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𝐂𝐑𝐄𝐀𝐓𝐔𝐑𝐄𝐒 𝐋𝐈𝐄 𝐇𝐄𝐑𝐄

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Era lunes por la mañana y Maxine ya se había despertado antes del amanecer. Pues como era costumbre en Castelobruxo, sus horas matutinas las dedicaba a su entrenamiento como nadadora de Waterflame.

Esa mañana en particular, la princesa de hizo camino por los corredores del pasillo en dirección al patio donde estaban los jardines y el invernadero. Corrió con sus prendas de entrenamiento hasta la orilla del Lago Negro y sintió el frío en sus pies tan pronto como su cuerpo hizo contacto con el agua.

Se dispuso a conjurar una serie de encantamientos para prever una posible hipotermia y para repeler cualquier criatura submarina que pudiese atentar contra ella.

Una vez preparada, Maxine se sumergió en el lago con más ansias que la de un pez fuera del agua. Exploró las profundidades con mucha curiosidad. Trató de ignorar el hecho de que las cañerías conectaban con el agua —lo que lo volvía realmente asqueroso— y que la Sala Común de Slytherin contaba con dos grandes ventanas vidriadas permitiéndoles ver a los alumnos un  poco de las profundidades del lago.

Maxine trató de evitar esa zona pero tan pronto como braceó unos metros, una voz se hizo presente y clara.

—Has regresado, ama...

El tono grave de la misteriosa voz se coló por sus tímpanos. Sus tres palabras eran lentas y concisas. Maxine no supo cómo reaccionar. Algo en su ser le pedía que contestara, que siguiera la desconocida voz, y estuvo a punto de hacerlo, si no fuera por la inminente criatura que avanzaba moviendo sus tentáculos en su dirección.

Maxine sabía que no podría hacerle daño, llevaba encima un hechizo que podía protegerla de algún ataque. Sin embargo, optó por nadar lejos del calamar gigante rumbo a la orilla de vuelta. Tomó sus pertenencias y corrió de vuelta al castillo.

Sus pies iban dejando huellas de tierra mientras el pelo largo chorreaba de su cuerpo. Pero no pareció importarle, ya habría quien limpiase el desastre. Caminó por las mazmorras con ánimos de llegar a la Sala Común cuando un golpe brusco a su izquierda la hizo sobresaltar.

—¡Aragog! —gritó una voz—. ¡Detente!

Maxine se acercó hacia el lugar donde el disturbio provenía; era una puerta caoba que simulaba ser un armario de escobas. Ésta parecía ser empujada fervientemente con fuerza, como si alguien intentara huir.

𝐘𝐎𝐔𝐑 𝐇𝐈𝐆𝐇𝐍𝐄𝐒𝐒 | Tom RiddleWhere stories live. Discover now