Capítulo 3

217 27 62
                                    

Chris movía entre sus dedos la lujosa pluma retráctil de titanio que había recibido de regalo en honor a su nombramiento como nuevo líder de la ambiciosa institución que ayudó a fundar. Aguardaba impaciente una visita, una que prometía dilucidar sus dudas, algunas de ellas al menos. 

Cuando Jill Valentine apareció en su oficina, Chris por poco se atora con su propia respiración. No porque no la estuviera esperando, sino porque ella había entrado sin tocar. ¿Por qué? Ella solía ser muy prudente. Quizás estuviera igual de nerviosa que él. 

 —Felicidades, comandante Redfield. Esta oficina es impresionante —observó acercándose a abrazarlo para saludarlo —Apuesto a que no soñabas con algo así en tu pequeño escritorio en la estación de Raccoon... —añadió para bromear. 

—Ninguno de nosotros —quiso él recordarle. 

—Oh, no, no... No hables por mí. Yo siempre soñé con una suave alfombra bajo mis pies y una enorme silla forrada de cuero sosteniendo mi espalda mientras doy las órdenes.

 —¿Como lo hacía Wesker?

—Sí, solo que... sin las conspiraciones.

Se echaron a reír. 

—¿No tenías eso en Brasil? —indagó el comandante.

—De cierta forma. Aunque las cosas siempre acababan poniéndose muy rústicas.

—¿Más que nuestro compromiso?

—Wow... iremos al grano, por lo que veo —observó ella evocando un gesto de incomodidad. ¿A dónde se había ido la diversión?

Ambos se sentaron ante el gran mesón de lujosa madera oscura que ocupaba Chris ahora, el uno en frente del otro, demasiado alejados para tratar un tema tan delicado. 

—Perdona si te incomodo siendo tan directo.

—No me molesta, mejor así. Venía pensando en una manera civilizada de sacar el tema, pero... no hallé ninguna. 

Chris volvió a recoger la pluma.

—No puedo creer que hayamos esperado tanto para hablar de esto. 

—Bueno, estábamos ocupados. 

—¿No deberíamos haber buscado el tiempo?, es algo importante. 

Jill se encogió de hombros, luego de eso sobrevino una interminable pausa de varios segundos. 

—Odio no saber qué pasó con nosotros... —confesó finalmente Chris en medio de un suspiro. 

—Pues, si vemos el lado bueno, al menos esta vez no olvidaste toda tu vida.

—Sí, pero... parece que he olvidado todo lo que era importante.

Jill le lanzó una mirada intentando adivinar lo que pensaba. 

—No hay tanto que decir sobre nosotros, Chris. Estábamos... alejados... el tiempo, las dudas...

—¿Qué dudas? Lo último que recuerdo es haber leído un correo que me mandaste con la fecha tentativa para nuestra boda. 

Valentine agachó la vista confundida por la pregunta de su exprometido. Las cosas habían estado yendo mal desde mucho antes. ¿Su amnesia era selectiva?

—Yo no... Escucha, creo que ni tú ni yo sabíamos lo que estábamos haciendo. Todo lo que sé es que... Es decir, Chris, quizás fue un error desde el principio. Nos decidimos demasiado rápido. 

—¿Más rápido que tu actual compromiso con el extranjero?

Valentine se rio por la exageración. 

𝚂í𝚗𝚍𝚛𝚘𝚖𝚎 𝚁𝚎𝚍𝚏𝚒𝚎𝚕𝚍 - 𝙿𝚊𝚛𝚝𝚎 𝟸, 𝙰𝚗𝚝í𝚍𝚘𝚝𝚘Where stories live. Discover now