agarre bruscamente—. Déjame en pazmanoteé cuando hizo ademán de volver a agarrarme—. Y si me da una pulmonía y me muero, pues mejor para ti.

Jed me observó como si estuviera loca. A lo mejor lo estaba, ya no dudaba nada. — Jade, deja de ser tan inmadura y sube al coche— exigió, con voz seria.

— ¿Sabes ese gilipollas que algunas personas llevan por dentro? Bueno, tú lo traes por fuera.

— Te lo voy a decir por última vez— gruñó—. Entra en el auto.

Negué con la cabeza y me giré para seguir mi camino. No me iba a subir con él en su maldito auto, no me volvería a acercar a él, ni nada por el estilo. Era lo mejor, él había dejado claro desde un inicio que no le interesaba nada que tuviera que ver conmigo, sólo que no fui lo suficientemente lista como para verlo.

— Bien— lo escuché decir.

Solamente había dado unos pocos pasos cuando Jed pasó por mi lado a toda velocidad. Se detuvo delante de mí, haciendo que me parara en seco también. Se inclinó hacia adelante y, ¡sorpresa! Antes de que reaccionara, estaba tumbada sobre su hombro, y me llevaba calle arriba, hacia el vehículo.

— ¡Jared, bájame ahora mismo!— le exigí.

— Perdiste el derecho a exigir nada cuando comenzaste a comportarte como una niña de dos putos años— respondió con mal genio.

¿¡Él estaba enojado!? ¡Yo quería matarlo!

— ¡Jared Thompson, ponme en el suelo, o te juro...!

Me callé de golpe cuando me dio una palmada en el trasero.

— Pero, ¿serás gilipollas?— inquirí, ofendida.

— Quería que dejaras de gritar, y lo he conseguido— no necesitaba mirarlo para saber que estaba sonriendo.

Yo rebotaba con cada paso que daba, y hubo un momento en el que me mareé. ¿En ese momento decidió el alcohol hacerme efecto? ¿En serio?

— Jed— lo llamé en un susurro—. Se me está yendo la sangre a la cabezamurmuré.

— Hace un momento no te importaba morir de pulmonía— dijo a modo de recordatorio.

— Ya, pero eso iba a ser mi responsabilidad— ya me dolía la espalda de estar erguida. Era eso o ir guindando como un saco de patatas—. Si me matas, vas derechito a la cárcel.

Se detuvo y me puso de vuelta en el suelo sin ningún esfuerzo. Me mareé un poco más cuando mis pies tocaron el piso. ¿Cómo era que no estaba ni un poco fatigado? Porque yo no era precisamente la persona más ligera del planeta.

— ¿Me mandas a la mierda y después te preocupas porque me lleven preso?enarcó una ceja—. Para que luego digas que el que te voy a volver loco soy yocomentó con sorna.

Mis mejillas se encendieron. Me había atrapado. Claro que me preocupaba por él en todos los sentidos, incluso cuando hablábamos en broma.

— Sí, eres tú, que no te coordinas— repliqué, apretando los dientes.

— Venga, te llevo a tu casa. Necesitas secarte o en serio te vas a enfermarapremió, abriendo la puerta del lado del copiloto para mí.

Suspiré, rendida, y entré en el auto. Él cerró la puerta nada más toqué el asiento, como si sospechara que saldría corriendo o algo así, y en otro momento, lo hubiese hecho. Pero las ganas de quitarme toda esa ropa mojada eran mucho más fuertes. Jed se sentó en el asiento del conductor y salió rumbo a mi casa. Lo miré de reojo. También estaba empapado de pies a cabeza. El pelo castaño le caía por la sobre la frente sin rastro de sus rizos naturales. Seguí observándolo.

No miento con ninguna de las cosas que he dicho sobre él. No lo entendía, me confundía. De hecho, ahí, sentada en el coche con él, estaba más confusa que antes. Lo primero que me dejó en claro fue que no era un príncipe azul, ni un chico perfecto sacado de uno de los libros que yo amaba leer en Wattpad, pero cuando actuaba de esta manera, y se preocupaba por mí, se me hacía demasiado tierno. Por eso era que una sola pregunta no dejaba de darme vueltas en la cabeza: si yo no le importaba, ¿por qué se tomaba tantas molestias?

— Deja de mirarme— farfulló, llevando sus ojos a los míos.

Aparté la mirada rápidamente.

— No te estaba mirando a ti— repuse, enfurruñada. — ¿Ah, no? ¿Entonces a quién?— preguntó en tono de burla.

Lo miré con mala cara.

— A tu madre, Jed, a tu madre— repliqué con sarcasmo.

El castaño soltó una carcajada.

— Oye, mi mamá te quiere mucho, así que un respeto para la señora— continuó, burlándose.

Puse los ojos en blanco y me puse a mirar por la ventanilla. La lluvia había arreciado todavía más, y después de todo, agradecí estar bajo el techo de ese auto. De caerme toda esa agua helada encima, hubiera llegado a mi casa como Jack, el del Titanic.

— Lo siento, Chucky— dijo Jed de repente, rompiendo el silencio que se había instalado en el reducido espacio.

— ¿Eh?— giré la cara para observarlo.

— Lamento todo lo que sucedió antes... lo que sea que haya pasado; y la manera en la que me he comportado contigo en estos días— se disculpó.

Mi boca se abrió por la sorpresa. Otra vez se estaba disculpando sin que me lo esperara.

— Está bien— me encogí de hombros.

De repente comenzó a lucir molesto. Vi cómo sus nudillos se tornaban blancos cuando apretó un poco el volante.

— ¿Por qué siempre haces esto?— fruncí el ceño, confundida por su pregunta y su enfado—. Me alejas y te marchas con cara de sufrida, y entonces, cuando por fin puedo formar una disculpa decente, vienes con que "está bien"— soltó, frustrado.

Crucé los brazos sobre mi pecho.

— Quizás si no te la pasaras lastimándome y confundiéndome con tu actitud, no tendrías que disculparte— dije sin pensar.

Enseguida me arrepentí cuando me miró furioso. Bueno, eso era lo que pensaba, así que no estaba del todo mal haberlo dicho. Ese era un país libre, y la libertad de expresión era un derecho.

— ¿Crees que me gusta verte así?— enarcó una ceja.

— ¿Así?— pregunté, en voz alta esta vez.

— Toda deprimente— añadió.

Abrí los ojos como platos, completamente descolocada. ¿En serio me acababa de decir eso? ¿Entonces decía que lo sentía porque le daba lástima?

— Para el coche— ordené en voz baja, con los dientes apretados.

No quería seguir viendo su cara o escuchando su voz. Salir y que me cayera toda esa lluvia encima era mejor que seguir oyéndolo decir todo eso. Si antes morir de pulmonía era una idea, en ese momento se volvió la mejor opción.

— ¿De qué hablas?— frunció el ceño, mirándome.

— Que pares el auto— repetí, quitándome el cinturón de seguridad.

— No puedo parar aquí, estamos en el medio de la carretera.

Me giré un poco en su dirección.

— Jared, o paras el coche, o me lanzo de él en marcha— escupí.

— ¡Vale, vale!— gritó, cuando vio que hice el ademán de abrir la puerta de mi lado. Condujo unos metros más, y luego se estacionó en el césped, a unos metros de la carretera. Todavía no había terminado de frenar, y yo ya estaba saliendo del vehículo.

— ¡Jade, ¿qué haces?!— inquirió, mirándome con confusión.

— ¡Evitarte tener que compartir oxígeno con alguien tan deprimente como yo!— le grité, rodeando el coche.

Escuché cómo abría y cerraba su puerta.

— ¡Como me vuelvas a agarrar te voy a dar un guantazo!— amenacé, volviéndome violentamente hacia él.

Alzó las manos en señal de rendición. — Mira, siento haber dicho que te ves deprimente, no lo dije en ese sentido— dijo.

Solté una sonora y amarga carcajada.

— ¿Entonces en cuál? Ah, ya sé, en el sentido de "deprimentemente hermosa", ¿no?— añadí antes de que pudiera decir cualquier cosa.

— Vale, ese fue mi error— admitió. Igual me pareció que lo dijo porque eso era lo que pensaba que yo quería escuchar.

Pero ese era el problema, yo ya no quería oírlo decir ni una sola y diminuta palabra más. Nada que saliera de su boca iba a calmarme.

— ¡Es que siempre es tu error! ¡Desde que esto comenzó, ha sido tú maldito error todo el tiempo, es sólo que eres demasiado orgulloso para darte cuenta y admitirlo!me pasé una mano por el pelo—. ¡Ni siquiera hablas en serio cuando me dices que lo sientes, y lo sabes! Solamente hablas y hablas para que me calme y no te diga las cosas como las pienso, sin filtros.

Jed hizo lo mismo que yo, y se pasó las manos por el cabello. De paso, quitando el pelo que le caía sobre los ojos ligeramente.

— ¡No sabes si lo digo en serio o no!— dijo como respuesta.

Claro, porque eso es muy maduro y consistente para rebatirme.

Bravo, querido Jed.

— ¡No necesito estar dentro de tu cabeza para saber cuando mientes!— señalé.

— ¡Deja de chillarme!

— ¡No, porque te lo mereces! ¡Siempre te lo has merecido, porque toda tu vida has sido un imbécil conmigo! ¡Pasé años repitiéndome que era algo normal, que solamente era tu extraña manera de demostrar el aprecio! ¡Yo qué sé!— alcé las manos, completamente furiosa—. Pero no es así, tu problema es que jamás te he importado una mierda, ni yo ni mis sentimientos, aunque pretendes que sí. No te interesa que tus palabras me calen hasta el fondo del pecho, porque claro, solamente soy la pequeña Jade después de todo. ¿Por qué preocuparse por lo que me esté pasando?— me acerqué a él, quedando a escasos centímetros de su cara. Jed me observaba en silencio, pero con los puños apretados a sus costados y el cuello tenso como las cuerdas de una guitarra—. ¿Pero sabes por qué es eso? Porque siempre has sabido que estoy enamorada de ti hasta las trancas, aunque te hagas el despistado, y por eso crees que jamás me voy a alejar de ti; que se me va a hacer imposible o algo así— susurré.

Sonrió de medio lado, como si la situación le causara mucha risa.

— ¿Y qué vas a hacer?— soltó una risita—. ¿Decirme que no quieres volver a verme, para después regresar en el instante en que chasquee mis dedos?— preguntó con sorna, tronando los dedos.

Mis ojos se abrieron desmesuradamente. Di varios pasos hacia atrás como si me acabara de dar un golpe, horrorizada por lo que acababa de escuchar.

— Retira eso— ordené en un murmullo.

— ¿Para qué molestarse, si sabes que es así?— dijo en tono burlón.

Retrocedí unos pasos más, colocando la mano sobre mi estómago. Quería vomitar, o salir corriendo y que me pasara una mezcladora de cemento por encima.

Mira, esa es una excelente idea. ¡La conciencia aprueba lo del cemento!

Ni siquiera sabía lo que quería. La única cosa de la que tenía completa seguridad era que se había acabado. Todo eso, se había terminado en el momento en el que esas palabras habían salido de su boca. Y lo peor era que Jed tenía la razón. En menos de dos semanas había dicho que no quería volver a verle la cara en más de una ocasión, entonces él regresaba y se portaba bien o se disculpaba y listo, todo lo que hubiese dicho caía en saco roto; aunque supiera perfectamente que no estaba ni un poco arrepentido. Sus palabras se habían clavado como puñales en mi pecho porque eran la cruda verdad dicha por él mismo. Jamás lo admitiría, pero era así.

— ¿Sabes cuál es tu problema?— volvió a hablar después de un momento—. Que idealizas a las persona, y te estrellas cuando resultan no ser lo que querías. Pero no porque ellos hayan cometido un error, sino porque tú misma te encargaste de ilusionarte.

Suspiré, con el labio inferior temblándome por el llanto que ya había comenzado a hacer que las lágrimas corrieran por mis mejillas, confundiéndose con la lluvia.

— ¿Y tú sabes cuál es el tuyo? — Ilumíname— pidió, sarcástico.

Me limpié la nariz con el dorso de la mano.

— Que te la pasas recordándome que espero mucho de las personas, y viviendo a la luna; sin tocar la realidad ni un poco— sonreí con tristeza—. De lo que no te terminas de darte cuenta es que, los puentes de arcoíris y los unicornios de mi mundo rosa y perfecto, son mucho más reales que todo lo que sale de tu boca. Tú problema es que no puedes aceptar que queden personas como yo, que siempre veamos la bondad en los lugares donde claramente no la hay— culminé, mirándolo directamente a los ojos.

Me pareció ver que su gesto se suavizaba un poco, pero supongo que fue esa pequeña parte de mí que siempre creía ver en él algo que no era; una versión de Jed que solamente existía en mi imaginación. Él no era la persona que siempre me había convencido a mí misma que era, sencillamente me había repetido tantas veces que dentro de Jared debía de existir algo por lo que valiera la pena seguir intentando, que esa era la versión que creía conocerlo.

— Escucha con mucha atención lo que te voy a decir, porque va a ser lo último que oigas salir de mi boca, y esta vez estoy hablando en serio— comencé a decir, tan seria como jamás había sido nunca—. Si te me acercas voy a demandarte o a dislocarte el hombro, sabes que mi abuelo me enseñó eso y muchas cosas más— dije a modo de recordatorio—. Cuando vayas a mí casa y nos crucemos, imagina que soy una pared o un adorno, pero ignórame, no me hables, no me mires, y no te acerques en un radio de menos de diez metros.

No pude evitar que se me escapara un sollozo. Recorrí los pasos que nos separaban con paso lento. Vi que Jed se tensaba, pero no retrocedió.

— Porque, dime, ¿quién diablos eres tú para romperme el corazón, Jared Thompson?— pregunté con un hilo de voz.

Abrió la boca para decir algo, pero negué con la cabeza para hacerlo callar, y al final no habló. Estiré el brazo lentamente para poner mi mano sobre su mejilla. Su piel estaba helada, y aún así, el contacto se sentía caliente y eléctrico.

Incliné un poco la cabeza hacia un lado y le regalé una sonrisa triste.

— En uno de esos libros que tanto odias, una vez leí que cuando quieres a alguien pero no eres correspondido, lo mejor es marcharse y dejar libre al otro— sus pupilas se dilataron un poco, al parecer por fin se daba cuenta por fin de que no era una broma. Al fin estaba reaccionando—. Contigo lo quería todo, Jed; pero olvídalo y cuídate.

Dicho eso, giré sobre mis talones y salí caminando hasta la carretera.

Sí, amigos, esa noche lluviosa me alejé de Jed, sabiendo que no quería irme, pero consciente de que era lo mejor.

Continue Reading

You'll Also Like

41.6K 8.7K 85
Jisung es un estudiante incomprendido y torpe con una vida complicada gracias a la presión que sus padres ejercen en él. Su vida se torna totalmente...
56.5K 1.7K 48
"me gustaría ser más cercana los chicos del club, pero supongo que todo seguirá siendo igual, no?"
46.2K 1.7K 26
¿Que pasaría si te sintieras completamente atraída por la prima de tu nueva compañera de trabajo? Descubre la historia de Chiara una artista emergent...
17K 1.6K 25
SEGUNDA PARTE de la bilogía: No es suficiente. Sophia ama la escritura, pero Sebastián no. Él ama dedicarle canciones, y no imaginó que algún día...