BROOKE.
Estos últimos días Ron, Zoe y yo hemos investigado más acerca de Aarón, sin que él se de cuenta de lo que estoy haciendo.
Ahora mismo estoy con Brad, es la hora del almuerzo y hemos llegado antes que los demás al picnic que organizamos todos juntos.
Los dos nos sentamos en el césped agotados, me dejo caer al suelo y suspiro con frustración.
—El proyecto final será todo un caos, debemos leer enciclopedias completas para sacar como mínimo un siete —digo exagerando un poco—. además, tengo que investigar algo más importante.
—Vamos Brooke, lo lograrás —dice Brad en un intento de calmar mis nervios, obviamente no lo consigue—. Nada es imposible para ti.
Asiento y lo miro de reojo, tiene el cabello desordenado, sus mejillas están rojas, sus ojos lucen brillantes, su camisa luce arrugada y sus labios, dios, sus labios delgados son tentadores, me apetece besarlo.
—¿En qué estás pensando? —me dirige una sonrisa pícara y se inclina hacia mí—. Aún no hemos hablado de nosotros, de lo que sentimos.
Contengo la respiración y mi corazón se acelera, —Hablemos ahora, antes de que los demás lleguen y... —antes de que termine de hablar sus labios suaves están sobre los míos, cierro los ojos y disfruto del momento, pasa sus manos por detrás de mi cintura acercándome más a él, su contacto electriza cada célula de mi cuerpo y me pierdo entre sensaciones desconocidas, nunca pense sentir tanto en un beso.
En cámara lenta abro mis ojos y en breves segundos me encuentro con los suyos, claros y profundos. Le sonrío y en un movimiento rápido rozo mis labios con los suyos, rodeo su cuello con mis brazos profundizando el beso aún más y él no me detiene.
—¿Esto significa que quieres ser mi novia? —pregunta mirando mis labios, acaricia mi rostro con sus suaves manos y me mira con una sonrisa hipnotizante—. Por favor dime que sí, Brooke.
—Brad, claro que quiero ser tu novia, me gustas muchísimo, me encantas —vuelvo a besarle con cariño.
†††††
AARÓN.
Observo a Brooke a la distancia, el idiota de Brad la ha besado y ella hizo algo que rompió mi corazón, lo besó y le dijo que lo quiere.
Sentí que me arrebataron lo único que me quedaba, sentí que ella se olvidó de mí. Ambos sonreían enamorados y yo simplemente no le encontré sentido a seguir allí, así que cerré mis puños con fuerza conteniendo las ganas de ir y separarla de ese imbécil.
Me sentí en el abismo de nuevo, destruido por una chica a la que no le importo un carajo. Quise odiarla como a los demás, pero no pude.
—Mierda, estar aquí me hace mal —doy media vuelta y me voy de allí sintiendo las miradas de los estudiantes sobre mí.
En poco tiempo dejaré de ser un recuerdo del pasado, volveré a la vida, seré real de nuevo, nadie volverá a lastimarme, no me dañarán más, nadie podrá detenerme.
Lamento que tomaste la decisión equivocada, Brooke, ahora no tengo motivos para salvarte.
Quizás los fantasmas no poseen sentimientos, pero ahora mismo la furia dentro de mí cambia por completo esa perspectiva.
†††††
Transcurre rápidamente la tarde y el sol se oculta tras las montañas, mientras voy caminando bajo la luz nocturna pienso en lo que he hecho, en las personas que he asesinado y no me arrepiento de nada, incluso de haber asfixiando a Beth con mis propias manos, ella lo merecía, todos lo merecían.
El cielo oscurece y comienza a llover, camino bajo la tormenta y grito desesperado en medio de la nada, la calle está vacía y la luz del anochecer se desvanece como el viento, caigo rendido al suelo y repito una y otra vez:
—¿Qué está pasándome? — coloco ambas manos en mi cabello sintiéndome desesperado, malditamente herido y dañado.
Al levantar la mirada vi a Jean, el hombre que desprecié toda mi mísera vida, él camina por el asfalto tambaleándose de un lado a otro, lleva una botella de alcohol en la mano y está tarareando una canción antigua de Navidad. Aprieto mis manos en puños levantándome del suelo y camino hacia él con prisa, no basta con todo lo que me está pasando y justo ahora tengo que encontrar a este maldito mal nacido. Voy acercándome sin saber exactamente si podré dañarlo o no, lo empujo con todas mis fuerzas y él se cae al pavimento maldiciendo entre balbuceos, torpemente trata de levantarse, pero pateo su rodilla provocando que caiga nuevamente, grita adolorido.
—¡¡Imbécil, me has roto la pierna!! —se incorpora difícilmente y trata de golpearme con la botella, pero lo esquivo, él me dedica una mirada fría, a los pocos segundos me ve de frente y se paraliza al verme—. ¿¡Tú!? n...no, tú estás muerto, ¡Jamás te vi salir!
—¡Tú sabías lo que iba a pasarme, desgraciado! — mi puño impacta contra su mandíbula, mis nudillos inmediatamente se tornaron blancos por la fuerza sobre natural del golpe, sintiendo dentro de mi el mismo odio, rabia y desprecio con los que asesine a los otros. Jean me devuelve el golpe y su puño impacta directo en mi ojo derecho, enseguida siento un dolor punzante, dolió como si estuviera vivo, pero eso no me detuvo, pues volví a golperlo en el rostro sin parar, mis manos se mancharon de sangre y no paré hasta casi desfigurarle la cara.
«Estás por cumplir tu venganza, regresarás al vida, cada vez te vuelves más fuerte Aarón, no te detengas», me dice una voz lejana que proviene de mi cabeza.
Me distraigo un segundo y él aprovecha la oportunidad, vuelve a librarse de mí golpeándome las costillas con fuerza, en ese instante saco el cuchillo filoso de mi chaqueta y el muy cobarde sale huyendo pidiendo ayuda y entra a un callejón sin salida.
—¡No! —lloriquea—. Por favor, por favor, no me mates.
—Así quería verte, suplicando por tu vida, idiota —espeto fríamente.
—No, te lo suplico, haré lo que me pidas si me dejas ir —se deja caer al suelo de rodillas—. Tú solo eres una pesadilla más.
—¡¡Párate!! —lo agarro bruscamente del cuello y aplico fuerza en mi agarre casi ahorcandolo—. Dije que te mataría y cumpliré con mi palabra —sin añadir nada más le clavo el cuchillo justo en el corazón, recordando ese terrible día cuando perdí mi vida por su culpa—. Esto es por Beth, espero que ardas en el infierno —le clavo con más fuerza el pequeño artefacto y lo suelto bruscamente, él cae al suelo y se retuerce de dolor—. El que está hecho mierda ahora eres tú —exclamo escupiendo sangre de la boca, es bueno sentir dolor de nuevo, me siento vivo, humano, invencible.
«Está es la mirada de un asesino», soy un asesino y eso nunca cambiará, nadie podrá cambiarme.
El espejo me llama, tengo que volver antes de que amanezca, antes de que el sol brille sobre Stonehenge, dejo el cadáver en el suelo, en aquel callejón solitario y regreso por el mismo lugar que he venido, atravieso la calle bajo la lluvia y la obscuridad del anochecer.
†††††
BROOKE.
Al llegar a la mansión siento el ambiente frío, el espacio se siente vacío, no escucho nada más que mi respiración y las gotas de la lluvia chocando contra las ventanas, afuera hay una tormenta y no veo nada más que una profunda oscuridad.
Subo las escaleras y abro la puerta de mi habitación, estoy a punto de entrar, pero por alguna razón desconocida miro al fondo del pasillo, la puerta está entre abierta y está rechinando por el soplo del viento en el interior de la habitación. Camino lentamente hasta allí, abro la puerta y mi corazón se detiene en ese instante, no esperaba encontrarme a Aarón ensangrentado, él está mirándome al otro lado del espejo, sus ojos celestes transmiten frialdad, tiene en su rostro algunos golpes y cortes, de las heridas se desprenden gotas de sangre, su ropa está manchada de sangre al igual que sus manos, verlo en este estado me aterra, estoy en shock.
Pasa sus manos sobre su cabello y desvía su mirada de la mía, cierra los ojos durante algunos segundos y después me mira, se incorpora y da un paso al frente, inconsciente de lo que hago camino hacia él y me detengo a escasos centímetros de distancia, frente al espejo.
Siento escalofríos que recorren mi cuerpo y mis manos tiemblan con nerviosismo, siento miedo en cada centímetro de mi cuerpo, pero no me aparto ni digo nada.
—Quédate, no des marcha atrás, por favor, no te vayas —dice suplicante y deja caer el cuchillo (cubierto de sangre) al suelo.
Doy media vuelta, me recargo en el espejo y lentamente deslizo mi cuerpo hasta tocar el suelo, coloco los brazos sobre mis rodillas y inclino mi cabeza hacia atrás, apoyándome contra el espejo. Aarón hace lo mismo, se recarga en el espejo y se deja caer al suelo, apoya sus codos sobre sus rodillas y suspira.
Estamos en un mismo lugar, en un mismo momento, juntos, pero a la distancia, separados por un insignificante espejo, él se encuentra en el interior del mismo y yo al otro lado. Ambos apoyamos nuestra cabeza sobre el cristal y cerramos los ojos escuchando el sonar del viento, el estruendo de los truenos de la tormenta, la lluvia cayendo y golpeado la ventana. En ese momento todo se detuvo, solo escuché los latidos de mi corazón y la ausencia de sus latidos.
—No sé en qué me estoy convirtiendo, Brooke, ayúdame por favor —repite con voz suplicante—. Siento que me estoy consumiendo.
—Te ayudaré, solo dime qué puedo hacer para salvarte —mi voz sonó casi inaudible, como si le dijera esas palabras al viento.
—Necesito tiempo, pero a cada segundo se agota más y más, Brooke, tú eres la única que puede destruirme, hazlo ahora para que duela menos, debes detenerme antes de que te haga daño, ayúdame a poder salvarte —susurra en voz baja.
Se separa del espejo y voltea a verme, su semblante es serio, parece dolido, derrotado, profundamente destruido.
Su mano atraviesa el espejo y la coloca suavemente sobre mi hombro, siento su aliento cercas de mi oído, cierro los ojos ante su contacto, quiero decirle que estoy aquí para él, que no está solo y me tendrá a su lado pase lo que pase, pero las palabras se traban en mi garganta.
No pienso en él como un fantasma, para mí Aarón no significa destrucción, significa reconstrucción del alma, es el fantasma que significa todo siendo nada.