Capítulo 22

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A Leon lo recogió el helicóptero a primera hora de la mañana. El presidente tuvo la reunión con el médico un día antes, pero el agente se quedó para terminar de tomar fotografías al complejo de experimentación. No supo de los tratos que hicieron, y tampoco quiso preguntar.

Miró desde el cielo cómo la isla se quedaba inerte debajo, cual si fuera cualquier centro vacacional en medio del océano. Y mientras se alejaba, supo que regresaría; quizas pronto, quizás no tanto, pero estaba seguro de que volvería. El doctor Malhotra tenía entre manos algún plan en el que confiaba demasiado, no por nada se había esforzado bien en parecer un santo de la ciencia. Leon estaba acostumbrado a la gente de su clase, "Un tipo tan limpio solo puede estar muy sucio", se dijo a sí mismo, y luego dejó de ver ese trozo de tierra y se concentró en lo que era importante. 

No tenía ganas de seguir distrayéndose con los malos, ni en cómo detenerlos. Ahora su cabeza estaba habitada por otros pensamientos que acaparaban cada reacción de sus neuronas. No conseguía explicarlo, quizás era un resultado del encuentro físico, pero en lo único en que podía pensar era en ella; en la forma, textura y sabor de sus labios; en su cuerpo y en la suavidad de sus caricias; en su forma de reír y en su forma de responder a sus bromas; en lo bonita que se veía cuando no se daba cuenta de que él estaba contemplándola, y en el gesto aún más encantador que ponía cuando se percataba. "¿Por qué estás viéndome?", le reclamaba, y él solo volteaba a otro lado y no le decía nada. 

Estaba enamorado, desde hacía mucho, ya no tenía dudas. Diría incluso que desde que la había visto. Desde la primera vez que la tuvo frente a sus ojos, algo se volvió diferente en su mundo. No quería ser amable, no quería conquistar su corazón ni caerle bien; quería retarla y pelear con ella, sin ninguna razón más que el propio impulso. Lo incomodaba, lo hacía sentirse raro. Al principio, pudo camuflarlo en su desconfianza, pero lo cierto era que, a más de tener sospechas, se sentía atraído por un campo de energía invisible que se concentraba en ella; en su cabello anaranjado y en sus ojos claros y brillantes. 

Nunca antes había estado tan loco por una chica, no de esa forma. El podio de todas sus historias de amor lo había ocupado siempre Ada, pero por ser el cuento más extraño y no el más intenso; por la manera en la que la había conocido, por lo obsesionado que llegó a estar con la fantasía de convertir su historia de supervivencia en un hito del romance. Pero la vida no era un relato noble, al contrario, era uno de horror. Y Leon, por mucho que intentara dejar de lado su papel protagónico, siempre acababa en el epicentro de los peores eventos. No se quejaba, aunque sí lo resentía.

Estaba acostumbrado a lidiar con el mundo y sus males, y llegó a pensar que no encontraría nada más que hacer con su vida, nada más que ser el héroe silencioso que perseguía a los locos como Malhotra. Estaba resignado, ya no le importaba y ya se había decidido a dejarlo ser."Y entonces aparece esta rusa caprichosa y lo arruina todo...", pensó, pero no solo debido a sus sentimientos, sino porque algo en su interior seguía y seguía advirtiéndole que no debería sentirlos. 

Desabrochó su chaleco y lo dejó a un lado. Estaba harto del calor de la isla y harto de sí mismo también; de las ideas inevitables que revoloteaban su inseguridad. Lo único que quería era regresar a casa, despejar su mente, hablar con Katherine, y llegar a una conclusión menos insidiosa sobre ella y su pasado. Porque, a pesar de que el médico no había vuelto a mencionarla, con lo poco que dijo, bastó para que le nacieran miles de preguntas; y esas preguntas batiéndose con sus emociones lo estaban volviendo loco. 

Llegó a la base y recibió la notificación de que lo esperaban en la oficina de Chris para su primer reporte. Le pareció inusual, pero obedeció.

De haber sabido que Kay se encontraba en el gimnasio con los reclutas, no habría podido resistir y habría ido a saludarla. Y el futuro, para él y para todos, podría haber sido diferente. Pero no lo sabía.

𝚂í𝚗𝚍𝚛𝚘𝚖𝚎 𝚁𝚎𝚍𝚏𝚒𝚎𝚕𝚍 - 𝙿𝚊𝚛𝚝𝚎 𝟸, 𝙰𝚗𝚝í𝚍𝚘𝚝𝚘Where stories live. Discover now