XI

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-¡No, no es necesario! Ya me encuentro bien, Anne -gritó desesperado. No quería parecer el ex que no es capaz, siquiera, de superar a su familia.

Después de varios minutos, salió del baño y se encontró con la mirada de la pelinegra y de Gemma. Lo estaban intimidando. Quería teletransportarse o algo que lo hiciese desaparecer ya mismo.

-Estás sonrojado y tus ojos brillan -soltó Gemma, como si estuviese analizando la situación -Escuchamos las arcadas -continuó diciendo para sí misma y Harry no sabía a qué punto quería llegar.

Tal vez sí sabía, pero prefería hacerse el tonto para no alertar a su cerebro, podría ser peligroso mostrarse nervioso. Louis era pésimo ocultando información y Harry lo sabía.

¿Por qué mierda no les contó nada?
Sabía que su familia lo buscaría en cuanto pusieran un pie fuera del avión.

Pero, claro, que el tonto Louis explique la situación, el más cobarde de lo dos; que a Louis se le aguen los ojos, mientras Harry se libera de la carga de contarle a su familia.

¿Cómo les dice? ¿Debe decirles?
¡Por supuesto que sí!

Oigan, Harry me mandó a la mierda y no es una simple pelea, está follando con alguien más.

¿Y si le preguntan el porqué?

Él también lo quería saber.

Tal vez Daniel folla mejor.

-No entiendo -contestó finalmente, optando por fingir demencia. Bravo, Louis.

-Tus muslos y caderas se han ensanchado -soltó con una sonrisa burlona.

Maldita sea, Gemma, cállate ya.

Él la siguió y también rió nervioso, haciéndose el loco todavía.
Tenía que salir de esa casa. Se sentía rodeado de lobos, estos a punto de tragárselo.
Los lobos eran Anne y Gemma, quienes lo observaban fijamente, a la espera de una confirmación; que claramente no recibirían de Louis, por lo menos no ese día.

-Tengo que irme, ¡lo siento! De verdad me gustaría quedarme más tiempo, pero necesito descansar, estoy comenzando a sentirme mal y creo que me dará fiebre, será mejor que vaya a casa -escupió sin tartamudear, se sentía orgulloso.

Que se joda Harry, que él les cuente.

-¡Nada de eso! Si el futuro esposo de mi hijo se siente mal, yo misma lo cuido, ¡qué va! -sus ojos parecían más grandes y era por las expresiones que le hacía, como si lo que el castaño había dicho, fuese lo más estúpido que alguna vez hubiera escuchado.

Su cerebró entró en alerta roja, se estaba quedando sin excusas y a ese paso, no tendría escapatoria.

No debió haber venido, en primer lugar. Estúpido, estúpido.

—No, Anne, ¿cómo crees? No te molestes, además, yo mañana debo trabajar a primera hora, son tiempos muy importantes para la empresa —dijo su última excusa, esperando que no insistiera.

—¡Robert, ven acá! Trae el termómetro. Lou está ardiendo y no está pensando coherentemente —demandó y Louis se rindió, era imposible ganarle a esa mujer, la conocía más que a su propia madre.

Se iba a dejar consentir.

Pese a que su cerebro lo seguía riñiendo, él ya había tomado una decisión, se iba a quedar e iba a dejar que lo mimaran, lo necesitaba.

—Gemma, no llames a Harry, debe estar muy ocupado, me lo mencionó por la mañana y no quisiera preocuparlo —mintió descaradamente, a Harry no le importaba en absoluto y si no hubiese estado Daniel en peligro, Louis seguiría secuestrado y sin comer, probablemente en sus últimos días.

BewildermentWhere stories live. Discover now