Capítulo 24

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Unos cuantos días siguieron pasando en los que Asher ya no ha intentado nada, pero tampoco se había mostrado fuera. Era extraño y me causaba un mal presentimiento. Pero Ryder visitándome todo el tiempo que fuera posible me tranquilizaba. Aunque hoy se había tardado...
Me mantuve acostada en la cama, suspirando a punto de caer rendida y dormir profundamente. Pero finalmente escuché sus aleteos, por lo que me di vuelta enseguida y sonriendo.

-Llegaste -mencioné sin poder evitar sonreír.

-Evett... -abrí los ojos de par en par cuando me tendió la mano-. Ven conmigo.

¿Salir de aquí? ¿Hablaba en serio?
No dudé ni dos segundos más, me levanté y casi que corrí hasta él. Tomé su mano y él me jaló hasta sujetar mi cintura y sonreír. Me cargó en brazos y voló fuera de la mansión junto a mí, sentir esta nueva sensación de libertad no tuvo precio... Aspiré profundo y me aferré a Ryder con emoción de finalmente salir de aquí.

Era la mitad de la noche, no podía ver con claridad hacia dónde estábamos yendo, pero Ryder parecía conocer el camino de memoria. Voló más rápido por un par de horas, ¿qué tan lejos estaba? ¿En serio iba y venía todos los días recorriendo esta distancia? No era de esperarse que se sintiera cansado. Voló por bastante tiempo hasta que finalmente empezó a descender, pude ver que habíamos llegado hasta una pequeña cabaña a la mitad de la nada. Ryder me bajó y me dejó acercarme.

-¿Y esto? -pregunté.

-Es para ti -respondió-. La encontré hace unos meses y decidí que este sería un buen lugar para esconderte.

Subí los peldaños y miré todos los detalles en madera, noté algunas zonas lijadas y como los tornillos y las maderas eran nuevas y no oxidadas o mugrientas.

-¿La reparaste tú?

Asintió una vez en respuesta. Estaba verdaderamente sorprendida pero me parecía algo tierno que lo haya hecho. Vi la silla reclinable en el pórtico, estaba como nueva y sin polvo o algo. Decidí entrar a la cabaña y ver que por dentro estaba mucho mejor arreglado, como si fuera una casa moderna. Las encimeras de la cocina estaban hechas de mármol y madera oscura. Los muebles se veían muy cómodos igual.

Me acerqué a lo que parecía ser la sala a un lado del comedor y me senté en el sofá un segundo para sentir la comodidad, y sí... era realmente cómodo. Sonreí ampliamente antes de levantarme e ir hacia las escaleras, donde solo estaba una sola habitación que era para dormir, con una cama de gran tamaño.

-¿Cómo has hecho todo esto?

-Con materiales de la zona y una gran motivación.

Me acosté en la cama y agarré una de las almohadas, la aplaste un poco y una pequeña pluma negra escapó de la funda de esta. Miré a Ryder con la ceja arqueada.

-Suelto plumas como tú sueltas cabello, y sé que te gustan los rellenos de plumas.

-Tienes razón, sí me gustan -dejé la almohada de nuevo y suspiré- ¿Asher no va a buscarme?

-No podrá encontrarte.

-¿Puedes asegurarlo?

-De él me encargaré yo, no dejaré que vaya a buscarte -respondió, yo me levanté de la cama.

-¿No vas a quedarte conmigo? -cuestioné cautelosa.

Me miró un momento en lo que pensaba su respuesta, probablemente no se esperaba que quisiera que se quedara.

-Tengo que vigilarlo.

-No eres su niñera.

-Lo sé... -es lo único que dice.

Nos mantuvimos en silencio sin saber que más decir, la idea de quedarme sola en este lugar no me gustaba... ya no quería estar así. Así que, me acerqué a Ryder y tomé su mano.

-Quédate -pedí.

-No creo que sea lo mejor.

-¿Por qué?

-Aún no he conseguido que me perdones del todo, ¿cierto? -me mira con una sonrisa desanimada.

-En parte... Pero yo también quiero que te quedes a salvo -lo abracé por sorpresa-. Escóndete conmigo, que no importen los demás, solo nosotros. Así tendrás tiempo para hacer que termine de perdonarte.

Lo sentí devolverme el abrazo a la par que soltaba el aire con pesadez y derrota, luego lo sentí reír levemente.

-Nunca podré estar en contra de ti... Bien, si es lo que quieres en verdad.

-Sí, lo es.

Ryder me abraza aún más, aferrándose a mí y disfrutando de esto. Cerré los ojos un segundo mientras le permitía abrazarme, hasta que ya había pasado mucho tiempo. Me separé y miré por la ventana sobre la cama, el sol comenzaba elevarse hasta su punto máximo.

-¿Ya es medio día? -cuestioné asombrada.

-Al parecer... ¿Tienes hambre? -preguntó.

-Un poco -respondí.

Ambos bajamos hasta la cocina y él abrió la nevera que igualmente había instalado. Fruncí el ceño y fue cuando me cuestioné cómo es que había electricidad. Negué con la cabeza y decidí quedarme con la duda, tampoco es que fuera algo importante en realidad.

-Me he encargado de llenarte la nevera y los almacenes, puedes pedirme lo que quieras.

-¿Cocinas? -arqueé una ceja.

-En realidad -sonrió-. Aprendí muchas cosas mientras crecía.

Fue entonces cuando recordé que él vivía solo, lejos de los demás. Me sentí culpable por tocar el tema y preferí mejor no decir nada más sobre eso.

-Está bien, pues... sorpréndeme.

Asintió en respuesta. Se puso manos a la obra y sacó todos los ingredientes que iba a utilizar, yo lo miraba y de paso trataba de recordar dónde estaba cada cosa, después de todo... estaré aquí por un tiempo indefinido. ¿Cuándo terminará todo esto? O mejor... ¿Esto va a terminar en algún momento?

ENTRE CUERVOSWhere stories live. Discover now