CAPÍTULO TREINTA Y CINCO

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Carla

Regreso al lugar en donde están todos. Iryna se quedó atrás, Lara no está por ningún lado y Nicolás se está tomando una cerveza junto con Alex y Liam.

Respiro hondo y suelto el aire acumulado en mis pulmones. Lo que acaba de pasar con Iryna me puso colérica. Todavía me pregunto qué se cree para decirme que me aleje de Nicolás, y claro, no le voy a dar el gusto de hacerlo.

Ya que no veo a Lara optaría por acercarme a Nicolás, pero lo veo teniendo una conversación tan amena con sus amigos que prefiero no interrumpir e ir por el malvavisco que Lara nunca me trajo.

La fogata sigue encendida brindando calor a la fría noche. Tomo un malvavisco, chocolate y galletas para hacerme uno de esos famosos postres de campamento. Mientras lo preparo pienso en mi papá; después de la cena que tuvimos con Nicolás, y cuando me fui de casa, no supe más de él, aparte de la nota que me dejó.

Me preocupa, y lo que es peor aún es que no tenga ni una sola raya de señal para llamarlo o él llamarme a mí, por suerte le deje una nota como él hizo, y si no se acordaba de que venía a este lugar, pues por lo menos sabrá en dónde estoy.

Termino de comerme mi postre, me levanto sacudiendo mis manos y limpiando mis pantalones, y me dispongo a buscar a Lara. Es raro que no esté por ningún lado. Lo lógico es empezar a buscarla por las carpas, así que me encamino a ellas.

Voy a la de Nosotras, me agacho, bajo la cremallera para abrirla y sí, definitivamente está allí.

—¡Cierra eso! —exclama—. ¡Me estoy cambiando!

—¡Voy, voy!

Me adentro a la carpa y me apresuro a cerrarla como ella lo solicitó, en definitiva, se está cambiando, ya tiene puesto un pantalón gris con lunares negros de pijama y ahora se está poniendo una camiseta blanca, también de pijama.

—¿También vienes a cambiarte? —pregunta.

—Sí —miento. La verdad es que solo vine porque la estaba buscando, no sabía qué hacer y ya empezaba a aburrirme

Me pasa mi maletín una vez estoy a su lado y empiezo a buscar mi pijama. Encuentro mi pantalón largo, pero no veo mi camisa por ningún lado. Empiezo a preocuparme, así que saco todas las cosas que tengo dentro de mi bolso y me frustro al ver de todo menos mi camiseta.

—Cálmate un poco, estás desorganizando todo.

—No traje mi camiseta, y estoy cien por ciento segura de haberlo hecho —expongo de mi problema a Lara—. ¿Tienes una que me puedas prestar?

Ruego porque en verdad la tenga, dormir con la que tengo puesta sería super incómodo, y solo tengo la ropa con la que me voy a ir mañana.

—No, lo lamento —su respuesta me frustra aún más—. Solo traje la de esta noche.

—Está bien, tendré que resignarme a dormir con esta —señalo la que traigo puesta.

—O puedes pedirle una a Iryna —sugiere, encogiéndose levemente de hombros una vez ya está del todo cambiada—, de seguro trae más de una de sobra en su super equipaje.

Refunfuño.

—Créeme, no lo dudo, pero pedirle ropa a Iryna no es una opción.

—¿Por qué no? —cuestiona—. Se ve buena persona, además, pobre, es novia de mi hermano.

—No es novia de tu hermano —le aclaro mientras me pongo el pantalón de pijama.

—Se besaron —razona—. Tú misma los viste...

No Soy Esa ChicaWhere stories live. Discover now