Mis Malditos Vecinos

By amandytaaa

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Los hermanos DiSalvo llegaron a mi vida como llegan las cosas que van a durar para siempre: sin manuales, ni... More

PRÓLOGO
•Capítulo 1•
•Capítulo 2•
•Capítulo 3•《Parte 1》
•Capítulo 3•《Parte 2》
•Capítulo 4•
•Capítulo 5•
•Capítulo 6•
•Capítulo 7•
•Capítulo 8•
•Capítulo 9•
•Capítulo 10•
•Capítulo 11•
•Capítulo 12•
•Capítulo 13•
•Capítulo 14•
•Capítulo 15•
•Capítulo 17•
•Capítulo 18•
•Capítulo 19•
°Capítulo 20°
•Capítulo 21•
•Capítulo 22•
•Capítulo 23•
°Capítulo 24°

•Capítulo 16•

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By amandytaaa

"—Soy claustrofóbica, estúpido.

—¿Te puedo decir Clau?"




Pasé más de siete años de mi vida juzgando a Kendall.

Juzgando su forma de ser, de vestir, de actuar e incluso de tratar a las personas.

Y eso es normal.

Porque el ser humano es crítico por excelencia.

Pero no está bien.

Juzgar a una persona no define como es ella, define como eres tú.

Durante todo, este tiempo la había contemplado, desde mi banquito apartado de la multitud, siéndolo todo y ahora...

Ahora no es nada...

No es nada más que un montón de piel inservible incapaz de acoger por sí sola el calor, de huesos y más huesos de un alma que no volverá de ninguna forma a la vida...

No es más que el resultado grotesco de una obra macabra y perturbadora de un ser absolutamente narcisista y estúpido que pensó que podía dominar la vida y la muerte; que se sintió más poderoso que Dios.

Su fallecimiento, a pesar de nuestra rivalidad histórica, llegó para mí como un batazo conciso en la cabeza; como un cubetazo lleno de agua helada en un dia de frío; como una daga filosa que te araña el pecho hasta extirparte el corazón...

Quitó La venda de mis ojos, destruyó la realidad surrealista  en la que vivía y me enseñó la importancia de nunca
creerse mejor que nadie.

Después que todo, la lluvia también nace en lo más alto del cielo, y termina desparramándose en el piso.

Kendall era y será, por siempre, mi contraparte. Mi lado opuesto.

Saber que existe alguien detrás de ti que espera a que llegues a tu punto de quiebre para apuñalarte por la espalda no tiene precio. Esa sensación hormigueando por tu cuerpo te hace dar lo mejor, te hacer estar vivo, te ayuda jodidamente a mantenerte despierto; y eso...eso representaba.

¿Qué tendrían de bueno la vida, las novelas, las películas, las series, los cómics, los animados sin grandes personajes con rivalidades intensas? Pues nada. Todas las historias serían iguales, con interminables clichés rosados y aburridos.

—Emma.—la dicción de mi madre zarandeando mi brazo, me espabila.—Deberíamos darle el pésame a los Morrison.—subo el mentón y el remate de dolor picotea la banda derecha de mi cabeza haciéndome emitir un jadeo módico, me tambaleo unos centímetros, aprieto los ojos en ese momento y aplicó presión en mi tabique con los dedos. No es la primera vez que me pasa, pero la sensación de dolor se siente recorrerme chispeante y nueva por el organismo.

Va a pasar.

Va a pasar.

Va a pasar.

—Cariño, vamos.—dice, sonriendo falsamente en mi dirección obligándome a caminar enganchada a su brazo.

Desde que supe la noticia, desde que Kyle me la dijo, no he atravesado por mi mejor momento. Las crisis de migraña se me han hecho más frecuentes y mi cabeza se sacude de dolor como bombillitos coloridos en un árbol de Navidad. Y eso que sólo han pasado seis días. Mi mente ni siquiera desea procesar cómo estaré en los próximos. Sólo rezo porque toda esta pesadilla acabe, que encuentren al responsable y lo dejen mínimamente toda su vida pudriéndose en una celda. Lo que hizo no tiene nombre.

La rubia, según la copia oficial de información secreta que papá archivó en uno de los estantes de su oficina en casa y que yo descaradamente inspeccioné, había sido asesinada de forma inhumana y muy criminal.

Sus muñecas, con ella aún con vida, habían sido sujetadas, gracias a la ayuda de los cordones de sus propios zapatos, a las ramas bajas de uno de los árboles más apartados en el bosque en el que fue encontrada. En ambas se habían perfilado demasiadas incisiones y sangre seca. Aquello era un ejemplo de resistencia e intento fallido de liberación.

Kendall no estaba lista, ella no quería morir.

El desenlace orquestado para su muerte no había sido más que el objeto afilado punzante no encontrado, aún, que había atravesado vertiginosamente su garganta, desflorando a su paso trozos de piel, músculos conectados, vasos sanguíneos, que si no eran mediante acción artificial no podrían concebir jamás una vida juntos.

Pero eso no fue todo, ni lo peor—a pesar de que aseguraron que aún muriendo ahogado por su propia sangre, había sido capaz de sentir el goteo mudo de esta embarrando con chorros calientes las matas debajo de ella, —también había sido marcada como si de un animal ganadero se tratara. La información contaba a detalle la forma, las dimensiones y el tamaño de la estampilla, así como los posibles significados de la figura de pentáculo alado en uno de los bordes.

—Lo siento...lo siento mucho señor y señora Morrison.—marco la voz en una pauta rota. Ambos asienten rústicamente con sorna, acomodándose los lentes oscuros en el puente de la nariz y sorban con un gesto fruncido. No se ven mínimamente como Kyle, no lucen débiles, cansados o perdidos. El ataúd bajó, hace no tanto, y una montaña de tierra se enfocó en devorarlo, pero ellos se ven a decir verdad bastante "bien".

—No lo sientas, ella ahora está en un lugar mejor.—se limita a decir Margaret, la esposa; su cara ligeramente maquillada me comparte una mirada que saca a relucir unas pequeñas arrugas en sus líneas de expresión.—Al menos ya no tendrá que sobrellevar la hipocresía de personas como tú.

—¿Perdón?

Se aparta un largo mechón de cabello estorbándole en la cara, así como la mitad del cuerpo de su esposo que antes abrazaba y ahora se ha escabullido con la intención de buscar su auto y llevársela, prosiguiéndo a apuntarme acusadoramente con un dedo.

—¿Crees que acaso no sé del odio y la envida que tenías por mi hija?—¿odio y envidia?, pero si era Kendall la que me buscaba las cuatro patas.—¿O de los rechazos que ha tenido que pasar Kyle por tu culpa? No te hagas la niñita buena, que no te queda. Incluso querías robarle el novio a mi hija. ¡No seas tan hipócrita y vete de aquí!

—¡Basta ya, Margaret!—mi madre imita el elevado tono de voz que la mujer acaba de usar conmigo y en un gesto maternal me pone detrás de ella.—Deja de resguardarte en tu coraza. Emma no tiene la culpa y lo sabes, no descargues tu ira con ella. Llora como una persona normal si tienes que hacerlo, pero no te voy a permitir que la pisotees.

—Oh claro, como olvidarlo. Si es que son tal para cuál. De tal palo, tal astilla, ¿no? Una madre mediocre para una hija de una forma igual. Y si incluímos al padre... —se ríe.—¡Los tres no son más que una partida de fracasados!

—¡Mamá!—antes de que yo o mi madre pudiésemos cometer un asesinato, bueno, otro más, y el cura se viera en la necesidad de repetir la ceremonia de despedida, un Kyle de traje gris, mocasines a juego y corbata negra, la toma por el codo y procura hacerla retroceder.—Estás montando un show. —musita en su oído.— Esto es un cementerio, no un circo. Por favor deja de discutir con la señora Hadel y con Emma. No estás en condiciones.—soba su brazo y la expresión arisca de la mujer se relaja un poco, bueno, con el tonito de está utilizando el chico quién no.— Ya has pasado muchas horas aquí, mejor vamos a casa a descansar.

—Sólo espero que el mediocre de tu marido y toda su mierda de claustrillo no sea tan incompetente y resulva el caso pronto. Aunque no me extrañaría que sea tan deficiente como el de la última vez.—es lo ultimo que escupe antes de ir con su hijo.

Mi cuerpo se tensa y la expresión que aplana mi cara es de póker.

Si antes estaba asustada no sé por qué, pero ahora estoy el doble.

¿Cómo qué: el de la última vez?

¿Qué quería decía con exactitud Margaret con aquellas palabras?

¿En Adams se habían dado más crímenes de esa naturaleza y yo no estaba enterrada?

—Ma...—un carraspeo me detiene.

—Iré a visitar a tu padre a su oficina,—habla muy rápido sin darme tiempo a hablar a mí. —no ha estado durmiendo muy bien y temo que eso le afecte en la investigación.—y es cierto, el papá desocupado, avaro y glotón, reacio a cualquier forma de trabajo agitado parece hacerse tomado unos dias libres, y en su lugar ha sido suplantado por uno que llega a largas horas de la noche, trabaja más de lo necesario y duerme menos de seis horas al día. —Ve a casa por el camino que está más concurrido y descansa, no olvides cerrar todo con llave. Nos vemos luego cariño. —me tira un beso al aire y también se va.

Bien, ahora soy sólo yo contra el mundo.

O tal vez no...

Una mirada profunda penetra sobre mi cuerpo y los vellos de mi nunca se ponen en alerta haciéndomelo saber.

Es una intuición y mis intuiciones por lo general nunca son buenas.

Miro de un lado a otro, pero nada. Las poquísimas personas que quedaban sobre las cercanías de la tumba de Kendall han empezado a tomar su propio rumbo y es hora de que yo también lo haga.

Bruscamente encuentro de donde viene el vistazo y de quién.

Su mirada visca con los brazos flácidos empuñándose a una pala, los dientes torcidos amarillentos en el centro y el pelo faltante sobre la nuca, No dejan de lanzarme atiborrazos como si con ellos me estuviera diciendo: <Que bueno que vas vestida de negro, nena. Te avisaron bien. Hoy va a haber un entierro y no me refiero precisamente al de Kendall>

Mierda. ¡Es el jodido sepulturero!

Así que de eso se trata.

El sepulturero del cementerio ha quedado prendado por mi belleza y no lo culpo, lo que no sé si debería estar orgullosa, sentirme decepcionada o empezar a correr.

Contra todo pronóstico respiro tranquila y comienzo a caminar de a pasito. Siento profundas ganas de patearme el trasero por tener miedo, es un pobre hombre viejo, tranquilo e inocen... espera, ¿se está sacando lo que yo creo que se está sacando del pantalón?

A la mierda.

¡Patitas 1, 2, 3 a correr!

Mi plan de correr sin un rumbo fijo hasta hallar una salida habría tenido el resultado deseado, si no fuera porque atravesando una especie de panteón de mármol negro con una tétrica figura a un costado y las puertas semiabiertas exudando no entrar, alguien tira de mi mano dentro de ella.

Tanta mala suerte tengo que hasta un fantasma se hace de mí. ¡Maldito seas cuerpo flojo criado con leche de mariposa!

Me maltrata cuando sus dedos dejan mi mano para presionar duramente en la fragilidad de mi cuello y acorralarme cuan animalito indefenso contra la pared. Pero forcejeo. Mis pequeñas uñas mordidas buscan algún punto para hacerle daño y mis brazadas se zambullen necesitando sí o sí un escape. Golpeo, pateo, gruño, grito y lloro, todo a la vez. Las clavícula hunden parte de la piel que recubren mientras trato de aferrarme con capa y espada al poco aire que queda en mis pulmones. Es el asesino de Kendall. Más gotas saladas me abandonan. Voy a morir por ser tonta, ridícula y despistada. Es mi final. Y lo peor es que voy a fallecer sin conocer cuál es la diferencia entre un burro y un asno.

—Po...por...porfa...vor.—no sé bien que estoy pidiendo, mi mente se queda paralizada y apenas puedo concentrarme en el aliento mentolado del desconocido calentando mis labios, ya casi sin fuerzas mi cuerpo empieza a dejarse abducir por la muerte.

—Suficiente.—sentencia sumamente bajo, y mi cabeza está tan hecha un lío que no me preocupo por conectar la voz con alguien en participar.—Respira.—lo hago, su agarre se vuelve más suave pero no lo saca ni un poco, me sigo sintiendo pequeña y arrinconada.—Buena chica.—mi boca es sorpresivamente invadida por su lengua, sus movimientos no cesan de ser rudos y desesperados en partes, tratando de no dejar escapar mi labio inferior del dominio de sus dientes. Da largos lengüetazos cuando deja de ahorcarme y sus manos caen a los costados, recorriendo mi trasero, me da una palmada que llena como una ola de emoción mi cuerpo, me carga en peso, obligando a que abrace con mis piernas sus cadera. Debido a la facilidad de mi vestuario, que consiste en apenas un vestido, no encuentra resistencia a la hora de bajar uno de sus dedos y hundirlos en mi intimidad, chillo.—Al parecer alguien me ha estado extrañando desesperadamente. Estás muy mojada cariño.

—¿Extrañando...?—gimo, pero las palabras se atragantan en mi boca con cada pequeña estocada, las dosis de placer que están recorriendo mi cuerpo me tiene exhorta.

—¿Haz besado tantas bocas que ya se te ha borrado el sabor de la mía? Si es así no te preocupes, yo le encargaré que de ahora en adelante tengamos más tiempo de calidad.

—¿De qué...? ¿Tiempo de calidad?—he escuchado esa frase con anterioridad en alguna parte,pero ahora mi cabeza no.... Fue un placer compartir tiempo de calidad contigo. ¡Ya lo recuerdo!—!Hijo de la grandísima puta!—la furia me ciega cuando me aparto de su y  estampo una sonora bofetada en su perfecta cara, debido a la oscuridad me es imposible verlo, pero deseo con toda mi alma que se le hayan quedado marcadas hasta las huellas digitales de mi mano al maldito. —¡Me ibas a matar, Jules! ¡Joder, ibas jodidamente a hacerlo!

—Amor no te iba a matar, no seas floja. Estás que no aguantas nada.

—¡Si, si podía haber muerto! —escruto y lo fulmino—Soy claustrofóbica, estúpido.

Lo escucho reír con su cabeza quedando muchísimo más elevada que la mía y uno de sus dedos sondeando el contorno de mis labios. Esos pequeños estímulos son suficientes para que mi cuerpo despegue un pequeño espasmo que me obliga a inhalar aire con la boca abierta, como un pez cuando sale a la superficie.

—¿Te puedo decir Clau?—inquiere seductoramente con una atrevida provocación.

Ignoro el acercamiento que aún mantenemos, poniendo las manos sobre la prenda de vestir que cubre el cuerpo musculoso del primero de los hermanos y lo aparto. No opone resistencia y a través de mis dedos siento el movimiento divertido de su corazón. Lo imagino con la pose dominante de hombre oscuro y peligro, y la sonrisa media tirándole de la boca con júbilo.

—¿Qué mierda haces escondido aquí?—busco saber —¿Y por qué intentabas dejarme sin aire hasta morir?—arqueo las cejas.

—¡Emma, no te iba a matar por Jesús, María y José!—profesa falsamente molesto. —En serio que eres imposible. —carraspea.—Yo siempre quise estudiar una carrera que me gustara, pero lamentablemente no se puede ir por ahí matando gente. Y sobre lo que hago aquí, sencillo: pensaba ir al funeral de Kendall, pero como la cosa estaba aburrida me fui y me puse a inspeccionar tumbas, ya sabes, casual. —me atrapa la cara y me da un corto beso en la boca que me deja anonadada, antes de preguntar:— ¿Ya estoy fuera de tu lista de sospechosos?

¿Me está vacilando?

Si él supiera que leí los últimos mensajes que se enviaron antes de que torpemente arruinara el teléfono de la rubia no estaría así, no estaría tan tranquilo.

¡Él tiene algo que ver y yo lo voy a averiguar!

—Entonces, ¿no presenciaste ni lo mínimo?

En respuesta me da un seco y desinteresado:—No.

—Pero Jules, Kendall era tu novia.

Él se hecha a reír.

—Tú misma lo dijiste. Era. Era, fue y pasó.

—¿No estás ni un poco triste?

—¿Por qué debería estarlo? Es la ley de la selva cariño, el pez más gordo se come al más pequeño.

Él sabe algo.

¿Qué quiere decir eso?—rebusco, sonando desesperada y confundida.

—Pronto todo saldrá a la luz Emma y espero que estés muy lejos para ese entonces. No quisiera que te hicieran daño.

¿¡Hicieran!?

¿Qué sabe Jules de mi pueblo que yo no?

**************************
¡Buenas por aquí!

Ahora mismo son las 2 y 50 de la madrugada y ando molida como una cafetera.

Terminé de escribir el capítulo porque no quería que me pase lo de siempre de actualizar una vez al mes 😊

Este capítulo es sencillo y puede que aburrido pero es necesario según lo planeado, recuerden que lo bueno siempre se hace esperar💖

Sin las que decir, espero que les haya gustado y nos vemos en el próximo.

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