No te despiertes.

By DekaOntiveros

3.1K 210 40

«El sueño es una parte integral de la vida cotidiana, una necesidad biológica que permite restablecer las fun... More

Capitulo uno.
Capitulo dos.
Capitulo tres.
Capitulo cuatro.
Capitulo cinco.
Capitulo seis.
Capitulo siete.
Capitulo ocho.
Capitulo nueve.
Capitulo diez.
capitulo once.
Capitulo doce.
capitulo trece.
Capitulo quince.
Capitulo dieciséis.
Capítulo diecisiete.
Capitulo dieciocho
capitulo diecinueve.
Capitulo veinte.
Capítulo 21
Capítulo 22
Capitulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capitulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29.
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capitulo 33
Capítulo 34.
Capitulo 35.
Capítulo 36
Capítulo 37
Capitulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40.

capitulo catorce.

111 6 0
By DekaOntiveros

Capitulo catorce

¿Cómo se suponía que iba a contestar un examen de química, cuando todo el cuerpo me dolía? Golpeaba impaciente el lápiz contra la banca, ¿no se supone que tus músculos se acostumbran al ejercicio físico después de algunos días?

Resoplé con irritación y mi compañero de mesa alzó una rubia ceja hacia mí, yo solo le sonreí restándole importancia, dejaría esa última reacción sin contestar. Guardé mis cosas y fui directo a entregar el examen. El profesor lo arrebató de mis manos, parecía que alguien tenía el temperamento de una adolescente con menstruación.

Era viernes y todo el mundo se movía más deprisa de lo normal luchando por salir de aquella “cárcel”, las hormonas en el viento se podían cortar, y, ¿por qué? Por la enorme fiesta que harían cerca del lago en honor a Abbie Hale, la misma, la ex de Steven. Me agarré el cabello en una coleta de caballo, fingiendo que no me molestaba el asunto, ¿y qué? ¿Qué pasa con la tipa porrista y guapa? Que de su fiesta. Pero, ¡¿por qué estaba tan irritada por eso?!

Al llegar a mi casillero metí mi cabeza en él para intentar respirar con un poco más de tranquilidad. Olía a metal y fresa porque hace unos meses había derramado mi batido dentro de éste; hasta mi casillero era patético. De pronto la cadena alimenticia de la preparatoria estaba aplastándome, esto pasa por interesarme en un chico, yo estaba bien siendo la chica con el súper poder de pasar desapercibida o la chica amiga de esa otra chica. Quizás fuera yo la adolescente con menstruación. Le eché una mirada a mi calendario de Batman, aún faltaban unos días para ese suceso, era por eso que estaba tan susceptible acerca de fiestas y pompones.

Tomé mi cuaderno de literatura y cerré mi casillero.

—Sí que te ves mal hoy —un escalofrío me recorrió la nuca.

—Gracias, eres muy amable —dije con sarcasmo enfrentando la mirada intensa de Steven.

—Sé lo que las chicas quieren oír —se mordió los labios y me guiñó el ojo.

Su comentario no había ayudado a estabilizar las emociones de hace unos instantes.

—Arrogante —susurré y volví a abrir mi casillero para pretender buscar algo solo para fingir que no le ponía atención. El letrero de “patética” estaba colgado en mi frente.

—¿Harás algo hoy en la noche? —se acercó aún más, recargándose en el casillero de al lado.

—No, pero estoy segura que tu sí —¡¿De dónde vino eso?! ¡Dios llévame ya!

Él parecía sorprendido por mi respuesta cortante, quiero decir…, siempre nos habíamos llevado bastante pesado, pero esto era diferente.

—Que bien informada estás, ya te dije que dejes de espiarme —estaba más cerca, podía sentir su mirada intensa y absorbente sobre mi rostro, de nuevo me asombraba que su olor no me fastidiara, y hasta me gustara, olía como a un bosque durante la mañana.

—No es difícil darse cuenta de lo que ustedes hacen —dejé de buscar algo inexistente y lo encaré.

—¿Nosotros hacemos? —fingió sorprenderse. —¡Ah claro! Nosotros los populares —se rio con descaro.

Aguardé hasta que terminara de burlarse.

—¿Ya acabaste? —me crucé de brazos.

—¿Por qué no iras a la fiesta? —preguntó a la ligera como si fuera una charla de lo más casual y no una pregunta que implica en qué nivel estás en esa escuela.

—Por qué no fui invitada, quizás —dije irónica con cara de “¿es enserio?”.

—Bien, yo te invito entonces —alzó sus cejas.

—Así no es como funciona —lo contradije.

—¿Por qué? ¿Crees que debe llegarte una invitación sellada a tu casa, con tu nombre? —metió sus manos dentro de los bolsillos de sus jeans con actitud despreocupada. —Esto es la preparatoria Jena.

Sopesé la idea durante un momento mientras me mordía la parte interna de la mejilla.

—Nadie sabrá quién soy —dije por fin.

—¿Esa es tu excusa? —parecía que iba a volver a estallar en carcajadas. —Nadie sabe quién es la mitad de los sujetos que van.

—Además, creo que saldré con mis amigas —solté sin más, cuando una voz a mis espaldas me llamó.

—Pues claro que saldrás con nosotras Jena —me giré para ver a Alex sonriéndome, con su mochila al hombro.

Volví mi mirada a Steven, “ya lo ves”, quise decirle.

—E iremos a la fiesta —¡¿Qué?!

—¿Alex? —¿Algún alien la había autopsiado?

—Jena, no vamos a ser adolescentes para siempre, cuando tengamos treinta no podremos ir a fiestas como ahora, seremos como esas señoras a las que alejan del grupo como si fueran la peste negra —miró a Steven en busca de refuerzos.

—Además, solo estaremos en el bosque, no habrá nada más, lo prometo —batió sus largas pestañas caídas.

Ambos me miraban y estaba acorralada, mi suspiro fue la respuesta, y ellos chocaron palmas celebrando frente a mi cara.

.

—Esas canciones me deprimen —dije mirando a Rachell a mi lado, tarareando las canciones de Taylor Swift.

—¿Estás loca? Todas las chicas aman estas canciones —mi amiga se cruzó de brazos.

—Solo porque son pasivo-agresivas —dijo Steven desde la parte de atrás del auto.

—Algunas somos más una cosa que otra —Emil hablaba juguetonamente acariciando el hombro de Alex.

Miré por el retrovisor cómo Steven las veía con algo muy parecido a la curiosidad. Supe por su sonrisa de lado que diría algo inadecuado, pero lo corté.

—Steven, aun no entiendo qué haces en mi auto —encendí las luces, estaba anocheciendo y pronto era la salida al bosque.

—Me llevas a una fiesta —me miró con ojos muy abiertos, como un cachorro que espera la recompensa por algo bien hecho.

Quise golpearme el rostro con la palma de la mano pero no podía despegar la mirada del camino.

Mis amigas rieron un poco.

—Es tan tierno —sin duda mi copiloto estaba de acuerdo conmigo en lo que al cachorro se refería.

—Solo digo que tienes tantos amigos que podrían llevarte.

—Todos van con sus parejas —se hundió en el asiento. —No quería hacer mal tercio.

—Y preferiste venir aquí a hacer mal quinteto —ironicé mientras miraba a mi amiga. Rach no había pasado por alto ese comentario sobre que todos llevaban a sus novias, Jeremy le había dicho que la vería allá, sin duda no era el desplante mundial pero la había herido.

—Bien, me atrapaste —se inclinó hacia delante. —La verdad es que quería pasar más tiempo contigo —y pasó sus largos brazos alrededor de mi asiento para tocar mis mejillas.

—¡Aléjate! —chillé, haciendo zigzaguear el auto. —¿Nunca te explicaron no molestar al conductor? —mi cara estaba sintiéndose acalorada.

Notaba la mirada de mis amigas, todas sospechando, haciéndose ideas en su mente, casi podía escuchar los engranes en su cabeza encajando las piezas de un rompecabezas.

—Y…, Steven —Rach se giró en su asiento para hablar con el chico. —Jena me dijo que eres aficionado a la magia —sus ojos verdes se abrieron curiosos.

—No puedes parar de hablar de mí, ¿verdad? —su rostro denotaba autosuficiencia.

—El término que usé fue “un friki sin nada mejor qué hacer” —puntualicé.

—Rompes mi corazón —dramatizó.

—Que el corazón es un órgano, no se puede romper —me forcé a reprimir una sonrisa.

—¿Siempre es así de fría? —miró a mis amigas.

—No te imaginas cuanto —respondió Alex con una enorme sonrisa.

No pude contener mi sonrisa durante más tiempo.

Finalmente llegamos al lugar de la fiesta, era en el bosque cercano, con una fogata, la música de los autos y cerveza. Miré las sombras de los ahí reunidos, los hombres parecían de lo más normal, con sus camisas tipo polo, camisetas y jeans, pero las chicas, todas lucían escotes y piernas, no importando que el viento soplara de lo más fuerte. Me acurruqué aún más en mi chaqueta de cuero, pensando que realmente me gustaba estar calientita más que “ser caliente”.

Emil y Alex pronto desaparecieron de nuestra vista, lo cual no era raro. Cuando Alex no tenía novia, siempre, en todo lugar, encontraba una nueva conquista.

Rach, Steven y yo caminamos durante unos minutos, mi amiga buscando a su novio mientras “el-friki-sin-nada-qué-hacer” me susurraba los nombres de las personas a las que iba saludando, pero en un par de ocasiones solo decía:

«—No sé quién demonios es.»

Tal vez debía sentirme ofendida o mal, pero solo me reía, él era un desfachatado.

—Eres mala persona, no deberías ser permitido en la sociedad.

—No puedo evitar que me amen —cruzó sus manos por la parte trasera de su nuca.

Me reí sin importarme quién pudiera escucharme, por un momento me olvide de donde estaba y de quienes me rodeaban.

—¿De qué se ríen ustedes dos? —mi amiga nos alcanzó con una cara de preocupación evidente.

—Nada importante —le resté importancia.

—No logro encontrar a Jeremy —miraba hacia todos lados, pero realmente la hora y la fogata no ayudaban.

Steven se puso de puntillas y comenzó a mirar.

—Ahí, a un lado de la Chevrolet —apuntó.

De inmediato la cara de mi amiga se transformó a una de alegría total. Ciertamente que una persona pudiera cambiar tu ánimo, no me parecía lo más saludable, pero ellos decían que era amor.

—Vengo en seguida —y dio media vuelta para perderse entre la multitud.

Era obvio que no regresaría.

Miré a Steven, pensé que él la seguiría para saludar a sus amigos, pero no lo hizo, sólo la observó marcharse.

—¿Lo ves? Soy asombroso, aparecí un novio.

—Debiste aparecer a uno mejor —miré hacia otro lado.

—Qué dura, es mi amigo —contrariamente a lo que dijo no sonaba ofendido.

Inicié la marcha sin un rumbo marcado, solo quería alejarme, empezaba a sentirme insegura de estar allí, porque era obvio que en cualquier momento él se marcharía y yo quedaría sola, en una situación por demás incomoda, que fastidiaría todo mi fin de semana.

—Pensé que irías con ellos —continúe caminando y mirando hacia el frente.

—¿Querías que fuera con ellos?

—No.

—Ahí tienes tu respuesta.

Los bichos en mi estómago estaban a punto de cavar un agujero para salir volando.

Ambos llegamos a una camioneta que tenía la cajuela abierta, Steven se aproximó y saco dos cervezas que destapó rápidamente.

—¿Quieres? —me ofreció la bebida.

Dudé un momento.

—Realmente no le veo lo malo a que una mujer beba —parecía leer mis pensamientos.

—No esperaba tu aprobación —tomé la bebida de su mano.

—Claro, eres una mujer fuerte e independiente —fanfarroneó para después beber un poco de la botella.

Le di un pequeño trago a la mía.

La verdad era que yo bebía, no como para caerse y vomitar, pero lo hacía, sin embargo, tal vez sí había querido que él dijera algo como aquello.

Caminamos un poco más, alejándonos de la fogata y de las personas, que sin embargo no dejaban de saludar a Steven.

Paramos un poco lejos y nos sentamos en un tronco, cada uno en un extremo apoyando una pierna en éste. Bebí un poco más y miré el cielo.

—Te hace sentir insignificante, ¿no?

Él solo siguió mi mirada.

—A veces siento que me va a caer encima y me va a engullir —continúe hablando sin importarme si él respondía o salía huyendo.

—No soy muy fan del sentimiento de inferioridad —pero parecía todo lo contrario porque seguía observando el cielo con detenimiento.

—Cómo eres un egocéntrico no debería decirte esto, pero hay una teoría que dice que todo lo que vemos y hacemos no es más que un holograma, somos el experimento de alguien más que controla lo que hacemos.

—Somos los sims1 de alguien —guardó silencio. —Tus charlas sí que son motivadoras.

—Solo digo lo que sé.

—Creo que te gusta la ciencia.

—La ciencia me parece un sitio a salvo, todo tiene una explicación —un sentimiento de incomodidad me recorrió el cuerpo.

—¿Crees en Dios? —ahora me miraba fijamente.

Puse ambas plantas de mis pies sobre el suelo y suspiré antes de contestar.

—Sí, pero no como que Dios puso al hombre y mujer en el mundo, sino que Algo puso la primera micro partícula que hizo que todo se desarrollara —apresuré otro trago dentro de mi garganta. —¿Y tú? —yo tenía una idea de lo que él podría responder pero por alguna razón sentía que estaba equivocada.

—No —dijo por fin con un rostro serio.

—Alguien como tú que pelea contra entes y demonios, ¿no cree? —sinceramente estaba sorprendida.

—Por eso mismo es que no puedo creer —guardó silencio y frunció el ceño. —No puedo creer que alguien nos haya puesto en el mismo mundo donde habitan ellos y otras desgracias. Es como un padre que abandona a sus hijos —notaba el rencor en sus labios.

—Los padres no pueden cuidarnos por siempre —había una sensación amarga en mi boca.

—Un padre tampoco te abandona —tomó una piedra del suelo y la lanzó a lo lejos.

Se notaba incómodo, tampoco era mi intención presionarlo hasta el final.

—Puedo lanzar más lejos que tú —tomé una piedra e iniciamos una competencia.

A veces, cuando hablábamos de esta manera, me parecía increíble que fuera el mismo chico que antes bromeaba y jugueteaba. Me preguntaba si alguien, alguna vez, lo conocería realmente; era como una persona tan compleja que hasta podía provocar algo de miedo. Pero por alguna razón yo no estaba saliendo corriendo, como sabía que debía hacer.

Continue Reading

You'll Also Like

21.3K 1.7K 11
Amor y Guerra son dos lados de la misma moneda. Para Henry, quien ha estado enamorado de la misma chica por años, y Conrad que ha encontrado por prim...
15.3K 3.2K 27
Marcus juró que nunca volvería a amar. Luego de regresar a Nueva York por petición de su padre, Marcus intenta retomar su vida, intentando ignorar la...
2.9M 171K 105
Libro uno de la Duología [Dominantes] Damon. Un hombre frío, amante de los retos, calculador... decidido. Se adentra en un mundo desconocido, donde l...
50.3K 1.8K 38
en esta historia seras Mia 🔞