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La casilla de mensaje contesta del otro lado. Yeonsoo aparta el móvil de su oído y corta, su corazón se inunda de decepción pero ya no puede echarse para atrás, no después de haber probado la sensación de tenerlo tan cerca. Se coloca los auriculares y la capucha para tapar su rostro marcado.

Sale del departamento al mismo tiempo que marca el número de Haneul. Tanto tiempo sin hacer nada le ayudó a memorizar sus números telefónicos de memoria. Los pitidos suenan y la menuda logra salir del edificio, sintiéndose extrañamente feliz, como si pudiera volver a su vida, o al menos a los brazos de Yoongi.

—Hola —contesta una risueña Haneul.

—¿Dónde estás? —escupe sin paciencia. Del otro lado se instala un silencio tortuoso.

—¿Yeonsoo? —susurra como si se estuviera escondiendo de alguien—. ¿Cómo...

—¿Dónde está el bar de Yoongi? —la corta caminando sin sentido. 

—¿Qué?

—Ya salí del campamento, quiero verlo.

—No está permitido eso —murmura segura. El reloj corre y sabe que tarde o temprano se enterarán que escapó, y antes de ser castigada necesita verlo.

—No me jodas, no me digas que mierda está permitido —chilla enojada contra el micrófono del móvil—. Dime ahora mismo donde mierda es el bar, o le haré una visita a Jimin para contarle todo.

—Lo siento, no puedo —susurra y corta.

Yeonsoo grita en silencio llenando sus pensamientos de desesperación. No lo piensa más y corre hasta las calles que tanto extraña. Aunque le gustaría decir que es cerca, no lo es, entonces toma un taxi y le da la dirección. En la mesa, junto a los móviles había un poco de dinero seguramente para su comida de mañana. 

El auto estaciona frente a la pequeña casa de Yoongi y ella paga antes de bajarse, pero se sorprende al ver la casa en completa oscuridad. Como si nadie hubiese habitado aquél lugar en años; se acerca de manera sigilosa y ve por la ventana, el lugar está vacío. Yoongi se mudó.

La idea de no volver a verlo nunca más la invade, es tan terrorífico que se hecha a correr, Jimin no vive lejos, siempre pudo caminar de una casa a otra cada vez que quería, y ahora no es la excepción. 

Llega al destartalado edificio y una ola de nostalgia la sorprende, sin embargo, no se detiene a pensarlo. Sube los escalones a zancadas hasta llegar a la puerta de su departamento; debe detenerse a regular su agitada respiración, se recompone y se quita la capucha para golpear dos veces.

La puerta se abre con lentitud, y una sonriente Haneul aparece del otro lado, su sonrisa se esfuma y el pánico la invade.

—¿Dónde mierda es el bar de Yoongi? —Se acerca lo suficiente a ella para no ser escuchada por nadie más.

—Estas loca.

—Dime algo que no sepa. —Hace un mohín restarle importancia.

—¿Quién es amor? —grita Jimin detrás de Haneul.

El escuchar su voz la conmueve, extraña a su amigo, tanto que le gustaría hacer a un lado a Haneul y correr a sus brazos, decirle lo mucho que lo extraña. Pero todo aquello se esfuma cuando Haneul cierra la puerta detrás de ella.

—Nadie, ahora regreso. —Toma del brazo a Yeonsoo y bajan por las escaleras—. ¿Para que quieres saber? ¿Otra vez arruinarás la vida de ellos?

—¡A la mierda eso! Necesito verlo —escupe, pero la suplica se filtra en sus palabras.

𝙴𝚏𝚎𝚌𝚝𝚘 𝙼𝚊𝚛𝚒𝚙𝚘𝚜𝚊 © » ᴹⁱⁿ ʸᵒᵒⁿᵍⁱ; BTSWhere stories live. Discover now