Autismo. || PARK JIMIN

By euphoria13434O

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❛❛ Tu mundo y el mío son diferentes. ❞ Jimin cubre sus oídos cada que siente que algo le amenaza, no i... More

Sipnosis.
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Epílogo.

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By euphoria13434O

Encontrar un suéter igual, o al menos similar, al que Jimin nombró como su favorito, comenzaba a parecer una misión imposible.

Y apenas llevaba 15 minutos.

Mis ojos no solo estaban en los estantes llenos de suéter que apenas comenzaban a entrar en temporada, también estaban en mi celular y en la entrada de la tienda, Taehyung podría aparecer en cualquier momento.

Después de varios días de conseguir su número por medio de Jungkook, le envié un mensaje buscando que nuestras palabras sobre ser amigos no fueran solo eso.

Fué así como entonces un par de días después, le pedí ayuda para elegir un regalo de cumpleaños, y también para conversar un poco fuera de las burbujas que encierran las letras que envíamos.

—¿Y para quien es el regalo? —Preguntó Taehyung después de habernos saludado sonrientes. —¿Para tu novio? —Sus ojos pillos sonreían por debajo de su cabello y sus cejas se levantaban con picardía.

—No es mi novio. —Respondí regresando a la búsqueda del suéter que he creado en mi cabeza. —Al menos no aún. —Volví a hablar, solo que esta vez más para mí y con una risa nerviosa.

Pensar en un paso así en la relación que tengo con Jimin me parecía un poco, apresurado; pero, tampoco quería que fuera algo que sintiera lejano o muy poco probable.
Parece que vamos en buen camino, no veo el porque deba apresurar nuestro ritmo.

—Ojalá no tarde mucho en llegar ese momento. —Dijo Taehyung con una risilla también.

—Pienso igual. —Respondí.

Pasamos dentro de la tienda al menos una hora y media, buscando mi regalo y distrayendonos con un par de prendas que llamaban la atención del castaño.
El estilo de Taehyung era muy diferente al que he llegado a ver en la calle.
Estoy segura de que solo a él se le ve bien un pantalón beige con manchas de pintura hechas por él mismo.

Personalizar su ropa es algo que parece disfrutar. Algo que puede hacer en su mente desde el momento en el que alguna prenda llega a sus ojos; lo sé porque escuché todas sus ideas sobre las chaquetas y camisas que sus dedos tocaron unos segundos.

Al final, después de tanto y después de buscar hasta por debajo de los zapatos del guardia de la entrada, encontré un suéter azul que me pareció ideal para Jimin. En seguida pude verlo a él sonriendo con el suéter puesto.
Entonces lo compré sin dudar.

Después, Taehyung y yo salimos en busca de alguna heladería que nos regalara una fría sensación en el paladar, parecía que no nos era suficiente el que el clima ya nos estaba dando por cuenta propia.
Ambos coincidimos en que no había nada mejor que tres deliciosos sabores juntos como lo son la vainilla, chocolate y fresa, y por lo mismo, pedimos dos grandes conos llenos de helado napolitano.

—Me alegra saber que entrarás a la universidad, Yeon. —Después de haber limpiado sus labios con la servilleta que arrugó con sus manos, habló Taehyung. —Aunque en realidad creí que al menos estábamos en el mismo nivel.

—Así debería ser. —Junté los labios. —Pero, en medio de mi creencia de que el mundo me pertenecía, fuí expulsada. Ahora he perdido un año porque mis padres me obligaron a encontrar un empleo y ahora es más tarde para comience con mi vida.

Que, aunque al comienzo estaba cero convencida, ahora agradezco el haber seguido esa orden. Miles de cosas inesperadas llegaron a mi en cuanto la señora Park me dió el empleo.

—Nunca es tarde. —Me interrumpió el castaño. —Aún si tuvieras 50 años, no debes pensar que es tarde para estudiar. O para comenzar tu vida, todos tenemos un tiempo y ritmo diferente.
No pienses que no eres capaz de lograr lo que quieres, porque lo eres. Yo lo sé.

Las palabras de Taehyung me hicieron sentir en cierta forma, muy en paz. No recuerdo haber escuchado a alguien decirme algo como eso, ahora que lo escuché, supe que lo necesitaba.

Cuando llega la noche, miles de pensamientos sobre el futuro inundan mi mente; pensamientos en los que una y otra vez me presiono a comenzar la vida que se supone debería estar viviendo. Pero, ¿Estoy en busca de esa vida por qué he crecido con ese pensamiento, o por qué en verdad quiero vivirla?

Lo que he hecho me ha resultado satisfactorio: aprender a hacer que una casa entera esté reluciente la mayor parte del día, aprender a cocinar algo más que ramen instantáneo, leer todos los libros que mi tiempo libre me deje y poder recordar gran parte de ellos, aprender sobre tantas cosas que desconocía. Aprender de y con Jimin.
Enamorarme de él, incluso.

Me he llenado de tantas cosas en un año, y ni siquiera lo había notado. No hasta que la voz de Taehyung me dice que la vida para todos corre de diferentes manera, más rápido o más lento, pero igual sigue siendo vida.

Fué en ese momento cuando la presión que puse en mis hombros y mente se volvió tan ligera que de hecho pensé que se había ido.

Luego de un rato más conversando con el castaño de geométrica sonrisa, ambos tomamos camino a casa. Hablamos de tanto durante el camino a la estación de autobuses que me quedé sin temas de conversación para la próxima vez que llegáramos a encontrarnos.

Aunque, Jimin jamás fué parte de esas conversaciones.

Honestamente, el hablar sobre Jimin con Taehyung no me parecía algo que debería hacer; si, podría decirse que son parecidos, pero al final no lo son. Ambos son diferentes, en muchas cosas.
Y tal vez se llevarían bien, pero también hay una probabilidad de que no sea así.

En el futuro quizá se presente la oportunidad en la que ambos deban conocerse, y será hasta ese momento en el que me atreveré a pensar sobre su relación.

Jimin alguna vez me habló sobre lo vacias que eran sus relaciones con los demás niños en sus terapias, pues todos ahí estaban en su mundo.
Incluyéndolo a él.
No quiero caer en el pensamiento de que solo por ser autistas deban ser mejores amigos.
Ellos lo deciden, no yo.

☁️☁️☁️

En la mañana de cumpleaños de Jimin, su sonrisa estuvo presente desde que su boca saboreó los pancakes que preparé con unas cuantas fresas encima.

Su madre le abrazó fuertemente al verlo en la barra de la cocina desayunando, incluso se atrevió a dejarle unos cuantos besos tronados en las mejillas. Los cuales Jimin rechazó negando con la cabeza, encogiendo los brazos y alejando su cuerpo del de su madre.

—Siento que la abuela no pueda venir esta noche. —Dijo con pesar la señora Park tomando asiento junto a Jimin.

—También yo. —Respondió Jimin. —Tenía muchas ganas de que viera mi nuevo color de cabello. —Los dedos de Jimin tomaron el mechón que caía sobre su frente para mirarlo. El color naranja brillante comenzaba a ser su favorito y el mío también.

—Si se siente mejor la próxima semana, vamos a verla ¿Si? —El pelinaranja asintió sonriendo con la boca llena de fresas.

—Bueno, al menos vendrá Seokjin. —Coloqué un plato con pancakes frente a la señora Park, después uno enfrente de mi lugar y tomé asiento junto a ellos.

—Si hay pastel, no hay forma de que Seokjin falte. —Rió la de despeinados cabellos y pijama de seda. —El año pasado no pudo venir, pero igual pidió que le guardaramos una rebanada. —Volvió a reír la mujer. Jimin y yo también reímos, pues aún si era broma, Seokjin siempre se ha nombrado como amante de los pasteles de cumpleaños.

Jimin bebió de su taza con leche y después de limpiar el resto que quedó arriba de sus labios dijo: —Quiero mucho a Seokjin hyung, pero espero que este año no me regale dinero.

—¿Por qué? Así puedes elegir tú lo quieras. —Su madre habló.

El pelinaranja ladeó la cabeza: —Pero creo que es mejor que sea otra cosa. Algo que le recuerde a mí y que por eso lo haya comprado. Eso lo hace más especial.

También creo que importa más que te regalen un llavero a que sea dinero, porque eso habla sobre la atención que pones en alguien y en sus gustos.
Oír eso me hacía sonreír, porque entonces mi regalo podía significar poco por lo que es, pero mucho por lo que pensaba cuando estaba en busca de ese.

Terminamos de desayunar y después de levantar la mesa y despedir a la señora Park que iba camino al trabajo. Jimin se ofreció a ayudarme a lavar los trastos. O al menos, fingir que lo hacía mientras jugábamos con la espuma.

Jimin estaba presente en la mayoría de mis actividades diarias, algunas veces solo conversa conmigo mientras yo trabajo pero en otras hace que sea más rápido terminar al él hacer algo del otro lado.

Nos hemos hecho un equipo. Poco organizado tal vez, pero lo somos.

☁️☁️☁️

Cuando llegó la tarde y nuestros deberes fueron terminados, regresamos a la cocina con el propósito y la idea de que somos capaces de hornear un pastel, así como decorarlo también.

Spoiler: no salió como esperábamos.

Preparamos la mezcla siguiendo cada uno de los pasos que encontramos en internet. Misma cantidad de huevos, harina, leche y mantequilla; el horno a la temperatura recomendada y esperamos el tiempo exacto. Ni un minuto más ni un minuto menos.

Por eso, es que no entendimos como lo que sacamos del no luciera igual al del vídeo.

—Mamá siempre ha dicho que no todos tenemos talento en la cocina. —Habló Jimin sin dejar de mirar el desastre que preparamos. Una de sus manos tomó una cuchara que estaba cerca de nosotros y sin más, la acercó al pan, entonces cortó un pedazo para probarlo enseguida.

Lo metió en su boca y se tomó largos segundos. Sus ojos parecían estar demasiado concentrados en lo que su paladar degustaba mientras a mí me dejaba en espera.

—¿Y...? —Pregunté esperando una respuesta de quién se muestra como un estricto juez culinario.

Jimin alzó los hombros cuando pasó el bocado: —No está mal. —Respondió. —Solo es feo.

—Eso se puede arreglar. —Puse sobre la barra un par de bolsas llenas de chispas de colores y chocolates, buttercream y palas que nos servirán para decorar.

Jimin, con lentitud y delicadeza en todos sus movimientos, embarró toda la buttercream en el pan después de que lo sacaramos del molde y lo pusiéramos sobre un plato.
Las chispas cayeron después, algunas de colores y muchas de chocolate.

Lo que anteriormente declarabamos como un desastre, al final terminó luciendo bastante bueno y apetitoso. Por lo que, servimos un poco en dos platos, estábamos dispuestos a probar nuestra creación; la cuál, en verdad no estaba mal en el sabor, quizá con un poco de práctica lleguemos a mejorar.

Media hora más tarde, la señora Park llegó. Y con ella una caja envuelta con papel de colores pastel, no era muy grande pero juraba ser algo adorable.

—¿Seokjin no ha llegado? —Nos preguntó después de acomodar sus cosas en el sofá.

—No creo que tarde. —Respondí.—Igual, aún no hemos terminado de decorar. —Volví a hablar antes de inflar un globo más.

El año pasado, el cumpleaños de Jimin fué una semana después de que yo comenzara a trabajar. Nuestras palabras se cruzaban muy poco y por lo mismo, no hubo gran celebración de mi parte.

Seokjin estaba demasiado ocupado con su empleo y por lo mismo, esperó hasta el día de las asesorías de Jimin para poder entregarle su regalo.

Sus abuelos, lo llevaron a él y a la señora Park a comer a algún restaurante y ahí, le sorprendieron con varios pares de calcetines divertidos. Los cuáles, sigue usando porque su abuelo fué quien los eligió.
Sería su primer cumpleaños sin él; Jimin no lo mostraba mucho, pero podía sentir la tristeza en su interior.

—Seokjin hyung. —Dijo Jimin haciendo que la señora Park y yo fruncieramos el ceño. La puerta no había sido golpeada ni por el viento, ¿Cómo es que Jimin supo que Seokjin había llegado, si ni siquiera este no había bajado de su auto? —¡Seokjin hyung! —Repitió Jimin, solo que esta vez el nombrado ya había puesto un pie en la casa.

El pelinaraja sonriente se acercó a Seokjin y dejó que este despeinara un poco su cabello: —Me gusta ese color. —Dijo el mayor. —Te hace ver más alto.
Jimin agradeció las palabras de Seokjin con timidez y regresó a dónde estaba anteriormente.

Al tener a Seokjin ya con nosotros, no veíamos el porque no comenzar ya, entonces recogimos todo lo que llegara a estorbar y comenzamos con la pequeña celebración.
Los labios de Jimin sonreían ligeramente mientras nosotros, con un esfuerzo máximo por sonar bien, cantábamos.
El pelinaraja embarró su dedo índice de un poco de chocolate y riendo a los reclamos de su madre lo metió a su boca para saborearlo.

Luego de eso, Seokjin, orgulloso de su regalo, se lo entregó a Jimin; quién, daba grititos llenos de emoción al ver que su colección de figuras de acción podía verse más completa al tener en sus manos una caja con la figura oficial de Black Panther dentro.

—No tenía idea de como se llamaba, así que le pedí ayuda a una chica. —Rió en medio de la emoción de Jimin. —Y de paso, conversamos un rato y me dió su número. —Volvió a hablar, solo que esta vez parecía decírmelo a mí con sus ojos sonrientes.

Después siguió la señora Park, siempre espléndida demostrando lo mucho que conoce y ama a su hijo.
Jimin no dejaba de mover las manos ni de sonreír cada que sus ojos miraban su nueva pijama con todos los superhéroes de Marvel que conoce a la perfección.
Cuando su madre acarició su cabello para remplazar un abrazo, el pelinaraja encogió los brazos y se alejó un poco, pero después de unos milisegundos, regresó a ella para recostar la cabeza a su pecho.

La sorpresa no fué exactamente el que Jimin haya regresado hacia los afectos y que se haya acercado más a su madre, la sorpresa fué cuando sus brazos me envolvieron una vez que le entregué el suéter que compré.

Mis ojos buscaron a los de Seokjin, pero los de este estaban plantados en Jimin al no poder dejar de verlo sorprendido.

—Gracias, Yeon. —Dijo después de separarse de mi.
Seguro que estaba en una clase de trance, porque no podía dejar de mirarlo con sorpresa y él en cambio sonreía con los labios mientras sus ojos estaban sobre el suéter azul.

—No tienes que agradecer. —Respondí segundos después. —Lo he comprado con todo el cariño que cabe en mi corazón.

—Por eso, gracias de nuevo. —Dijo.

☁️☁️☁️

Cuando las 10 de la noche fueron marcadas por el reloj, Seokjin regresó a casa, la señora Park a su habitación, yo a la mía y Jimin después de ponerse su nueva pijama, junto con el suave suéter azul, también llegó a mi habitación, abrazando el regalo que Seokjin le dió.

—No quiero abrirlo jamás. —Habló hipnotizado por la figura que guarda la caja entre sus manos.

—No has abierto ni uno de los que tienes. —Respondí riendo desde la entrada.
Había terminado de lavarme los dientes y de ponerme la pijama en el baño, ya que Jimin una vez que se recostó en mi cama ya no hubo forma de que lo pudiera levantar de ahí.

Dejé mi ropa en el cesto, junto con toda la que debo lavar mañana, caminé a la cama y me senté en la orilla de esta; respondí el mensaje que mi madre me envió pidiendo felicitar a Jimin de su parte y de mi padre también, después lo dejé en la mesita y giré para regresar a la conversación que tenía con el que no parece ni parpadear.

—Cuando se trata de figuras así de valiosas no debes abrirlas nunca. —Justificó. —Sería como ir a un museo y pegar tus ojos a alguna pintura. Lo correcto es siempre apreciarlo de lejos. Sin tocarlo.

Justo como Jimin describía como debe apreciarse algo tan valioso como una pintura o una figura de acción, yo lo miraba a él.
Solo eran segundos los que lo llevaba mirando pero ya puedo recordar exactamente todo su cabello despeinado, su frente descubierta por la forma en la que se recostó, sus labios moverse cada que habla, sus mejillas abultarse si es que llegaba a sonreír y sus ojos brillar y estar fijos en lo que sus manos levantan frente a él.

—¿Qué? —Preguntó sorprendiendo mi perdida mirada al girar la cabeza hacia mi dirección.

—¿De qué? —Pregunté alzando los hombros y saliendo de mi hipnosis.

Jimin dejó con cuidado la caja que sostenía sobre el suelo, levantó su torso y se sentó de la misma forma en la que yo estaba: —Ahora este es mi favorito. —Su mejilla derecha bajó hasta poder alcanzar la tela del suéter que está en su hombro.

—Me alegra que te haya gustado. —Sonreí. —Me hizo pensar en ti en cuanto lo ví.

El pelinaraja se recostó de nuevo sobre la cama, solo que esta vez de lado, una de sus manos dió golpecitos frente a él para que yo también cayera a su lado.

Cuando lo hice, ambos quedamos cara a cara, algunas veces nuestras miradas quedaban pegadas, pero segundos después Jimin la desviaba nervioso.
El sueño no tardaría en llegar a nosotros, la oscuridad, el calor de la calefacción y el silencio rodeandonos, ayudaban mucho a qué nuestros párpados se sintieran pesados.

—¿Cuál es tu mayor deseo, Yeonji? —Preguntó en murmurllos Jimin. Su voz me hizo abrir lo ojos y mirar lo dudoso que se mostraba.

Aquella pregunta alguna vez ya había salido de sus labios y no supe responderla. Ahora parece que mucho tiempo después, aún no sé hacerlo.
Pero esta vez es diferente, ahora no sé que responder porque no me quiero atrever a decir algo apresurado. Algo que tal vez podía ser remplazado por algo más grande y significativo.

—Tal vez, poder ser feliz. —Contesté después de un rato. Mi voz sonó dudosa, así como la expresión de mi rostro se mostró. —Oh no, lo dije, ya no se cumplirá ¿Cierto? —Tres de mis dedos cubrieron mis labios mientras mis ojos abiertos grandemente, miraban al pelinaranja.

Pero él en lugar de responder, solo negaba con la cabeza: —Se cumplirá. —Habló sonriendo con los labios y ojos. —Yo quiero que sea así.

A veces Jimin era de muy pocas palabras, pero de igual manera cada una de ellas llegaban a ser importantes, con demasiado sentido o simplemente reconfortantes.
El que diga que quiere que ser feliz sea algo que llegue a mí, me hace pensar que era un buen deseo.

—Te quiero, Yeonji-ssi. —Habló tímido en medio del silencio.

—Yo también te quiero, Minnie.

Él negó: —No, en verdad te quiero. —Dijo. —Me pones muy nervioso, tu risa me hace sonreír y tu voz hace que sienta que mi estómago se revuelve.
Las manos me sudaban cuando te abracé, sentía que no podía hacerlo, pero llevaba vario tiempo queriendo hacerlo.
¡De hecho me sudan ahora mismo también! —Exclamó riendo nervioso. Juntó sus labios y después hizo de ellos una línea, sus ojos se subían un poco hacia los míos mientras una de sus manos tocaba su barbilla. —Jamás había querido que alguien fuera mi novia así como lo pienso cada que te miro.

Puedo jurar que mi corazón dejó de trabajar por unos segundos, apartir de ese momento también comencé a sentir como todo en mi estómago se revolvía.
No tenía idea de si mis labios sonreían o si mi rostro llegaba a expresar otra cosa que no fuera la enorme sorpresa que sentía.

—Solo hemos tenido una cita, pero ya me siento como en todas esas películas románticas que mamá ve los domingos. —Rió encogiéndose de hombros y sus ojos se convirtieron en una línea.

—Podemos tener muchas más citas. —Interrumpí su risa. —Entre la universidad y un nuevo trabajo, sé que habrá tiempo para muchas más.

El pelinaraja asintió: —Te quiero, Yeonji. —Repitió, esta vez acercándose más a mí.

Me atreví a acariciar los mechones que caían sobre su frente, sus ojos se entrecerraron pero nunca se alejó; después dejé los coloridos mechones y lo miré suspirar.
Ambos después nos quedamos en silencio, disfrutando de nuestra compañía y del pequeño amor que parecía hacerce más grande.
Del amor que, no imaginé tener la primera vez que crucé la puerta principal y que ahora no puedo imaginar no tener.

Momentos más tarde, susurré mirándolo dormir: —Yo te quiero aún más, Park Jimin.

Este, es básicamente el capítulo final; pero, aún hay un epílogo escrito para que esta historia sea oficialmente concluida.

Así que, nos leemos el miércoles. 💜

𝖊𝖚𝖕𝖍𝖔𝖗𝖎𝖆

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