CAPÍTULO SEIS

9.8K 768 156
                                    

Carla

—¡Llegó la pizza! —comenta Lara, dando un brinco fuera de la cama—. Voy por ella.

—Sí... Ve por ella —le digo con una media sonrisa. Mi voz fue un poco apagada, lo cual ella notó, por eso se detiene a mitad del camino.

—¿Me habías preguntado algo? —cuestiona—. El timbre no me dejó escucharte bien.

—Oh, sí, pero ya no importa —digo, despreocupada.

—Claro que importa —señaló—. Voy por la pizza y cuando regrese me cuentas, ¿Okey?

—Okey —le sonrío.

Lara sale por la puerta en búsqueda de la pizza y afortunadamente no se tarda mucho en volver, a los dos minutos ya estaba otra vez en mi habitación. Colocó la pizza entre las dos y no pasó mucho tiempo cuando decidimos retomar la conversación de antes.

—Entonces... ¿Qué me querías preguntar? —cuestiona, expectante.

—Hmm... No es nada importante, en serio —pensé en no volvérselo a preguntar, pero en verdad quiero saberlo, así que suelto un suspiro y hablo—... ¿Cómo se llama tu hermano?

—¡Ah, eso! —habla como si nada—. Mi hermano se llama Nicolás.

—Oh —digo. Así que Nicolás es su nombre...

—¿Por qué la pregunta?, ¿No te lo había dicho ya? —dice, pensativa.

—No que yo recuerde —me encojo de hombros.

—Ahh —hace una pausa—. Se va a enfriar la pizza... Mejor comamos —aconseja, y yo asiento con la cabeza, dándole mi aprobación.

Abro la caja de pizza e inmediatamente Lara coge su pedazo y le da una gran mordida. El olor de esta inunda la habitación y hace que me rujan las tripas.

—¡Esta deliciosa!

Yo también cojo mi pedazo de pizza, pero cuando estoy a punto de darle un mordisco, Lara me interrumpe.

—No te has quitado la pulsera de tu madre, ¿No habías dicho que querías mantenerla guardada para no perderla o dañarla?

Dirijo mi mirada a mi muñeca derecha, dónde tengo mi pulsera y sonrió ante el recuerdo de mi madre dándomela en mi cumpleaños.

—Esa era la idea —le respondo a Lara—. Pero cada vez que la uso, de alguna forma siento que ella está aquí, conmigo.

Antes no quería usar mi pulsera por miedo a que se dañara o terminara perdiéndola, pero cuando me la puse antes de ir a la cena, me di cuenta de que la quería llevar siempre conmigo, a ella y a mi madre.

—Tu madre siempre estará contigo —me dice con una linda y compasiva sonrisa.

—Lo sé, pero... —digo con mis ojos ya aguados, a punto de romper en lágrimas. Hablar de mi madre es un tema muy sensible para mí—, La extraño tanto, Lara.

—Oh, ven aquí —me dice, dejando su porción de pizza a un lado, extendiéndome los brazos.

Inmediatamente dejo mi pedazo de pizza en la caja y me acerco a ella, acurrucándome a su lado. Lara me abraza y besa una esquina de mi cabeza.

Mi madre falleció por cáncer.

Cuando la diagnosticaron fue muy tarde, los doctores nos decían que no había nada que hacer, pero a mi padre y a mí no nos importó, la cambiamos de hospital y decidimos hacerle sus quimioterapias e incluso le pagamos una enfermera en casa para que nos ayudara con su cuidado y tratamiento.

No Soy Esa ChicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora