Capítulo 25 [ Cameron y su depresión indepresiva ]

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Cameron

El señor Shall era realmente odioso, sus calculos también. Repudiaba tanto aquella clase, que salía de ella enervado. Cuando la campana dio sus tres toques habituales, todos levantamos nuestros traseros de las apelmazadas sillas y salimos de aquella clase. La clase del señor Shall se podía denominar como el peor aula de la historia, los grados de temperatura dentro de la estancia eran similares a los del laberno. Algunos de los alumnos más propensos a la facilidad de sudar sin apenas moverse sudaban la gota gorda ahí dentro. Desgraciadamente, en mi clase de cálculo había tres. Sus ventanas eran escasas, dos pequeños ventanucos por los que no pasaba una ristra de aire y dos rayos de sol, todo en aquella clase era luz artificial. Sin duda, la peor.

Al salir de aquella clase, Takumi, esperaba en la pared opuesta a la puerta del señor Shall. Jugaba con un mechón dorado que le caía de manera entrañable en la cara. Su tez hoy se veía especialmente sexy, y ella también. Junto con sus jeans ajustados y su top granate, me provocaba unas ansias insaciables de tener su cuerpo junto al mío, su cuerpo encima del mío, los dos desnudos, en mi cama o la suya, juntos. Siempre.

Me acequé a ella, de manera sigilosa, por qué, según ella, aquella manera de acercarme era realmente sexy. Rocé suavemente su barbilla, pasando mis dedos delicadamente por su mandibula. Sus ojos se veían oscuros, más que otros días. Mis labios rozaron suavemente los suyos, me separé y me coloqué justo a su lado, agarrandola la mano.

-- Creo que deberíamos ir a un lugar algo menos ruidosos -- dijo Takumi mirando nuestros dedos entrelazados.

Últimamente, su sed sexual estaba desbordada, pero yo me cansaba. Siempre era lo mismo, cama - clases, clases - cama. Era repetitivo y aburrido.

La miré, pero ésta vez a los ojos, ella se sentía algo intimidada ya que nunca he mirado a nadie así - creo que deberíamos aparcar nuestros deseos sexuales, - ella soltó mi mano - vamos demasiado rápido, son demasiadas veces.

- ¿Acaso te éstas cansando de mi? - preguntó con una voz entrecortada.

- Si, pero no quiero dejarte, no ahora, al menos. Me gustas, por eso prefiero cambiar la dinámica.

- Cam - dijo rozando con sus manos mi mandibula, aquel gesto me hizo estremecer. Yo apreté ña mandibula -, nuestros cuerpos, nuestras almas estan destinadas a la unión repetitiva. Es la única manera de que algo entre nosotros funcione, ésto es así.

- ¿ Entonces, mejor dejarlo? - pregunté alejandome de ella, evitando contacto visual.

- Si.

Se largó, moviendo su delgado trasero. Su ida y dejada no me provocó apenas niguna lástima, se largó y lo único que quería era fumar y beber. Pero no de una manera construtiva, causa depresiva, si no de manera entretenida, solo diversión.

Comenzé a caminar por el pasillo, solo, junto a mis libros. La luz natural le hacía daño a mis ojos; demasiado tiempo en el aula del señor Shall. A lo lejos pude ver a Ben, hablando con, ¿Jason?. Le iba a matar, enserio. ¿Acaso no sabía cuanta rivalidad había entre nosotros dos?. Apreté mis puños, queriendo pegarlos a los dos, una mano tocó mi hombro.

- Tranquilo fiera, solo son compañeros de equipo - dijo vacilante Luce a mi lado.

- Pero.. - intente replicar yo.

- Nada. Compañeros, nada más.

Agaché la cabeza, de manera en la que Luce me comprendiese pero no hubo suerte. Luce agarró mi mano y me sentó junto a uno al gran sauce que se encontraba en medio del césped del campus. Nos sentamos en su sombra, a pesar de que el invierno estaba acabando, pero el frío hacía su gran presencia, los grandes rayos de sol que el día de hoy presentaba lo hacía un día un tanto caluroso y bochornante. Sentados a su sombra, se sentía demasiado bien. Luce sacó un par de coca-colas de su bolso, me pasó una y comenzamos a beber.

- Algo nuevo - comentó, dio un sorbo a su bebida y prosiguió -: el estúpido de J piensa que no soy demasiado para el.

- Tu no te bajas las bragas con tanta facilidad, ¿has pensado en eso? - comenté recostando mi cabeza junto al arbol.

- Ya, pero, de todos modos.. -intentó replicar.

- No hay modos, ni peros que valgan. Un cerdo es un cerdo - añadí cortante - como yo.

Ella se quedó en silencio y apoyo su cabeza en mi estomago, el peso de su cabeza no era algo molesto, si no, agradable. Por primera vez podía sentir la confianza en alguien del sexo opuesto.

Entre tanto silencio, mi amodorramiento era más que notable. Unos paso que se dirgian hacía nuestra posición me sacaron de mi esoñación. Entre abrí un ojo, lo suficiente como para distinguir de quien se trataba. Ahí estaba ella, tan bonita como siempre, con los brazos en jarra y una expresión de lo más elocuente.

Insultos de amor, piropos de odio [ IDAPDO 1 ] | Editando |Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon