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Harry.
Tenía un sabor amargo en mi garganta, pero no era precisamente eso lo que me estaba molestando, yo sabía perfectamente el motivo, pero no iba a aceptarlo. Tenía dignidad y ese pequeño caprichoso me había traicionado. Su firma en el documento, esas fotos subidas de tono siendo tocado por alguien que no soy yo y su ahora presencia con el bastardo presidente de la competencia, ¿acaso quería provocarme un infarto?

La vista del imbécil aquél, no se apartaba de la pequeña figura, parecía un perro faldero y mi respiración estaba comenzando a ser irregular, apretaba mis puños, buscando controlarme, pero no podía. Nada me podía controlar.

Los ojos de mi Sol estaban perdidos, se veía cansado y sus cachetes se veían más regordetes, sus mejillas sonrosadas y el peculiar brillo en sus labios que me encantaba saborear cuando lo besaba, estaba ahí.

Aún no puedo creer que hayan pasado dos meses, dos tortuosos meses sin sus caricias, sus ronroneos cuando pasaba mi lengua por sus marcadas clavículas y sus berrinches porque me olvidaba constantemente de decirle "amor".

Mierda, mierda. No lo tolero cerca de él, lo quiero aquí, a mi lado, encima de mi regazo y mi nariz hundida en su cuello.

Cuando lo pierdo de vista, me es imposible no buscarlo con la mirada y cuando eso no me es suficiente, me pongo de pie, para continuar con mi labor.

Casi al llegar al tocador, donde estaba seguro que se encontraba, choqué con Daniel y le muestro una mala cara. Maldita sea, ¿por qué se atraviesa en mi camino? Es tan molesto y no lo soporto, pero debo fingir que lo hago, porque Louis no puede darse cuenta de lo miserable que me hace su ausencia.

-Apártate.

-Amorcito, vamos a bailar, anda. ¡Sácame a bailar! -hizo un ridículo puchero, que seguramente a cierta persona le habría funcionado para chantajearme, pero este tipo definitivamente no tenía ningún poder sobre mí.

-Hazte a un lado, Daniel, no lo voy a repetir.

Es cuando escucho un sollozo que levanto mi vista y lo veo.
Está llorando, lucha por no emitir ruido y la impotencia que siento cuando lo veo así, tan vulnerable y frágil, me destroza el corazón.
Quiero correr a abrazarlo, besarlo y decirle que todo estará bien, que lo perdonaba y que íbamos a casarnos y tener los cachorros que tanto habíamos planeado.

Cuando entro en razón me percato de quién lo está sosteniendo. Es Joel y por supuesto que está aprovechando su desestabilidad, tomándolo por las caderas, pegándolo a él y acariciando su espalda.

-Aleja tus manos de él -solté demandante.

Sonrió de lado y le dio un beso en la sien disfrutando del momento, por otro lado, el ojiazul me veía con sus ojos inyectados en sangre, volteó hacia donde se encontraba Daniel, y hasta entonces me di cuenta de que había estado conteniendo mi furia apretando fuertemente a este último contra mí, seguramente mis dedos dejarían marca y eso no se verá nada agradable.

Louis sólo agachó su cabeza y no dijo más nada. Le susurró algo al oído a Joel, mi rival, mi enemigo y ahora mi próximo objetivo a derrotar. El imbécil le mostró una sonrisa y acomodó su cabello hacia atrás, Louis no dijo nada. Asintió y salieron del lugar.

Me quedé estático. En cualquier momento iba a explotar, así que me dirigí a casa, aunque no sabía si debía llamarla así ahora que la luz que la iluminaba ya no estaba.

Una vez en casa, la furia se apoderó de mi cuerpo. El corazón había dejado de pertenecerme, mis pensamientos ya no se sentían míos, nada encajaba y las gotas saladas no tardaron en hacer su recorrido.

Debía investigar, todo es confuso ahora que su cerebro había asimilado la situación.

¿Por qué no se lo dijo a Louis?
¿Y si todo era una farsa?

Mandaría a analizar esas fotografías, tal vez estaba queriendo no ver la realidad, porque dolía, dolía demasiado, pero, ¿y si todo es un mal entendido y esas fotografías son de alguien más? Quizá, curiosamente y de una manera improbable, por mera casualidad, esa persona tiene los mismos lunares que tiene mi Sol.

Estaba en negación.

Tal vez sí fue un estúpido por no haberlo hablado con su pareja de hace años, ahora que lo pensaba, quería darse golpes, por no haber confiado en él, pero, después estaban todas esas prubeas que lo señalaban como culpable.

Y si realmente él tuvo algo que ver con el asesinato de su madre, era algo que jamás le podría perdonar.

...

¿Qué hacía tirado en el frío piso sin hacer nada? Louis debe encontrarse solo y no parecía estar bien -por su culpa-. Ese maldito imbécil seguro que hará algo, lo conoce y sabe que siempre toma ventaja de las situaciones. No podía permitirlo. Debía ir ahora mismo.

Suponía que haberlo visto de nuevo, lo hizo aún más vulnerable. Había algo que lo hacía necesitarlo para respirar.

Recuerda perfectamente el camino para llegar al lugar. Está un auto aparcado en el sitio que solía pagar extra, solo para su "ostentoso coche", según Louis.

Está con él.

La respiración se le entrecorta, sus nudillos se vuelven blancos, sus pupilas se dilatan y sus sentidos pueden percibir la tempestad que se avecina.



Voten, por favor y díganme, ¿qué les parece la historia?







-☉🌙-

BewildermentWhere stories live. Discover now