El Fantasma Que Todo Lo Ve

By FabiolaSanchezGutier

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¿Te atreverías a enfrentarte con el espejo del mal para acabar con el peligro que amenaza con destruirte? Ant... More

🔪Sinopsis🔪
†Playlist†
†Reconocimientos†
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EPÍLOGO

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By FabiolaSanchezGutier

Voy observando el largo camino de la carrera, la ventanilla está abierta, observo detenidamente las casas y los árboles que se van quedando atrás, algunas aves volando en lo alto del cielo. Siento la brisa del viento en mi rostro y el aire alborotando mi cabello rojizo en todas direcciones, los rayos del sol rozando mi piel. Las nubes están dispersas en el cielo, la brisa del aire sopla en la dirección contraria, la luz del día cubierta por la niebla grisácea. Volteo a ver el espejo retrovisor, aún recuerdo la última vez que estuve aquí, sigo siendo la misma que fui antes, solo que está vez no he venido con mis padres.

El conductor se detiene frente a una mansión grisácea con campos abiertos a su alrededor, bardas de metal repletas de enredaderas secas y un camino de rosas marchitas que dirigen hacia la entrada. No puedo quejarme, me imaginaba algo más horrible que esto.

—¿Usted está segura que quiere vivir en este lugar? La entendería si desea rentar alguna casa del vecindario —dice la señora de bienes raíces a mi lado.

—Tengo que quedarme, le prometí a mi madre que cuidaría la casa de mis bisabuelos este verano.

Bajé de la camioneta y contemplé la mansión con atención acercándome lentamente. Las hojas marchitas de los árboles caen en todas direcciones al soplar del viento, las ramas de los árboles crujen con el movimiento del viento.

Cuidadosamente aparto las ramas que cubren un letrero desgastado y oxidado, el cual dice en letras rojas PROHIBIDO ENTRAR, frunzo el ceño confundida, cuando suelto las ramas secas una de las mismas hace un corte desde mi muñeca hasta mi palma y la herida comienza a sangrar.

—Demonios —exclamé por lo bajo limpiando la herida con un pedazo de papel que traía en mi bolso.

Repentinamente siento una mano posarse sobre mi hombro y me sobresalto asustada. 
—Señorita Parks, ¿Se encuentra bien?

Me relajo al escuchar la voz de la Sra.Rosa, quien me mira preocupada por alguna razón que desconozco.

—Si, todo bien —cubro la herida con mi suéter y cambio el tema de conversación para aliviar el ambiente tenso—. Se nota que el jardinero a hecho un gran trabajo con las flores y árboles, no están secos como imaginaba.

—De hecho no hay jardinero, el lugar parece tener vida propia, nadie se ha atrevido a pisar un escalón de esa casa desde hace más de 80 años.

—Me alegra ser la primera que lo hará —exclamo entusiasmada dando un paso hacia delante, inesperadamente la Sra.Rosa me detiene del brazo.

—Si entra allí no habrá vuelta atrás, en el vecindario se dice que está es la mansión prohibida.

—Es una mansión no una casa embrujada, me quedaré algunos meses y después me iré, además, mi amiga Sol viene en camino, las dos viviremos aquí.

—Se nota muy segura, me alegra que una chica tan educada sea la heredera de la mansión —dice ella abriendo el portón oxidado y me invita a seguir caminando. En ese momento suena su celular y atiende la llamada alejándose a una distancia considerada.

—Mi madre me ha contado maravillas de tu familia, siempre fueron bondadosos y amables con cada persona del vecindario —menciona una chica de baja estatura a lado mío. Ella tiene el cabello rizado, su piel es blanca y sus ojos verdosos.

—De hecho, mi madre me contó que mi bisabuela tenía una valiosa amistad con la familia Benson —confesé sonriente.

—Si, nuestras bisabuelas eran inseparables —afirma ella con la mirada fija en la mansión.

—Chicas, arreglaré algunos detalles con los señores de la mudanza, ustedes pueden adelantarse —nos dice la Sra. Rosa.

—Vale —respondo amablemente dirigiéndole una sonrisa sincera—. Un gusto conocerte, soy Brooke Parks.

—Diana Zoe Benson, puedes llamarme Zoe.

—Ok, Zoe.

Miro a mi alrededor y contemplo con atención las flores negras del patio principal, el césped está cubierto de ellas.

—No sabía que existían flores de ese color, es extraño —señalo las rosas con el ceño fruncido.

—Viniendo de la familia Parks no me parece demasiado extraño, tu bisabuelo fue un gran científico, el mejor de su generación, experimentaba con cada pétalo de rosas en su propiedad, ¿No lo sabías?

—Mis padres nunca han hablado de ellos, es un tema del que nunca trataban en casa, quizás eso lo explica todo.

Ambas sonreímos simultáneamente, estoy segura que ella y yo nos llevaremos bien.

Zoe saca una llave de su bolsillo,—Mi madre quería venir a recibirte personalmente pero tuvimos una visita por la mañana y no pudo venir.

—Tranquila, está bien.

Las dos subimos los escalones de madera que conducen al porche de la mansión.

Ella introduce la llave en la perilla de la puerta y la gira con fuerza ya que la cerradura está oxidada.

—Parece que tendré que hacer demasiadas reparaciones.

—Vaya que sí, es un milagro que la madera siga intacta, ya han pasado décadas, por lo que se ve los años le han pasado por encima —exclama ella forcejeando la cerradura—. ¿Puedes ayudarme a empujar la puerta?

—Por supuesto.

Ambas empujamos con fuerza la puerta de madera, la cual rechina y tras una docena de intentos se abre de par en par.

Las dos tosemos por el polvo que se ha esparcido alrededor, el piso se ve bastante desgastado, con astillas y hoyos profundos. Doy un paso dentro de la casa y siento un escalofrío inquietante recorrer mi cuerpo.

—Hace frío aquí adentro, necesitarás ambientadores en las habitaciones o contraerás un resfriado.

—Si, definitivamente harán falta.

—No tienes que quedarte aquí si no lo deseas, en mi casa hay habitaciones disponibles y...

Niego con la cabeza, —Tranquila, estaré bien, mañana llegará mi amiga y la casa ya no se sentirá tan vacía.

Ella me dirije una sonrisa intranquila y da un paso hacia enfrente parándose a mi lado.

—Por cierto, mi madre dijo que los muebles pueden desplomarse abajo en cualquier momento, será mejor cambiarlos pronto —señala un par de muebles desgastados que se encuentran cubiertos de un plástico transparente cubierto de polvo y telarañas.

—He traído los muebles de mi departamento, creo que serán suficientes.

—Estupendo, espero no te moleste Brooke, me tomé el atrevimiento de decirle a mis amigos que mañana mismo vengan a ayudarte a bajar y acomodar muebles.

—No es una molestia, de hecho sería amable de su parte y se los agradecería demasiado, no creo que pueda hacer mucho yo sola.

La madera truena a cada paso que damos, por suerte nunca he tenido miedo de entrar a mansiones abandonadas o a casas deshabitadas, aunque he visto decenas de películas de terror relacionadas a lo mismo.

—No quiero dejarte sola, pero mamá necesita ayuda en casa.

—Ve con ella, ya es tarde y no quisiera que te ocurra nada malo por mi causa.

—En absoluto, el pueblo de Stonehenge es seguro, nada malo sucede a menos que uno mismo lo provoque, jaja, es broma —ambas soltamos una carcajada que hace eco en las paredes—. Ten mucho cuidado —me dice caminando hacia la salida.

—Vale, lo tendré, gracias Zoe.

—Nos veremos mañana entonces.

Ella atraviesa la puerta, dejando en absoluto silencio la casa. Yo suspiro agotada, este día ha sido demasiado complicado para mí.

Me acerco a la ventana, miro a través del cristal y noto un peculiar mensaje escrito en el vidrio.

Debes marcharte

Me estremecí al leerlo y coloqué mi mano sobre el cristal sintiéndome confundida.

—Señorita Parks, ¿Todo en orden?

Volteo a ver a la Sra.Rosa, ¿Acaso tiene la costumbre de aparecer de un segundo a otro, o querrá causarme un infarto?

—Creí ver... —vuelvo mi mirada al cristal, pero ya no hay nada escrito en el.

—¿Decía algo?

Miro a la Sra.Rosa, —No, nada —respondo nerviosa.

—Bien, cambiando de tema, ya todo está resuelto, mañana vendrán los de la mudanza a bajar los muebles, ellos estarán a su disposición. Si tiene alguna duda puede llamarme, estaremos en contacto.

—Es usted muy amable, gracias.

—No es nada, sus abuelos vivieron toda su vida en este pueblo, le debemos mucho a la familia Parks, esto es lo mínimo que puedo hacer.

Le sonrío agradecida y la acompaño a la puerta sintiéndome angustiada por lo que vi hace un minuto.

—Gracias, Sra.Rosa.

—No fue nada, hasta luego muchacha —ella da media vuelta y se aleja con la carpeta de anotaciones en la mano.

El aire se suelta bruscamente, el polvo se esparce en el espacio, cierro la puerta, la misma rechina aturdiendo mis tímpanos.

—Espero encontrar un sillón para dormir está noche.

Comienzo a inspeccionar la casa; la cocina, la sala de estar, el comedor y las demás habitaciones del primer piso. Siendo sincera ya estoy odiando los rechinidos de la madera cada vez que doy un paso. Coloco una canción de fondo en mi celular y continúo mirando las paredes de color blanco, desgastadas por el paso de los años, los muebles, los marcos en las paredes y los porta retratos con polvo.

Me recargo en la pared y suelto un largo suspiro, tendré que hacer muchas reparaciones, comenzando con la cocina.

Después de un gran rato limpiando los retratos y barriendo el piso me quedé dormida en un sillón, pero entre sueños escuché dos golpes al otro lado de la pared y me sobresalté enseguida.

—Brooke —escuché en susurros—. Brooke, debes venir conmigo.

Miro en todas direcciones, ¿ya estoy imaginando cosas? Me froto los ojos y apago la música,  los golpes se escuchan cada vez más lejos, pero aún puedo oírlos, no son parte de un sueño, estoy segura de eso.

Me incorporo del sofá y camino hacia las escaleras.

—Brooke, no imagines cosas donde no las hay —me digo a mi misma subiendo las escaleras.

Piso el tercer escalón, me siento muy nerviosa, no llevo ni tres horas aquí y ya estoy enloqueciendo.

Al llegar arriba observo la oscuridad del pasillo al fondo del segundo piso, enciendo la lámpara de mi celular, siento que algo corre bajo mis pies y al alumbrar en esa dirección distingo a una rata que se pierde en la oscuridad. El aire sopla afuera y hace eco en las habitaciones. Abro una a una las puertas en busca de ese extraño ruido, ya solamente me falta una puerta que me resulta inquietante pues sigue en perfectas condiciones, no luce desgastada ni quebrada como todas las demás.

Intento abrir la cerradura pero la misma tiene seguro por dentro.

—¡Rayos!

Empujo con fuerza la puerta, se abre abruptamente dejando a la vista una habitación de color grisáceo, una enorme sábana cubre un mueble y un plástico desgastado protege un precioso piano gris. Vaya, que sorpresa.

En una de las esquinas veo una ventana que deja a su paso los rayos del atardecer, los cuales alumbran la sábana blanca.

—Estás cerca, muy cerca —escucho de nuevo ese susurro, no estoy segura si viene de mi cabeza o de está habitación, claramente estoy alucinando.

Doy tres pasos hasta estar de frente a la sábana que se mueve por la brisa del viento. Jalé la misma con mi mano libre, la misma cayó al suelo esparciendo el polvo a mi alrededor, poco a poco veo con más claridad que la sábana estaba cubriendo un espejo dorado, el marco parece de oro y el lustrado muestra las iniciales A.D.R.

—¡Que hermoso! —toco el espejo apenas rozo mis dedos con el marco cuando la ventana se abre de improviso y las ramas del árbol chocan contra el cristal, me aproximo a cerrarla y en el reflejo del cristal noto que curiosamente el espejo está posicionado en dirección al piano.

Me acerco al piano con tranquilidad, le quito el plástico de encima y me siento en el sillón de terciopelo.

Toco la primera nota y me dejo llevar bajo la hipnotizante melodía como no lo hacía desde hace años. 

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