17.

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𝐔𝐏 𝐓𝐎 𝐍𝐎 𝐆𝐎𝐎𝐃

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La noche se cernía sobre ellos. La luz de la luna se filtraba por la ventana como un resplandeciente reflector. En el centro, Tom comenzaba a alcanzar su clímax. Las gotas de sudor se deslizaban por sus sienes mientras sus embestidas se tornaban más y más agresivas. Su cuerpo sentía las vibraciones placenteras alcanzar cada centímetro de su piel al compás de los gemidos de la pelinegra debajo de él.

Walburga Black, la novia de uno de sus caballeros, luchaba contra el impulso de gritar el nombre de quien estaba tomando su cuerpo en aquel momento. Y aunque de espaldas no podía verlo, podía escuchar los sonidos guturales escapar de la garganta del rizado. Éste la tomaba por sus caderas, permitiendo así liderar la sincronización de sus cuerpos colisionando. La pelinegra se aferró a las sábanas con una mano mientras que con la otra tomó el respaldo de la cama. Su pico de placer tan cerca como el de Tom.

El heredero fue el primero en desatarse extasiado afuera de ella, manchando su espalda baja. No conforme, reemplazó con sus dedos el lugar que antes había ocupado su miembro para hacer que la Slytherin se viniera a continuación en sus manos.

Con sus ojos cerrados, el rizado dejó que la respiración agitada de Walburga se colara por sus sentidos. Le gustaba escucharla en su estado más vulnerable, sabiendo que él había sido precursor de aquello.

En un rápido movimiento, Tom se puso de pie para recoger las prendas que anteriormente habían revoleado producto de la eufórica necesidad de ser tocados. La joven imitó sus acciones, lamentándose no poder pasar más tiempo en brazos de su amante. Pues sabía que decir esos pensamientos en voz alta sólo espantarían y alejarían al heredero.

Era obvio que la pelinegra podía ver las estrellas cada vez que Tom estaba cerca. Cada vez que en secreto le susurraba al oído o incluso cuando la arrastraba a escondidas por su habitación. El rizado, por su parte, carente de cualquier emoción afectiva, encontraba la compañía de Black ligeramente placentera. Era muy madura para su edad, su anatomía era de las más hermosas que había visto y por sobre todas las cosas, era la fruta prohibida del grupo. Phoenix Nott había luchado por conseguir la atención de Walburga desde que Tom tenía uso de razón. Teniendo eso en cuenta, ver a la Slytherin abandonar a hurtadillas su cama o escucharla gemir su nombre como si su vida dependiera de ello era un pecado que el prefecto encontraba exquisito.

—Quiero que te acerques a ellas —dijo el heredero mientras sus dedos pálidos abotonaban su camisa.

La pelinegra odiaba esos momentos. Esos en los que luego de compartir el calor de sus figuras, el rizado comenzaba a actuar como si nada hubiera pasado, como si ningún significado tuviera para él. De hecho, Walburga comenzaba a cuestionar si su líder siquiera quería realmente encamarse con ella. Su rutina era siempre la misma, y es que cuando la joven conectaba sus ojos avellana con los negros ónice de Tom, éste la volteaba para desconocer su rostro y proseguir sus movimientos desde atrás.

𝐘𝐎𝐔𝐑 𝐇𝐈𝐆𝐇𝐍𝐄𝐒𝐒 | Tom RiddleWhere stories live. Discover now