Capítulo 3.[De como Cameron reconoce algo esencial]

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Cameron

Mamá seguía algo decaída y de bajón. Cada noche se tomaba sus tranquilizantes quedándose dormida mientras veía la tele tienda. No parecía superarlo. Yo simplemente le aconsejé que hiciese cosas, que se apuntase a talleres y pareció hacerme caso. Ahora estaba en un taller de costura otro de lectura y otro de alfarería. Tenía el tiempo bien ocupado, pero tan solo tendría que esperar a que su subconsciente le diese el empujón que necesitaba para que realmente disfrutase de aquellas clases. Para llenar su tiempo totalmente decidí que sería una buena idea apuntarla a un taller de ofimática, y lo hice.

No tenía ni siquiera tiempo para mi, pero yo no quería eso. Quería que encontrase su tiempo, su espacio. Que reorganizase sus ideas y se diese cuenta de lo que venía. Probable soledad, pero que tendría que aguantar. Siempre me tendría a mi, a los talleres y a Teddy, nuestro San bernardo.

La noche no presentaba muy bien, por lo que antes de encerrarme en mi habitación y que la noche cayese profundamente decidí acercarme al supermercado, comprar unas cuantas cervezas y subirlas a mi habitación. Las expectativas en la noche no eran muy altas, tal vez leer un libro, ver series sobre criminales o beber cervezas hasta que los ojos cediesen por si solos y caer en un sueño profundo que me llevaría de nuevo a la amarga y cruda realidad.

Pero no, antes de disponerme a tumbarme en la cama y beber como un poseso la llamada de mi mejor amigo, Ben me alarmó.

- Tengo un plan para ti - admitió con emoción - no podrás decir que no.

Suspiré girando sobre mi mismo y colocándome ante el espejo - Demuéstrame que merece la pena y aceptaré.

Ben, desde el otro lado de la línea parecía nervioso - Bien, trato solo de subirte el animo por, bueno ya sabes. Te invito a unas partidas a la consola, esto está más emocionante que nunca. Tienes que venir, ya sabes te vendrá bien.

Me giré y observé mi brazo, realmente estaba musculado - Bien. En veinte minutos estoy allí, no te preocupes.

- Cam, una cosa. Tienes que subir por la ventana, mis padres ya duermen y como me oigan abrir la puerta es probable que nos corten las bolas a los dos.

Me dispuse a rellenar una de mis mochilas favoritas para escalar ventanas sin ser visto. La negra, obviamente. Metí el pack de seis cervezas, una camiseta y un pantalón de repuesto. Ropa interior y el cargador del teléfono móvil.

Salí por la puerta directamente, ni siquiera me preocupé en bajar por la ventana sin ser oído por que mamá estaba profundamente en el sofá. Le anoté en un pos-it mi ubicación por si realmente le interesaba en este momento donde estaba. Salí por la puerta y comencé a caminar calle arriba.

Realmente la noche estaba estrellada y la calle muy vacía. No había ni un alma y tal vez, el hecho de que no hubiese nadie era lo que más me asustaba de caminar a solar en la noche. Junto con mi agitada respiración se oía la brusquedad de mis pasos pisando el duro cemento o el delicado césped de algunas de las casas por las que atajaba.

A lo lejos, sentado en un bordillo vi una silueta. Estaba totalmente recogida e incluso a distancia se distinguía como tenía la cabeza metida entre las rodillas. Realizaba aspavientos extraños. Me acerqué con cautela, para ver que la ocurría, si de verdad le pasaba algo malo. Cuando me acerqué pude ver esa dorada melena que podía distinguir a un escaso metro de distancia. Reconocía aquellos mechones rizados y rubios al instante. Era Luce. Una de mis mejores amigas, que extrañamente hacía meses que no veía.

Me limité a sentarme a su lado y pasarle el brazo por el hombro. Me miró y me reconoció al segundo de que sus ojos se encontrasen con los míos. Inclinó su cabeza y la apoyó en mi hombro. Sus lagrimas y sollozos fueron disminuyendo lentamente, pero cuando consiguió hacerlo saco uno de su Klenex del bolsillo para secarse las lagrimas y sorberse los mocos.

-Esta bien, tengo bien claro de que aquí no te voy a dejar aquí sola. Por lo que nuestro mejor plan es dar vueltas por la ciudad junto a seis botellines de cerveza - dije señalando con el pulgar la mochila - bien, que también te puedes quedar aquí. Sola - admití y terminé poniéndome en pie.

- Aceptaré por que de manera disimulada has querido dejarme aquí sola, en medio de una calle a oscuras donde probablemente serie violada, secuestrada o peor aún - dijo agarrando mi mano y poniéndose en pie junto a mi - asesinada.

Decidimos ponernos en pie y encaminarnos hasta la casa de Ben. Mientras yo le llamaba al teléfono ella se entretenía tirándole pequeñas piedrecillas a la ventana. Ben salió con un repentino cabreo, amenazándonos salio por la ventana y a regañadientes bajó por la fachada.

Anduvimos hasta llegar a un parque. Nos tiramos en la arena mientras reíamos y recordábamos nuestras pequeñas batallas de la infancia en ese parque. Como cuando Ben comía tierra o Luce cuando decidió que sería una buena idea tirarse boca abajo por el tobogán y romperse un par de dientes.

- Sabéis que - dijo Luce, haciendo parar todas las risas - no soy una buena hija, no trato a nadie alrededor mía como lo merece. Le he destrozado el corazón a Mickey por puro capricho. Le dije a mi madre que la odiaba sin apenas motivos. Le rechacé la palabra a mi padre y ni siquiera llamo semanalmente a mi hermano como le prometí. Soy un desastre de persona.

Ben me miro con cara de circunstancia - Bueno, piensa que no está todo perdido. Aún puedes cambiar.

Luce suspiró amarrándose las muñecas y frotándose las manos - No, tengo que irme de aquí. No se cuando ni a donde, pero me iré.

La mañana siguiente se presentaba igual de monótona. Pero con una diferencia, mamá me hizo sentarme frente a ella, solo para charla.

Daba vueltas con la cuchara al café, notaba el nerviosismo en sus ojos - No esta bien aquí, ¿Verdad, Cameron?.

- No creo que sea eso, sólo que.. -dije intentando encontrar las palabras adecuadas - no, es verdad. Aquí no estoy bien. Las paredes cada vez se me hacen más pequeñas y siento que el mundo se me viene encima.

Mi madre gesticuló media sonrisa, agarro mi mano fuerte y suspiró. Pense que tan solo intentaba encontrar las palabras adecuadas. - El otro día, mientras iba al taller de lectura, en el tablón de anuncios vi un anuncio de una escuela. Es una escuela interna. Tal vez podrías ir, despejarte y relajarte.

- ¿ Donde está?.

- En Minessota, cogerías un avión y estarías allí por un tiempo. Es probable que también te ayudase con tus estudios. - dijo sonriente.

Me sentía confundido, ¿como era que quería que la abandonase y la dejase sola? - Tu vendrás conmigo, ¿no? - pregunté asustado.

Ella negó con la cabeza, con media sonrisa dibujada en la cara, esta vez, más real que la anterior - No hijo, este viaje lo harás tu solo.

Me levanté y subí a mi habitación. Podría ser probable que mi madre me estuviese empujando a que la abandonase, son marcha atrás. Pero también podría ser un buen momento para que todos cambiásemos; Luce, Ben y yo. Cogí el teléfono, marqué el numero de Luce, ofreciéndole mi hermosa propuesta. Sin duda aceptó y me prometió que justo después de colgar se pondría a buscar una plaza en esa escuela.

En la multimedia una foto de Luce Parker.

Insultos de amor, piropos de odio [ IDAPDO 1 ] | Editando |Onde histórias criam vida. Descubra agora