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Los ojos de la pelinegra se abren de asombro al ver a Yoongi caer al suelo, totalmente inconsciente. La culpa la invade pero no tiene tiempo de pensarlo, corre a él tan rápido como puede, pero teme tocarlo.  Se acostumbró tanto a soñarlo, que no puede poner un solo dedo encima de él. Es como si fuera un sueño, todo se siente irreal. Anheló por tantas noches poder volver a tenerlo cerca, tocar su piel, oler su perfume que ahora tenerlo así de vulnerable frente a ella le causa miedo. Con solo un toque teme lastimarlo más de lo que ya lo hizo.

La voz de Haneul suena desde afuera, Yeonsoo reacciona tan rápido como puede y se esconde entre las mesas. No puede decirle la horrible decisión que tomo, sabe que ya no hay vuelta atrás, de alguna forma, su corazón no quiere que haya vuelta atrás.

—Yoongi, mejor vamos a casa y... —Las palabras de Jimin quedan en el aire, al ver a su amigo regado en el suelo. Haneul ahoga un grito y corre a él levantando levemente su cabeza—. ¡Mierda! Yoongi.

Jimin sacude sus hombros, pero él no parece reaccionar. Yeonsoo se muerde la mejilla interna para no gritar de pánico.

Haneul barre la estancia con su mirada, si algo le enseñó el campamento, es a ser meticulosa en cada detalle. Entonces la ve, conecta miradas con su amiga y sus ojos se ensanchan. La última persona que esperaba ver, era a ella.

—¡Vi algo en la cocina! —El pánico se filtra en las palabras de Haneul, la desesperación por qué Jimin no logre ver a su amiga.

El castaño corre de inmediato. Yeonsoo sale de su escondite para poder escapar de aquella situación.

—¡¿Tú hiciste esto?! —grita en un susurro la castaña.

—¡Lo siento! —El arrepentimiento es evidente en sus palabras, por lo que hace reverencias sin control. No sé está disculpando con ella, si no, con el cuerpo inconsciente que tiene en brazos.

—¡¿Cómo se te ocurre hacer una cosa así?! ¡¿Estás demente?!

—¡¿Haneul?! —La voz de Jimin se escucha desde la cocina.

—¡Vete! —Señala la puerta, observando que su novio no aparezca—. ¡Estoy bien! ¿Encontraste algo?

Yeonsoo asiente y corre fuera del edificio. Corre tanto como sus piernas le permiten, sin dirección, sin estabilidad. Las lágrimas caen de sus ojos y se camuflan en sus mejillas, con las gotas de lluvia que colisiona en él. Se siente idiota por no pensar en Yoongi, podría estar grave por su culpa.

Finalmente, cuando sus piernas queman de dolor y sus pulmones arden, decide caminar. La lluvia para por completo y el frío se instala en el ambiente. Se coloca la capucha de su sudadera y mete las manos dentro de los bolsillos delanteros. Hace tanto frío que su calor corporal, escapara en forma de vapor por su boca.

Tiene que volver a casa, pero no puede enfrentar a Jungkook aún. Se siente traicionada, pero sobre todo, usada y manipulada. Una gran parte de ella no se permite enojar lo suficiente, hizo exactamente lo mismo hace más de un año atrás, pero uso a grandes personas y al amor de su vida.

Ahora entiende el dolor que sintió Yoongi, Jimin y los demás al enterarse de su traición. Pero nunca la perdonaron, no les dio tiempo, o la oportunidad de hacerlo.

Yeonsoo visualiza su edificio a unas cuadras, pero antes de si quiera pensar en la larga conversación que tendrá con Jungkook, quiere pasar por algo de comer. Una de las tiendas a la que siempre concurre, está aún abierta. Sin embargo, antes de siquiera abrir la puerta, esta se abre mostrando un demacrado Jungkook, con una bolsa en mano.

Dentro de ella hay dos ramen, un paquete de cigarrillos de los que ella fuma, dos cervezas y un chocolate. No es la gran forma de pedir perdón, pero algo suma.

𝙴𝚏𝚎𝚌𝚝𝚘 𝙼𝚊𝚛𝚒𝚙𝚘𝚜𝚊 © » ᴹⁱⁿ ʸᵒᵒⁿᵍⁱ; BTSWhere stories live. Discover now