Capítulo 15 [ Cameron y la extraña acusación ]

201 20 0
                                    

Cameron

Las limpiezas comenzaban desde primera hora de la mañana, lo único bueno de estar castigados en el Nixon y ser estudiantes es que por la mañana los castigos de limpieza no es necesario cumplirlos.

Pero ya era la hora de comer, ahora si tocaba.

Comimos rápido, como el señor Perkson nos indicó. Jamás llegue a pensar que una incidencia en el Nixon iba a constar de un castigo tan duro.

Ya era el último día de nuestro pringoso trabajo, mientras todos alegres conversaban y comían, nosotros, al otro lado de la barra limpiabamos sus sucios platos. Me daba grima aquel trabajo, me compadecía de todos los cocineros de aquel comedor.

Salimos de la cocina, pero había partido, otra vez. Ben rápido fue hasta la habitación y mientras yo me dirigía s esta el ya volvía corriendo con la bolsa de entrenamientos.

Decidí que darme una ducha seria lo mejor, así podría quitarme el olor a pescado podrido que llevaba encima. Salí con una toalla que me rodeaba la cintura, pero alguien golpeaba de manera brusca la puerta. La última vez que eso me ocurrió, Jason me partió la nariz sin motivo alguno, tenia miedo de que fuese el, solo llevaba encima una toalla.

Era Aelyn.

- ¿Que haces aquí? - dije apoyándome en la puerta.

- Vengo a pedir explicaciones - dijo entrando en la habitación.

Parecía alterada, no paraba de moverse de un lado a otro, su pelo estaba alborotado de manera descordinada lo que me decía que, o acababa de tener una gran sesión de sexo con Jason, lo que me amargaba por dentro, o había estado comiéndose mucho la cabeza y bebiendo.

- ¿Por que me amenzas en cartas anónimas? , si no quieres verme o tenerme cerca de ti tan solo tenías que decírmelo - dijo sentándose por fin y pareciendo más calmada.

- Yo no te he mandado nada, Aelyn.

- ¿Como puedes ser tan mentiroso? - dijo poniéndose en pie, mirándome a los ojos, furiosa.

- De verdad, no lo he hecho, a mi también me han llegado.

- ¿De verás? - preguntó curiosa.

Abrí mi cajón, el de la mesilla, en el que guardaba todas las cartas y algún folio que otro con apuntes. Le mostré las cartas que había recibido, todas y cada una de un destinatario desconocido para ambos.

- ¿No estas asustado? - preguntó mirando las carta acercando su hombro al mío.

- No. Será algún capullo que quieran asustarnos.

- Podría ser Jason.

- No creo, el es idiota, pero no tanto.

Nos quedamos en silencio, ahora era el momento en el que debía demostrar algo, obviamente, Jason no sabría nada de esto nunca, debía protegerla y cuidarla, como jamás nadie hizo, de esa manera podré ganarme su confianza.

Y claro, juntos descrubir al anonimo, de paso partirle la nariz.

Insultos de amor, piropos de odio [ IDAPDO 1 ] | Editando |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora