CAPÍTULO TREINTA Y SEIS

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Carla 

Me sonrojo, fue inevitable no hacerlo.

Al momento de Nicolás decir que seríamos pareja en la actividad, sus ojos se encontraron en los míos, centrándonos en el otro, y no sé qué tipo de actividad se supone que vayamos a hacer, pero sé que, si es con él, será estupendo.

—Ahora, Nicolás y Carla, siéntense juntos —nos pide a ambos. Yo me paso al tronco donde estaba él, y Nicolás se sienta al lado mío.

Alex deja la bolsa aparte y se sienta en dónde estaba yo, al lado de Lara, ocupando mi lugar para volver a tomar la vocería.

—Damas y caballeros —extiende sus manos por todo el lugar—. Aquella persona que ven a su lado... Será su compañera de carpa.

Iryna parece querer hablar, pero Alex la detiene antes de que suelte alguna palabra.

—Y antes de que empiecen a refutar, no hay vuelta atrás y así será —nadie se atreve a llevarle la contraria, nadie a excepción de Iryna, que insiste en hablar, pero Alex se dedica a ignorar—. ¡Todo el mundo a sus carpas!

Demanda, y me pongo de pie encaminándome a mi carpa con Nicolás siguiéndome detrás de mí.

Lo que empezó como un fin de semana solo para Lara y para mí, terminó en pasar mi primera noche (sobria) junto a Nicolás, y no me quejo.

Al final, Lara no le puso problema a la actividad, e incluso estuvo dispuesta a estar en una carpa diferente a la nuestra sin objeción alguna, y estoy segura de que la causa empieza con A y termina en Lex.

Me inclino para que podamos entrar. Una vez lo hacemos, nos encargamos de cerrar la carpa y agradezco el hecho de haber organizado un poco el lugar antes.

—Fresas —es lo primero que dice al ver la cesta que Lara dejó antes de ir a la actividad.

Se inclina un poco y estira su mano con la intención de tomar una, pero lo manoteo antes de que lo pueda hacer y dicha acción hace que aparte la mano de inmediato, mirándome con estupefacción.

—No —le reprendo—. Ya comiste suficiente, además, esas no son tuyas.

—No notará si me como una... —vuelve a estirar la mano y yo vuelvo a manotearlo.

—¡Que no! —tapo la cesta para que no intente robar más.

—Bien.

Nicolás se aparta haciendo mala cara, seguidamente, me voy a mi lado del colchón y empiezo a acomodar mi almohada mientras él hace lo mismo del otro lado.

Me siento, tomo mi manta y la estiro para que me tape los pies, Nicolás no tiene, así que une su colchón al mío y empieza a jalar de mi manta queriendo robarme un lado de ella para también arroparse.

Lo dejo hacerlo y en medio del revoltijo que vamos armando mientras nos acomodamos estira su mano para tomar la cesta de fresas, pero me di cuenta de que eso no era exactamente lo que quería coger cuando tomó el libro que estaba al otro lado.

Lo toma en sus manos y lo repara lanzándome una mirada que hace que sonroje.

—Es el libro de la otra vez —afirma.

Esta vez no me empeño en quitarlo de sus manos, sería inútil, ya sé que lo leyó y también sé que sabe de qué trata y la clase de escenas que narra.

Abre el libro y empieza a darle una ojeada mientras mi yo interior se muere de vergüenza y recrimina a mi yo del pasado por traerlo.

—Sí... —musita él mientras sigue leyendo—. Definitivamente deberíamos de hacer lo que dicen esos libros tuyos.

No Soy Esa ChicaWhere stories live. Discover now