No cuelgues los guantes

由 Yiemir_Yiemir

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SEGUNDA PARTE DE "FUERA DEL RING" Bailarina de ballet de día, boxeadora de noche. Paige Tucker Spear es la "D... 更多

Sinopsis
Personajes
Prólogo
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Bonus Capítulo Especial: Amy & King
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Bonus Capitulo Especial: King & Amy
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Epílogo
Curiosidades de la novela

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由 Yiemir_Yiemir

Paige:

Bajo la ventanilla de mi lado e inclino la cabeza para observar el edificio, sonrio y me vuelvo hacia él, cerrando la ventanilla.

—¿Aquí vives?

—En el quinto piso.. —Max vuelve a arrancar cuando las puertas del estacionamiento del edificio se abren.

Bajamos por el subterráneo y mientras el maneja, no puedo evitar observar el lugar, Maximiliano obtiene un sitio vacío y se vuelve hacia mí.

—¿Bajamos?

Asiento con la cabeza, salgo de coche antes que él y lo rodeo hasta llegar a su lado, cuando el sale y cierra la puerta, me doy cuenta de lo que lleva en las manos.

—¿Qu...?

Max le pone seguro a las puertas del coche y levanta el vendaje rojo.

Arqueo una ceja.—¿Vas a jugar las 50 sombras conmigo o cómo?

Él se ríe. —Solo si me permites hacerlo.

Pero que oferta.

Me rodea, hasta estar a espaldas de mí y coloca la venda a la altura de mi cuello. La eleva hacia mis ojos y me oculta la vista con ellos.

—Es parte de la sorpresa.

—¿Cómo voy a caminar si...—Me detengo al sentir su mano tomar la mía, entrelaza nuestros dedos y yo sonrio. —Oh...

Guía mis pasos y noto que llegamos a un ascensor, subimos en el y cuando este para, debo sujetarme de las barandas.

Ambos reímos.

Max me guía un par de pasos más después de bajar del ascensor y nos detenemos frente a lo que debe ser una puerta.

—Ya llegamos.—Me anuncia.

Escucho el sonido de sus llaves y luego la puerta abrirse, otra vez me ayuda a caminar, esta vez dentro de su departamento.

Paramos y..—¿Ya puedo quitarme o...

La venda deja de apretar mis ojos, cae hasta mi cuello y pestañeo un par de veces antes de abrirlos.

Y me lleno de sorpresa.

No son rosas rojas o blancas las que se encuentran sobre la cama, son orquídeas y me gusta que haya sido original en algo común que hacen las parejas, como adornar la habitación.

Camino alrededor del dormitorio, paseándome hasta llegar a las cómodas al lado de la cama. También hay orquídeas.

Sonrio y me vuelvo hacia mi novio. —Max...

—Felicidades por tu recital, Paige.

Mi sonrisa crece. —¿Entonces el sexo es tu manera de felicitarme..?

Se ríe.

—No lo has visto todo.

Alzo las cejas, Maximiliano me toma de la mano y me hace caminar delante, mientras me da indicaciones de cómo llegar al baño.

Encuentras lo típico que hay en un baño, pero también tiene una pequeña ducha, pequeña porque el jacuzzi ocupa todo el especio y ahora mismo se encuentra decorado con velas y orquídeas alrededor y pétalos flotando sobre el agua.

—Solo si quieres una segunda ronda.

Rompo a reír.

Max se acerca a tomar una orquídea de color blanco y vuelve a mi lado entregándomela, la recibo y en todo momento mi corazón no ha dejado de acelerarse.

—Tal vez no tengas mucha suerte. —Me burlo y él sonríe. —Es hermoso, Max, gracias...

—¿Saque tu lado cursi, Dinamita Roja?

Asiento con la cabeza. Me inclino a besarlo y sus manos me sujetan la cintura.

—Aún no hemos brindado. —Jadea sobre mis labios. Antes de quejarme, me toma del brazo y me lleva con él.

—¿Demasiado romántico?

Niego con la cabeza y le rodeo el cuello con los brazos.

—Quizás cursi.

Ambos reímos, Max me sostiene de las caderas y me levanta, mis muslos lo aprietan alrededor, mientras sus pasos me llevan conmigo a la cama.

—Creí que íbamos a brindar.—Digo apoyando mis codos sobre el colchón.

Max me da una sonrisa y camina hacia la cómoda, donde hace unos minutos ignore los dos vasos junto al champagne.

Max sirve los dos vasos y me entrega uno. Sonreímos y acerco mi vaso para hacerlo chocar con el suyo, pero Max lo aleja.

—¿No me dejaras decir unas palabras?

Choco nuestros vasos mientras rio y llevo enseguida el filo a mis labios, inclinando el contenido dentro de él y bebiendo todo, lo he hecho tan rápido que siento un piquete en la cabeza, pero enseguida vuelvo a sonreír y le quito su vaso aun con champagne lleno.

Estiro mi cuerpo y mi brazo y lo dejo sobre la cómoda, entonces enredo los brazos alrededor de su cuello. —Ahora vayamos a lo importante.

Se ríe sujetándome la cintura, pero responde a mi primer beso, un incentivo a todo lo que tendrá de mí esta noche.

Jadeo sobre sus labios y nos miramos a los ojos.

—Nunca conocí a una chica tan desesperada por perder su virginidad.

—Jamás has conocido una chica como yo.—Le digo segura, no se si el haber tomado el champagne tan rápido acelero mi embriagues o solo estoy caliente, pero ya he puesto las manos sobre su pecho.

Bajo los dedos y me muerdo los labios, introduciendo mi tacto dentro de la tela de su camisa. Max me sonríe y se estremece, lo siento duro en la piel marcada y lo hago sufrir más apartando las manos, para ocuparme de botón por botón.

Le desabrocho uno y luego otro, hasta tener la musculatura de su abdomen con libertad para hacer lo que se me plazca y un impulso descontrolado lanza descargas suaves en mi lengua, mi mente demanda y claro que quiero inclinarme a probar, pero entonces siento su tacto en mi cara.

—No seré el único que va a desnudarse.

Alzo las cejas y Max se inclina a besar mi cuello, aprieto con suavidad los parpados, mientras sus manos se deslizan por mi espalda con facilidad ahora que tengo el cabello recogido por las trenzas que usa Myrtha y que no le complican demasiado enredar los dedos.

La presión de sus yemas me quema cuando llega a mi abdomen y eleva los delgados filos de mi blusa hacia arriba, levanto los brazos y dejo que continúe, le digo adiós a la prenda y con sus ojos fijos en mí, siento como por detrás, sus dedos desprenden el broche del sujetador y mis senos de lo apretados que están se sienten liberados.

Max me besa en el hombro y a su vez baja la tira, una a una, como yo hice con los botones y quizás este sea su método de venganza. Sus besos siguen un camino recorriendo de los hombros al centro de mis senos, también se deshace del sujetador y su saliva me provoca dar un respingón cuando hace contacto contra el medio.

Su nariz roza mis senos y levanta la mirada a mi cara.—Eres hermosa. —Pronuncia, jamás creí que esas dos palabras podrían acelerarme tanto el corazón.—Arriba en el escenario, eras la más hermosa de todas.

—Tampoco te veías mal.—Respondo colocando ambas manos en su hombros, sujeto la tela y tiro de ella bajándola.

Max deja caer la camisa.

—En este traje te veías muy atractivo.

Aunque sin él se verá más.

muerdo mi labio ante el pensamiento lleno de perversión.

Max sonríe y me gusta este juego de yo desnudarlo, el desnudándome. Mi pulso se dispara y tengo un nudo en la garganta cuando mis ojos abandonan ese rostro e incluso ese torso marcado sin exagerar.

Y al final llego al único broche en sus pantalones, inicio mi camino hasta el bulto que parece crecer cuanto más baja mi mano y Max me deja continuar.—Lo quiere tanto como yo.—Deslizo el cierre hacia abajo y tengo el corazón en la garganta, mis labios se separan en cuento lo veo sobre salir del bóxer.

Meto la mano y lo sujeto, un jadeo y la mirada llena de deseo sale y se planta sobre mi cara. Rozo los dedos como una inexperta, aunque a Maximiliano parece gustarle, mis dedos palpan la longitud y en mi mente trato de medir lo largo que es.

No es momento para eso, Paige.

Mi cara arde, me concentro en que disfrute, aunque en ningún momento desde que inicie con las caricias me ha dado señal de que lo estoy haciendo mal.

Max disfruta de mi tacto, de cómo mis dedos se deslizan en el largo y mi mano se cierra alrededor, envolviendo el gruesor. Sus gestos son algo que quiero conservar y sigo el ritmo de las caricias en busca de encontrar nuevos gestos que desee mantener vigentes en mi cabeza, mi novio me detiene y mi mano sale del bóxer.

Se quita los pantalones, junto a los zapatos y sonríe.—Es mi turno.

Mi ritmo cardiaco se eleva.

—Acuéstate en la cama, Paige.

Sea un pedido u orden, hago lo que me exige y me dejo caer sobre el colchón, un Max desnudo viene hacia mí y me separa ambas piernas, para luego deslizar por ambas las únicas prendas aun sobre mi cuerpo.

Ahora me encuentro desnuda, mojada y con un grado de excitación elevándose por todo mi sistema. Max me abandona y regresa con el vaso de champagne en las manos, el que no deje que se acabara.

¿Quiere brindar otra vez o...?

Me detengo al ver cómo termina toda o casi toda, Max acerca el vaso a mi cuerpo y sonríe.

—Dije que haría único esta primera vez...—Rocía pequeñas gotas que caen sobre mi piel, justo en medio de mis senos y  que se desliza por mi abdomen y hasta sigue su camino perdiéndose entre mis piernas.—Quiero probar cada centímetro de ti, Paige.

Me sonrojo y el me besa, dejando el vaso vacío a un lado de la cama, su cuerpo me cubre y mi boca corresponde, devorando esos labios.

La sensación me nubla los pensamientos, el juicio. Me pierdo en cada uno de sus besos y cierro los ojos cuando esa boca me abandona para bajar por las líneas que ha dejado el camino del champagne, Max me besa el cuello dejando una marca de sus dientes luego de mordisquear y sigue descendiendo para llegar a mis senos, los cuales estruja mientras saborea toda la línea y se desvía a uno de mis pezones luego de besarme el vientre.

Su boca cubre mi seno izquierdo, aprieta el bulto hinchando en mi seno, provocando que mi pezón se endurezca dentro de su boca, jadeo y el empieza a succionar.

Los ojos se me cierran, la sensación es indescriptible y lo que hago es jadear, mientras esas lamidas y primeros roces de su lengua contra el seno, se vuelven en mordiscos y succiones poderosas, chupa saciándose de mi, mientras me retuerzo del placer.

Max hace lo mismo con el siguiente pezón y mis dedos se hunden en su cabello, es algo dificultoso al inicio, pero cuando se sacia por completo y deja mis pezones brillosos por su saliva para seguir el camino correcto de las líneas de champagne, todo resulta mejor y en ocasiones son mis manos la que lo guían por el camino o desviarse, donde encuentre el punto más sensible para mi.

Llega a mi ombligo y mi vientre se contrae, pero nada me prepara para cuando Maximiliano me separa las piernas y apoya su rostro a la altura de mi cavidad.

—Max...

Su barbilla me pica, rozando y su nariz apenas realiza el acto me sobresalta, Max acerca la cara y empieza lamiendo las líneas del champagne, líneas que se han desviado entre mis muslos.

Me coloca de costado y comienza a elevar mi pierna, pero termino con las manos boca abajo cuando el parece haber cambiado de idea, quedo atrapada con el arriba y su polla rozando por detrás.

Aprieto los ojos.—Max... Max...—Repito y a su vez me eleva el trasero.

Me besa el cuello y baja su boca por mi espalda, todo en mí se estremece más que antes, me muerdo los labios y siento un cosquilleo cuando la boca de Max llega a la curva, su mano no pierde el tiempo y me acaricia la entrepierna consiguiendo que no me quede quieta.

Oh dios mío...

Sus dedos rozan y se humedecen, Max frota mi intimidad con suavidad, en un ritmo delicado, pero que moja más mi entrepierna.

Me acostumbro al tacto, al peso en mi espalda y a las sensaciones que están por venir, les doy la bienvenida.

Mordisqueo mi labio y el sabor metálico llega a mis papilas gustativas, entonces mi novio no se detiene.

—Dije que iba a saborear todo de ti.—Pronuncia estrujando mis nalgas.

Arrugo las sabanas y doy un saltito al sentir como su lengua roza por la curva, esta vez la de mi trasero.

Max...—Jadeo..—Espera... Max...

El no espera. Me acaricia una nalga y luego la otra, mientras su mano no deja de empujar y luego su lengua se hunde en mí.

Me lleno de vergüenza.

No imagine que Max fuera así en el sexo.

Y me gusta, me gusta lo que está haciendo conmigo.

—Max...—Siseo, mis labios no se cierran en ningún momento. No hasta que acaba y otra vez me da la vuelta encontrándonos cara a cara.

Mi respiración esta agitada y el esta tan perfecto como siempre. Me dedica una sonrisa contagiosa y termino sujetando su rostro.

—¿Estas lista?

Asiento con la cabeza, aun con vergüenza.

Max me sujeta las muñecas y las aparta de su cara, se aleja de mi igual como cuando tomo el vaso con champagne y me imagino que debe venir algo igual de emocionante.

Tengo las expectativas altas.

Y prácticamente es eso cuando lo veo llegar con un preservativo.

No sé cuántos mini infartos tuve esta noche, pero acabo de tener otro.

Max rasga el preservativo con los dedos y veo como cubre el largo de su longitud erecta contra el látex.

Se lo coloca el mismo y me separa ambas piernas, elevando una de ellas y estrujando el muslo contra su cadera, Max guía la cabeza de su polla y me hace probar un poco de ella con su pene rozando mi intimidad y es inevitable jadear.

—Paige...

—Follame.—Suplico, mis humedad empapa la punta.—Follame, Max..

Es una suplica y el acaba con ellas, es un roce extraño al inicio y luego lo siento hundirse, poco a poco, abriéndose paso en mis paredes humedecidas mientras mentalmente me voy despidiendo de mi virginidad.

Fue un gusto, adiós.

No te extrañare.

Es duro y algo incómodo, hasta que el dolor que ignore al inicio, crece un poco y Max se detiene, la quemazón ahora ya no se encuentra en mi intimidad, sino también en mi vientre.

—Ahh..—Me sujeto de su espalda.

—Mi amor... ¿Estás bien?

La palabra apacigua el dolor, mi mente se concentra en las seis letras y una sonrisa cruza mis labios, mientras Max se retira un poco para mirarme.

Es Maximiliano, es el hombre que me ha apoyado desde el inicio, quien grito "Tú puedes Dinamita Roja" mientras estaba al borde de perder la contienda.

Él es mi novio... Y por eso sé que todo estará bien.

—Paige... ¿Deseas que pare?

Niego con la cabeza.

—Continua.—Suplico.—Continua, por favor... y no pares... no vayas a parar.

Mis palabras se perdieron al final por mi agitadez, pero logre que captara el mensaje. Max me da un beso suave en la coronilla y luego en la punta de la nariz.

Nos sonreímos y el comienza a moverse, es lento al inicio, frotando su polla dentro de mí y con nuestros cuerpos siguiendo un solo balanceo de caderas, lo miro solo a él y echo la cabeza hacia atrás, mientras su boca se impregna de mi cuello.

—Eres hermosa, eres perfecta.... y eres mía.—Repite besando una y otra vez.

—Oh, Max...—Elevo las manos y cojo su cabello. Me besa la mejilla y vuelve a hundir la cabeza en mi cuello.

Su cadera hace un movimiento, el sale y empuja con un ritmo más grave, la quemazón ha disminuido y el dolor es más soportable, por eso mismo anhelo sentir más fuerte ese choque de caderas.

Elevo más mis piernas y su mano se desliza hasta mi muslo, Max me penetra con un golpe rudo, pero tolerable.

Necesito más...

—Paige... necesito... Maldición, deseo...—No encuentra las palabras, pero le falta mirarme para saber que quiero lo mismo.

Y así un movimiento delicado se convierte en algo más, el dolor se transforma en gusto y en algo que puedo dejar como segundo lugar para ocuparme solo en el primero, en lo excitada que estoy.

—Estas tan apretada, amor...—Sus caderas arremeten una vez más.—Se siente como si no quisieras dejarme ir.

Él está agitado y pronto nuestros torsos empiezan a rozarse, mis senos golpean su pecho y mis pezones rozan fuertemente la piel del lugar, pero me gusta, me gusta lo rápido que va ahora y como nuestras caderas encajan sin problema.

Me uno a el y comienzo a moverme, sus penetraciones se elevan y cada vez que arremete el sonido del choque hace eco junto al sonido de la cama moviéndose.

Araño su piel y mordisqueo, dejando marcas de mis dientes en su cuello cuando se pega en el último momento.

Y es así con las uñas clavadas en su piel como finalizo y las arremetidas disminuyen hasta terminar.

Jadeo junto a Max, con el corazón en mis oídos.

Aún estoy colgada con los brazos de su cuello, cuando me dice, aun agitado.—¿Lista para una segunda ronda?

El sexo es algo que deseo experimentar más de una vez.

Asiento con una sonrisa.

"Pero claro que habrá segunda ronda".—Pienso, inundada en mi propia felicidad, con y junto a él.




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