CAPÍTULO TRECE

7.4K 577 228
                                    

Carla

—Carla, Carla Lee —me presento—. Eres el compañero de la universidad de Nicolás, ¿No?

—Sí, lo soy —confirma, y yo le regalo una mirada adquisitiva.

—Y... ¿Qué haces aquí? —cuestiono, frunciendo mis cejas. Nicolás me dijo que estaría con él ayudándolo a alojarse.

—Estoy esperando a Nicolás. Pasamos por aquí para recoger unas cosas y después nos iremos.

—¿Él está aquí? —abro los ojos, perpleja.

—Sí, en su habitación —después de pensarlo por un corto tiempo, tiene sentido. Nicolás tiene su propio apartamento, pero se supone que vive aquí—. ¿Tú eres amiga de él?, veo que ya te contó sobre mí.

Esa es una muy buena pregunta, ¿Soy amiga de Nicolás?, supongamos que sí.

—Así es, soy su amiga —confirmo—. Y sí, me ha hablado de ti. Dijo que hoy pasaría a recogerte a el aeropuerto.

—Ya veo —nos quedamos un momento en silencio, y después dirige su mirada el suelo—. Creo que deberíamos de limpiar esto.

Observo el lio que cause por mi torpeza.

—Voy por un trapeador —me apresuro a decir.

Salgo de la cocina por la puerta trasera, la cual me lleva al lavadero y justo ahí, recostado en la pared se encuentra el trapeador. Lo tomo y me voy de allí de vuelta a la cocina para poder limpiar el desastre que acabo de ocasionar.

Me llevo una gran sorpresa al ver que Alex, el amigo de Nicolás, se ha quitado la camiseta y ahora la está utilizando de... ¿Trapo?

Que chico tan recursivo.

—¿Qué-qué haces? —pregunto, extrañada.

—Da igual. Ya estaba arruinada —responde con indiferencia mientras está de cuclillas pasando su camiseta por todo el suelo—. Me la iba a quitar de todas formas, está chorreada de sopa, no puedo quedarme el resto del día oliendo a pollo —suelta una leve risa.

—Sí, pero, ahora te quedarás el resto del día sin camiseta.

Me regala una sonrisa, un tanto extraña...

—Ya le pediré prestada una a Nicolás.

Sin más, se levanta y escurre su camiseta en el lavaplatos, mientras, yo paso el trapeador en el suelo para terminar de limpiar lo que había quedado de sopa en el. Dejo el trapeador a un lado y voy al lavaplatos para ver si necesita ayuda en algo.

—¿Necesitas ayuda por aquí? —pregunto.

—No, estoy bien, solo le echaré un poco de jabón para platos y la extenderé.

—No deberías de hacer eso —le advierto.

—¿Por qué?, Es jabón.

—Sí, pero no el adecuado —digo, haciendo un gesto de obviedad—. Dame eso, te ayudaré.

—No es necesario, de verdad está bien —dice, pero yo sigo insistiendo y empezamos a tener un tipo de batalla para ver quién gana la camiseta.

—De verdad, insisto, no deberías de utilizar ese jabón, solo dámela, la arruinaras.

Seguidamente halo de la camiseta, pero él hace lo mismo y como es obvio, tiene mucha más fuerza que yo y termino tropezándome con él. Los dos nos caemos al suelo y por arte de magia, torpemente, yo quedo encima de él. Cuando trato de acomodarme, termino sentada ahorcajadas sobre su regazo, mis manos sobre su pecho desnudo y la camiseta al otro extremo de la cocina.

No Soy Esa ChicaWhere stories live. Discover now