CAPÍTULO CUARENTA Y SIETE

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Carla

Nicolás me deja en casa después de la visita en el hospital. Le comenté que su mamá me pidió ayudarla a terminar lo faltante en la decoración de su boda y a Nicolás no le agradó mucho la idea de celebrar en estos tiempos, dijo que era algo erróneo, pero de igual forma dije que lo haría.

Me adentro a mi casa y lo primero que hago es cerrar la puerta lentamente y subir en puntitas. Nunca se sabe lo que pueda pasar.

—¿Fuiste a estudiar en pijama? —pregunta mi padre cuando voy a mitad de las escaleras, haciéndome dar media vuelta en el escalón.

—No... —pienso una excusa rápida—. Me he quedado en casa de Lara.

Recuerdo la última vez que utilice esa excusa y no salió nada bien, ya que él llamó y le comentaron que no estaba. Si estoy en pijama es porque tuve que salir por lo de Lara, y en casa de Nick no tenía ropa mía, y es mil veces mejor llegar a mi casa en pijama que con ropa de hombre. Con un padre como el mío, tan protector y siempre queriendo que su pequeña sea perfecta, llegar en las fachas de la segunda opción sería un caos total.

—¿Te enteraste de lo que pasó? —comento, buscando otro tema de conversación. Él asiente lentamente.

—Es una lástima.

—Lo es, y por eso me quede en casa de Lara, para consolar a sus padres y compartir con ellos —le explico, y yo solo pienso en la gran mentira que estoy diciendo. No estaba con sus padres, estaba con su hermano en... Otras cosas.

Él me mira y analiza por un momento para descifrar si miento o no, y lo único que hago es mostrarme normal, como si nada hubiera pasado.

—Bien... —parece convencido—. Ven aquí, tengo que contarte algo.

Suelto un suspiro de alivio internamente. No se alargó mucho la conversación y lo entendió rápido, lo cual es bueno, solo me queda esperar a saber qué es lo que me tiene que comentar, y yo solo deseo que sean buenas noticias, de lo contrario, quedaré devastada.

Camina hacia la cocina y yo lo sigo pasos atrás, pensando en las universidades y en que debería de contarle, así que una vez me diga lo que me tiene que decir, se lo comentaré.

Me sirve un poco de café en una taza y me siento en una de las sillas que están en la isla, agradecida de que pronto mis pupilas gustativas sentirán la delicia que es el café. Ya me hacía falta.

—Tengo buenas y malas noticias —comenta mientras me hace entrega de la taza, y no tardo ni un segundo en darle un sorbo—. Empezaré por la buena, y es que... ¡Ya conseguí trabajo!

Casi me ahogo cuando lo escucho musitar esas palabras. La noticia me hace muy feliz y a él también, se le nota en la mirada, pero el hecho de que diga que tenga malas noticias me hace creer que mi emoción es anticipada.

—¿Y la mala es...? —pregunto, dudosa de querer escuchar la respuesta.

—Si antes no pasaba mucho tiempo en casa, ahora menos —me hace saber, sentándose frente a mí, y yo dejo mi taza sobre la mesa. De alguna forma, esto me desanima—. Tampoco podré ir a la boda de Nessa, justo ese día tengo un viaje de trabajo.

Lo comprendo. He de admitir que tenerlo lejos no me agrada demasiado, pero si es lo que necesitamos está bien y lo acepto, además, ya estoy acostumbrada a estar prácticamente sola en casa, y seguirá siendo así, solo que... Un poco más sola que antes.

—No te preocupes por eso papá, estaré bien —le sonrió levemente—. Y sobre la boda; yo iré por los tres. Planeo grabar todo y mostrárselo a Lara cuando despierte, y te lo puedo mostrar a ti también.

No Soy Esa ChicaWhere stories live. Discover now