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Yoongi ve como Yeonsoo desaparece por la puerta de entrada. Se siente cansado, como si nada pareciese volver a la normalidad, incluso se siente al borde de un abismo a punto de perderse por completo. Las cosas no empeoran, pero sin duda, no mejoran y es frustrante. Todos los días se levanta con la esperanza de poder tener una vida común y corriente, sin peligros, con la mujer que ama, con sus amigos sanos y juntos; pero solo se engaña, nada cambia y al final, termina en el mismo circulo vicioso donde lo único que puede hacer es seguir avanzando.

Camina hasta cocina y guarda todo para etiquetarlo, y así volver a su departamento, no quiere dejar sola a Haneul, sin embargo, debe hacerlo, aún hay una pila de ropa pequeña que espera por él. Además, quiere ir a visitar a Jimin ya pasó una semana y no sabe mucho de como le va, las llamadas son cortas y no dice mucho. Parece más asustado que otra cosa, por eso necesita ver con sus propios ojos que está bien.

La puerta de la habitación se abre, al mismo tiempo que una somnolienta Haneul aparece.

—¿Cómo estás? —Yoongi la toma del brazo para guiarla a la butaca.

—Yoongi, estoy embarazada, no enferma. —Ríe ante el acto del pelinegro. No puede sentirse más a gusto al saber que ella ha vuelto a ser la misma chica de antes.

—Aún no puedo creer que bebiste hasta perder la razón estando embarazada —menciona con reproche. Él toma un plato de comida y se lo entrega—. Debes ir a un doctor en cuanto salga el sol.

—Lo sé, y lo siento —se disculpa con sinceridad. La castaña se acomoda en su lugar separando las zanahorias del resto de la sopa, Yoongi frunce el ceño y ella se encoge de hombros—. De pronto comenzaron a provocarme asco.

—¿Has tenido antojos? —Yoongi la mira ladino recordando el embarazo de su tía. En aquel entonces, su madre se levantaba a altas horas de la madrugada para recorrer todo Busan en busca de lo que la mujer quería. 

—No lo sé —susurra pensativa—. Estuve deseando mucho las fresas. —Ella cierra los ojos por un segundo—. Estuve tan ocupada que ni siquiera me di el lujo de probar una.

—¿Cuánto tiempo tienes? —dice Yoongi. Se levanta y se coloca la chaqueta.

—Estoy en mi primer trimestre. —Ella asiente, aún separando aquellos ingredientes.

—No lo comas, te hará vomitar si estás asqueada de esos ingredientes —menciona. Él se acerca a ella y retira el plato de comida—. Iré por fresas y un poco de carne.

—¡Oh, sí! —chilla hambrienta. Pero no puede permitir que Yoongi salga a esa hora en busca de comida, sabiendo que él mismo preparó aquella sopa, sin mencionar que hace pocas horas, se encontraba apuntándole a la cabeza con un arma dispuesta jalar del gatillo—. No es necesario que lo hagas, puedo ir yo misma.

—No digo que no puedas, pero déjame cuidarte. Por Jimin y Hoseok. —Le sonríe cálido y sale del departamento.

Haneul se tira en el sofá siendo presa de un remolino de pensamientos. No se atreve a decirle a Hoseok, mucho menos a sus padres, claro que hasta ahora la única persona que sabe sobre la vida que lleva en su vientre es aquel chico que salió disparado en busca de fresas. No puede evitar sonreír, está segura que si Jimin estuviera ahí, hubiese hecho exactamente lo mismo.

Su corazón se oprime al pensarlo, no puede creer que el castaño haya recaído en aquello que tanto odia, pero más se atormenta, por no ver las señales antes. 

La clave suena en la puerta, Haneul mira a su lado como el móvil de Yoongi reposa, por lo que supone que volvió por el. Por eso, ella lo toma entre sus manos y camina hasta la puerta, al mismo tiempo que esta se abre y deja ver aquella anatomía. Su sangre se drena por completo, y quiere correr para vaciar su estomago. No puede creer lo que sus ojos ven.

𝙴𝚏𝚎𝚌𝚝𝚘 𝙼𝚊𝚛𝚒𝚙𝚘𝚜𝚊 © » ᴹⁱⁿ ʸᵒᵒⁿᵍⁱ; BTSWhere stories live. Discover now