Segundo año: fuera de horario

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Remus lo ignoró, acurrucándose en su edredón y concentrándose en su libro. Quizás veinte minutos más tarde oyó que se recordaba el hechizo de silenciamiento; era como si hubiera estado sordo de un oído y de repente pudiera volver a oír. Escuchó el susurro de la cortina de nuevo, mientras Sirius retrocedía y caminaba suavemente por la habitación.

Esta vez, sin embargo, sus pasos se acercaron y, para sorpresa de Remus, las cortinas de su propia cama se abrieron. El rostro largo y pálido de Sirius lo miró,

-Hola-, susurró,

-Hola ...- Remus respondió, -¿Qué pasa?-

-Vi la luz de tu varita-, asintió con la cabeza, -¿Puedo entrar?-

-Erm ... ¿ok?-

Sirius sonrió y se deslizó adentro fácilmente, arrodillándose en la cama frente a Remus, quien acercó sus piernas a su pecho, dejando su libro a un lado.

- Sonoro Quiescis ,- susurró Sirius, lanzando el encantamiento de insonorización para que no molestaran a los demás. -¿Cómo está el libro?- Miró el libro de bolsillo que descansaba sobre la almohada junto a Remus.

-Bien-, respondió Remus, sin comprometerse. -¿Qué pasa?- El Repitió.

-Estaba hablando con James-. Dijo, acomodándose, sentándose con las piernas cruzadas: -Él cree que te he molestado al hacer preguntas sobre tu padre-.

-Oh,- Remus ladeó la cabeza, sorprendido, -No, estoy bien. No me molesta; Estoy acostumbrado a eso.-

-Eso es lo que le dije a James-.

-Correcto-

Sirius no se fue, solo siguió mirando a Remus. Lo estaba haciendo sentir incómodo, solo llevaba un chaleco delgado para dormir, que mostraba una serie de marcas rojas y plateadas que cruzaban sus brazos y hombros desnudos. Sirius lo miró abiertamente.

-¿Cómo obtuviste tus cicatrices?- Preguntó en voz baja. Remus frunció el ceño, tirando de las sábanas hasta su cuello,

-¡¿Cómo conseguiste las tuyas?!- Él chasqueó. Instantáneamente se arrepintió; Sirius dejó de mirar su piel y retrocedió, con los ojos llenos de dolor y sorpresa.

-Yo ... de mis padres. La maldición de Lacero , así es como nos disciplina -. Dijo, su voz un poco robótica.

-Lo siento,- Remus dejó caer el edredón. Suspiró, extendiendo sus brazos para que Sirius pudiera ver mejor, -Me los hago a mí mismo, cuando esté ... cuando cambio, ¿ves?- Se bajó un hombro del chaleco y se giró ligeramente para mostrarle cuatro largas marcas de garras blancas.

-Wow-, suspiró Sirius, de rodillas de nuevo, inclinándose hacia adelante con su varita encendida para ver mejor. -¿Por qué lo haces?-

-No lo sé, no soy exactamente yo mismo. Madame Pomfrey reconoce que es frustración, porque está en mi naturaleza atacar a la gente y no tengo a nadie a quien atacar -.

-¿Dónde te ponen?-

-Ahí está esta casa vieja ... McGonagall y Pomfrey me llevan allí todos los meses, hay un pasadizo debajo del Sauce Cazador-.

-¿McGonagall te mira ?-

-¡No! Es muy peligroso. Creo que usan hechizos para mantenerme encerrado -.

-Suena horrible-.

Remus se encogió de hombros.

—No, no es tan malo como en St Eddy's, tienen una celda para mí allí, con una puerta plateada. Cuando llegué allí por primera vez, la matrona cree que era muy pequeño para recordar, pero me metieron en una jaula -.

All the young dudes (traducida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora