Capítulo 4

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Al principio las palabras 'perdió la memoria' sonaron como a una broma de mal gusto. Luego los días comenzaron a acumularse y se convirtieron en semanas que pronto se hicieron meses.

Cuando al fin le quitaron el tubo de la garganta y podía respirar y comer con relativa normalidad, el médico autorizó las visitas. La primera que recibió fue la del jefe, que para entonces llevaba pocos días de ser ya el exjefe.

De entre todos los candidatos para darle las malas noticias, justamente O'Brian había elegido hacerlo. Trató de decírselo con tacto y sin asumir nada, no quería ofenderla ni tampoco herirla. Sabía que lo que dos personas adultas decidieran hacer con su tiempo libre no era asunto suyo, aunque no por eso se le hizo más fácil la tarea.

—Necesito informarte sobre un... sucedió algo que no... —intentaba hallar una manera de explicar lo ocurrido con la mente de Chris.

—¿Qué ocurre? —le preguntó Katherine sin realmente imaginar de qué se trataba, ¿qué podría ser tan malo como para hacer titubear al jefe de esa forma?

—Es Chris... él...

Con los ojos muy abiertos esperó a que siguiera, pensando lo peor. O'Brian se había quedado sin palabras.

—¿Él está... bien...? ¿está herido? ¿está... vivo?

—Sí, sí, está muy bien, tranquila. Pero...

—¿Pero qué...? —inquirió casi con desesperación.

O'Brian movió la cabeza e inhaló una considerable cantidad de aire antes de finalmente soltar las noticias.  

—Sufrió un golpe demasiado fuerte durante la batalla y... Él... me parece que no puede recordar nada desde... no lo sé, justo antes de lo del Líbano. Perdió la memoria...

Ella no pidió más detalles, parecía que con haber escuchado que al menos estaba vivo le había bastado. O'Brian vio la conmoción en sus ojos y solo atinó a quedarse callado. Decirle que lo sentía o tratar de ofrecer algunas palabras de consuelo sería meter las narices en algo que no era para nada de su incumbencia. Cambió el rumbo de sus comentarios hacia otros asuntos sobre los resultados de la misión, la vacuna, su salud, las perspectivas de los doctores, sin volver a tocar el tema de Redfield y su accidente, dejándolo pasar como un simple renglón en la lista de novedades. 

Luego de las actualizaciones, la dejó de nuevo sola, y transcurrieron unos cuantos minutos más antes de que Kay terminara de comprender que lo que el exjefe le había tratado de expresar era que Chris no recordaba nada conocerla, y por ende nada de lo que había vivido a su lado; ni la imprudencia de desobedecer sus órdenes que habían derivado en aquella disculpa en el muelle de la playa, ni lo de Corea, ni... ¿nada?, ¡¿nada en absoluto?! Nada sobre ella, ese era el verdadero trasfondo del mensaje.

Como en los peores momentos de su vida, un estremecimiento de terror recorrió sus entrañas, y, como ante cualquier tragedia, la primera herramienta emocional de enfrentamiento fue la negación. "No es cierto...", se dijo a sí misma intentando generar algo de esperanza. O'Brian tenía que estar equivocado, no podía ser posible que Chris hubiera olvidado todo, así, sin más... todo lo que había entre ellos, todo lo que vivieron juntos, sus momentos, sus confesiones... ¡Tenía que ser una mentira!, tenía que serlo... o una broma, una muy cruel. 

"¿Por qué querría que yo creyera algo así?", echó la pregunta al aire, al aire que comenzaba a faltarle para respirar. "¿Por qué... por qué me diría... por qué mentir  de esa forma? No... no tiene sentido... Chris no, él no...". 

Y fue entonces que halló una respuesta, una excesivamente realista y despiadada respuesta a su intento por desconocer la verdad. "Claro que es cierto... si no lo fuera, él habría sido el primero en visitarte", cuestionó esa presencia recriminadora en su conciencia. "Lo sabes... ¿Y qué querías? Los criminales no reciben medallas, tonta. Y no eres más ni menos que eso, al igual que tus amigos, al igual que el hombre que te dio la vida... El padre al que tuviste que asesinar porque era un vil engendro sin corazón, el padre al que le disparaste a sangre fría, delante de él... Sus ojos te vieron hacerlo. ¿Qué pensaría de ti en ese momento? Le mostraste tu creación diabólica... le dejaste ver quién eres en realidad y... ¿lo recuerdas...? ¿Recuerdas que se alejó de ti? ¿Qué había en su rostro? ¿Viste algo además de decepción? No, porque es lo único que le provocarías ahora. Nunca fue diferente, siempre le escondiste lo que eras. ¿Para qué querrías que te recuerde? Deberías estar agradecida de que te haya olvidado. Al menos así no tendrá que enterarse de lo que te faltaba confesarle. De todas maneras iba a dejar de amarte... si es que te amó alguna vez... porque en la cúspide de tu montaña de mentiras y en tu imberbe estupidez, dejaste que se enamorara de una inocente chica de buenos sentimientos... una persona honesta que no es capaz de lastimar a nadie. Pero esa no eres tú, no... Tú, Ekaterina Komarov, no eres más que una despreciable terrorista".

𝚂í𝚗𝚍𝚛𝚘𝚖𝚎 𝚁𝚎𝚍𝚏𝚒𝚎𝚕𝚍 - 𝙿𝚊𝚛𝚝𝚎 𝟸, 𝙰𝚗𝚝í𝚍𝚘𝚝𝚘Where stories live. Discover now