Capítulo 31

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Narra Evett

Solté un quejido en el momento en que los esbirros me soltaron hasta caer al suelo, una mano me toma por la barbilla y hace levantar mi cabeza aunque la aparté con molestia.

-¿Aún te resistes? -no respondí-. No importa... tenemos toda tu vida para que aprendas cuál es tu posición ahora.

Me hace levantar del suelo, intenté librar mis manos pero estaban encadenadas tras mi espalda. Solté un gruñido de frustración mientras Asher sonríe y se pasea a mi alrededor.

-No te molestes, una humana como tú no podrá romper estas cadenas -comentó, él volvió a sentarse en un asiento parecido a un trono-. Y será mejor que no intentes nada... mi gente está tan ansiosa por devorarte en este momento.

Miré de reojo a mis costados notando a todos los esbirros presentes en esta habitación, me erguí demostrando firmeza a pesar de no responder por el momento. No iba a agachar la cabeza ante esta escoria.

-No dejarás que me toquen, ¿no es cierto? Después de todo quieres tenerme para ti -solté con una sonrisa amarga-. Eso no va a pasar, primero me lanzaré a los lobos.

-¿Qué puedo hacer para que cedas un poco? Me resulta aburrido pelear todo el tiempo -usa su poder para acercarme a él hasta arrodillarme en frente y me toma por la barbilla-. Lo tengo... ¿Qué te parece hacer que todos aquellos que se han burlado de ti paguen?

-En todo lo que piensas es en derrame sangre, ¿no? Después de todo, eres un demonio -espeté.

-Por supuesto, es lo que hago. Gente como tú y como Ryder me busca, buscan mi ayuda para vengarse de alguien... Puedo hacerlo por ti, tus manos seguirán limpias y tendrás a un demonio de tu lado -su sonrisa alcanza sus orejas-. Solo tienes que decir un nombre y esa persona vivirá el infierno en vida.

En un instante mi mente hizo que pensara en Karla, por supuesto que la odio y más luego de todas esas burlas que ha hecho sobre mis padres...

-Así es, esa en quien piensas -levanta una mano y aparece una llama roja como la sangre que deja mostrar a Karla-. Se ha burlado dr la muerte de tus padres, se ha burlado de ti...

Aparté la cabeza y la mirada de aquella imagen mostrándome los recuerdos de todas sus burlas.

-Te ha insultado junto a sus amigos y no le ha importado que hayas sido su mejor amiga desde niñas -acercó su rostro a mi oreja-. Yo creo que personas como ella no valen la pena, no deberían de seguir viviendo tan tranquilas. El infierno les vendría bien para una lección, ¿qué opinas?

Por un momento lo consideré. No sé si fue porque realmente sentía tal rencor o era algún otro poder suyo de persuasión que quería hacerme aceptar su oferta. Pero... ¿hacerla vivir un infierno en vida?

-Quizás mis manos estén limpias si te dejo hacerlo, pero mi conciencia no. No quiero que lo hagas a pesar de todo y no vas a conseguir que haga un trato contigo.

Asher se alejó y comenzó a reír por saber que lo había descubierto. Solo quería hacer un trato, no le importo en realidad.

-Eres audaz, lo reconozco -chasqueó los dedos y los esbirros volvieron a sujetarme-. Pero ¿qué crees? Ya he enviado una horda de esbirros a atacarlos. Alégrate, te has negado así que tu consciencia también estará limpia.

-¡Detenlos! -exigí pensando en Brittany y los que no me han hecho nada.

-¿Detener a una horda de esbirros hambrientos y ansiosos? No, creo que no es buena idea.

-¡Asher! -gruñí enfadada pero los esbirros no dejaron que me acercara.

-Cuando mi gente acabe con tu escuela, me lo agradecerás.

Los esbirros me arrastraron de regreso a la habitación, me lanzaron allí y cerraron la puerta de inmediato. Miré a todos lados y vi por la ventana como los esbirros volaban hacia mi escuela... Debía hacer algo, no podía dejar que le sucediera algo a Brittany... ella ha sido tan amable.

Empecé a hacer esfuerzo para librarme de las cadenas, apreté los dientes y me removí como pude hasta que libré una mano.

-Lo hice -murmuré sorprendida.

Me quité la cadena de la otra mano y luego miré a mi alrededor, encontrando algo brillante bajo la cama. Al tomarla vi que se trataba de la espada de Ryder que había quedado aquí, noté las sábanas y recordé cuando las había atado entre sí y que no me había dado lo suficiente con estas. Entonces decidí cortarlas a la mitad a todas y atarlas de nuevo para que sean más largas, volví a intentarlo y bajé por estas.

No había llegado hasta el final, pero había conseguido llegar más lejos y hasta un balcón que conectaba con otros más hasta llegar al suelo. Miré hacia atrás con burla.

-Que idiota.

Salí corriendo lo más rápido que podía, debía llegar a tiempo, debía advertirle y hacer algo. No sabía si podría contra tantos esbirros, en realidad, estaba segura que no podría, pero debía intentarlo.

ENTRE CUERVOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora