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—¿Qué... qué demonios te pasa por la cabeza, Hazael? quiero que en este momento me expliques quién te dijo que sería buena idea, quitarle los ojos de encima, por siquiera un maldito segundo a Louis —hablaba entrecortado, su pecho subía y bajaba rápidamente.

—Tienes veinte minutos, para localizarlo. Largo —escupió furioso.

Cuando el jefe de seguridad había salido por la puerta del despacho, Harry soltó un fuerte suspiro.
Sentía que su cabeza iba a estallar.
Había ordenado retirar la escolta de Louis, sí, porque su jefe de seguridad aseguraba que algo extraño estaba pasando y al parecer, alguien estaba filtrando información sobre la rutina de Louis. No podía exponerlo, debía averiguar lo que ocurría cuanto antes y eso es lo que se supone que estaba haciendo su incompetente personal.

Había dado órdenes estrictas para que Louis fuera vigilado las veinticuatro horas del día, todos los días de la semana, pero al parecer, la vida se estaba riendo de él, pues ni siquiera su mejor escolta era capaz de mantener lo más preciado que tenía en la vida a salvo.

Estaba enojado con él, sentía rencor hacia el menor, pero seguía siendo su jodido amor.

Louis había herido a Harry de muchas maneras. Le quitó todo lo que Harry tenía para dar; le arrebató felicidad, amor y esa sonrisa que marcaba sus preciosos hoyuelos.

...

Cuando Louis escuchó un grito agudo y seguido de eso, sintió unos brazos entusiastas rodeándolo por debajo de la cadera, le fue inevitable no alterarse, no lo juzguen, estaba paranoico desde el día del secuestro.

Pero no había nada qué temer ahora, eran las gemelas y cuando se percató de ello, su corazón saltó de felicidad. Amaba a ese par y se apresuró a desocupar sus manos, dejando todo lo que cargaba en el suelo para poder regresar el efusivo abrazo.

—Niñas, niñas, dejen de atosigar a su tío, sean pertinentes, por favor —dijo Anne, fingiendo reprensión, pero la sonrisa al final de la frase, les dejó saber que solamente estaba bromeando.

Y a decir verdad, ahora Louis, sí que se encontraba aterrado. Es decir, ¿Anne sabía todo? Y si no, ¿cómo se lo iba a decir? ¿Debía decírselo? ¿Eso le corresponde a Harry, ¿no es así?

Ella lo había llamado tío, ¿sería solamente por amabilidad y no hacerlo sentir mal?

Maldita sea, ya cállate, se reprendió a sí mismo.

—Cariño, por fin te veo, Harry me ha dicho que estabas muy ocupado y por eso no habíamos podido verte, pero te prometo que ya lo reprendí, ¿cómo es posible que haga trabajar tanto a su prometido? Vamos a casa, no acepto una negativa, tenemos mucho qué planear, esa boda no se va a hacer sola —soltó tan rápido que Louis apenas pudo asimilar lo que le había dicho.

¿Qué?

Harry... Harry no les había dicho nada.

¿Qué debía hacer o decir? Su cabeza quería explotar y quería desaparecer de ahí, la sola mención de su boda, ahora cancelada, lo hacía querer vaciar su estómago.

—Lo siento, Anne, debo regresar. De verdad lo siento —Louis de verdad lo sentía, él amaba a esa familia como si fuera la suya misma, tal vez más.

—Oh, no, eso sí que no, Gemma estará muy enojada si se entera que me crucé contigo y no te rapté, ¿verdad niñas? —cuestionó haciendo una mueca con su rostro, para parecer más convincente.

—Sí, tío Lou, mamá estará muy molesta y no queremos eso, ¿tú tampoco lo quieres, verdad? —alargó la última palabra exageradamente.

—No... no puedo, pero les prometo que en estos días les llamo, bebés y nada me impedirá ir a verlas —dijo tratando de sonar lo más convincente posible. Le había costado, su garganta tenía un nudo que recién había aparecido.

Aprovecharía ese tiempo para conversar con Harry acerca de todo lo que estaba pasando, debían aclarar las cosas.

—Por favor tío, di que sí, di que sí, ¡hace cuatro meses que no te vemos! —exclamaron ambas, seguido de un puchero.

—Bueno, yo... sólo un par de horas, ¿está bien? —accedió finalmente.

Y es que, no es que Louis no quisiese ir a la casa que la familia de Harry había comprado hace algunos años para pasar las vacaciones tranquilamente y despejarse un poco de la alocada y ajetreada ciudad de New York. Era solamente que le aterraba la idea de cruzarse con Harry y desatar la furia de este por convivir con su familia, peor aún, ¿qué tal si Daniel también se aparecía por ahí? Demonios, demonios, cada vez se convencía de que no era buena idea, pero era demasiado tarde, se encontraba arriba del auto en dirección a la casa que había sido testigo de los mejores años de Harry y Louis. Otro motivo para no querer ir ahí. Recuerdos.

Cuando por fin llegaron, Louis no mentiría; se sentía como un verdadero intruso, ya no pertenecía a ese lugar, ni a esa familia y el corazón le dolía.

En esa casa, Harry le había propuesto matrimonio, había organizado una velada preciosa, junto con toda su familia y debajo de la luz de la luna, se había arrodillado.


...


—¡No es justo, Samantha! —gritó Julie saliendo de la cocina.

—Tío Lou, dile a Juls que aprenda a ser una buena perdedora —sonrió, orgullosa aún, por haber ganado la competencia de quién decoraba las mejores galletas.

Por supuesto que Louis no había sido el juez, él no sería capaz de elegir a una mejor y hacer sentir mal a la otra de sus niñas. Es por eso que Anne, encantada había aceptado el juego que a las gemelas les entusiasmaba tanto y que claro, ellas mismas habían propuesto.

—Ustedes pusieron las reglas del juego, amores y querían que sólo hubiese una ganadora, pero para mí, ambas lo son, ¿de acuerdo? —contestó dulcemente. —Además, se divirtieron y es lo verdaderamente importante.

Ambas niñas asintieron y olvidaron el tema para proceder a comer sus galletas con un enorme vaso de leche.

Habían pasado toda la tarde jugando y después, cuando el Sol se ocultó, hornearon galletas.
Las niñas adoraban a Louis y decir que este no era el tío más consentidor del mundo, era una falacia.

A Louis se le había pasado el tiempo volando y no se percató de que había roto su promesa de no reforzar el vínculo con la familia de su ex prometido.

—Tío Lou, bebe la leche y la galleta al mismo tiempo, ¡sabe delicioso!

Cuando Louis aceptó gustoso el trago del líquido blanco, que su sobrina, ahora no sobrina, le estaba ofreciendo, le fue imposible terminar de beberlo.

Se levantó rápidamente y se dirigió al cuarto de baño más cercano de la casa, para expulsar lo que le había causado tanto asco.

Se miró al espejo y tenía sus ojos brillosos, le dolía el estómago por el esfuerzo y quería llorar, porque era realmente patético; estando, donde no debería estar, mintiéndose a sí mismo y odiando sentirse tan amado por personas que pronto dejarían de saber de él, pues ya no había nada que los uniera.

—Cariño, ¿te sientes mal? Ya llamé a Harry para avisarle, está viniendo.

¿Cómo iba a escapar de ahí?

Se había sentido aliviado cuando el tema de la boda no había aparecido de nuevo y esto, debido a que se había retrasado el vuelo de Gemma, lo cual no había dado tiempo a que Anne lo bombardeara con mil preguntas, pues había ido a recoger al aeropuerto a su hija y desde luego, Louis se había ofrecido a cuidar de las pequeñas.

Esto era peor... mucho peor.





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Hola, sé que no muchas siguen mi historia, pero, para las pocas que lo hacen; de verdad perdón por no actualizar constantemente, la escuela me lo imposibilita, sin embargo, prometo terminarla.

Dulces sueños.





-Nay. 🌠

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