16.

6.4K 748 427
                                    

┌────── ⋆⋅☆⋅⋆ ──────┐

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.







┌────── ⋆⋅☆⋅⋆ ──────┐

𝐂𝐔𝐓 𝐓𝐇𝐄 𝐀𝐂𝐓 𝐍𝐎𝐖

└────── ⋆⋅☆⋅⋆ ──────┘










—¡Flexiona los codos! —gritó Maxine sentada a orillas del lago—. ¡Tus brazos rectos no te llevarán a ninguna lado, solo harás que las llamas te alcancen en medio segundo!

Así fue como básicamente había transcurrido la última media hora con Basilio. Desde su llegada, la princesa no le había permitido descansar ni siquiera un momento. Lo arrojó al agua inmediatamente para comenzar con su arduo trabajo, ya que si bien el prefecto tenía un porte perfectamente atlético, sus habilidades dentro del lago eran prácticamente nulas. Era evidente que nunca había nadado en su vida. Y el entrenamiento que Maxine le ofrecía lo haría nadar por su vida.

—Qué mandona eres, Demetria Gaenor. ¿Te lo han dicho alguna vez? —comentó el pecoso acercándose a la orilla.

La heredera se mordió la mejilla por dentro. Sus piernas desnudas flexionadas y pegadas a su pecho cubriendo casi todo su cuerpo.

—De hecho, sí —contestó portando su usual orgullo—. Podría decirse que está en mi naturaleza.

La sonrisa del Gryffindor no tardó en aparecer. Sus ojos deseosos de diversión recorrían el rostro inmaculado de la rubia. Y sin pensarlo dos veces, se posicionó frente a ella de forma que pudo tomarla por debajo de las axilas y cargarla lejos de la tierra.

A pesar de sus protestas, Basilio arrastró entre risas a la princesa de nuevo al agua junto a él. Maxine le propinó una serie de mini golpes y malas palabras, pues luego de su encuentro con el basilisco, sabía que si volvía a poner un pie dentro del lago no podría evitar querer nadar hasta la cloaca para buscar a su mascota. La conexión que tenía con sus criaturas era probablemente lo único que llevaba a la heredera a actuar de formas osadas. Bueno, aquello y Tom Riddle, por supuesto.

De cualquier forma, el Gryffindor se las ingenió para lograr zambullirse con la rubia entre sus fuertes brazos. Maxine se dio por vencida finalmente luchando físicamente y se dejó sumergirse con el pecoso agarrándola firmemente.

Aunque ambos podían tocar el fondo con sus pies, la princesa envolvió sus piernas en las caderas del mayor. Sus brazos se entrelazaron en su cuello donde pudo llegar a percibir su perfume de madera. Sintió las manos grandes del ojiazul viajar tímidamente hacia la parte trasera de sus piernas, muy cerca de sus glúteos. Maxine sonrió en respuesta. Aunque encontraba la compañía del mayor encantadora, no pudo evitar pensar que seducir a un hombre le era tan fácil como leer el diario por la mañana.

𝐘𝐎𝐔𝐑 𝐇𝐈𝐆𝐇𝐍𝐄𝐒𝐒 | Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora