Capítulo 2. [De como Aelyn decidió largarse]

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Aelyn.

Jack se había marchado. Me había dejado sin apenas explicación y aquello era lo que más me dolía de todo. Quise ahogar mis penas sobre la almohada pero no servia nada de aquello. Decidí meterme en la bañera, lo vi peligroso debido a la gran cantidad de ideas suicidas que se me pasaban por la cabeza, pero se me pasaría pronto.

Tumbe mi cuerpo sobre el agua, sumergiendo la totalidad de mi cuerpo. No había formado espuma, tampoco estaba como para festejar nada y añadir algo de espuma. Introducía mi cabeza bajo el agua, queriendo estar así bajo el resto de mis días, pero me di cuenta de que no era un anfibio por lo que subí a la superficie.

Mi albornoz de algodón rosa cubría mi cuerpo. Sentada sobre la taza del váter esperaba a que se me secase el cuerpo o al menos, que no chorrease. Aquello me dio mucho en lo que pensar. Diferentes razones por las que Jack podría haberme dejado. Una sin duda era mi virginidad. No me había permitido profanar mis intimidades por Jack, por lo que el los últimos días estaba algo molesto e irritante conmigo. No me veía preparada y obviamente, no iba a hacer algo de lo que me pudiese arrepentir o con lo que no estuviese cómoda. Clave numero uno del buen novio: respeta a tu chica. Jack se paso esa regla por el arco del triunfo cuando quiso asaltarme en su cama la noche pasada.

La mañana siguiente no pintaba mal. Aunque comparado con el desastre del la noche anterior, cualquier cosa podría pintar mejor. Teníamos un partido que animar. Gus tenía un partido por delante y nosotros, su familia actuaríamos de la mejor manera posible.

Me acerque ante al aparador, donde guardaba mi set de maquillaje. Apliqué un poco de corrector sobre mis ojeras, para que nada anterior se hubiese notado. Un poco de colorete sobre mis mejillas y ande hasta la cocina. Iba vestida de los colores del equipo, los werewolfs. Eran rojos y amarillos, con un obviamente lobo en el pecho. El béisbol no era un deporte fácil, para mi gusto. Prefería el patinaje, se me daba de miedo. Pero aquello de correr y dejarse las rodillas en cada base no era lo mío.

Desayunamos todos juntos, de igual manera todos juntos nos dirigimos hasta el campo.

La familia Wiliam se representa por la dureza al afrontar todo tipo de problemas, a menos de ello podremos presumir mi madre, mi hermano y yo. A diferencia de nuestro padre, que se largo asumiendo su cobardía y tan solo estando presente cada mes por el dinero que envía para nuestra manutención. Los demás hemos sido bastante fuertes. Cuando mi abuela, la persona a la que más unida me sentía cómo nunca lo había hecho murió supe como afrontarlo. Mi madre me aconsejo quedarme al día siguiente en casa, descansando del funeral, del shock, descansando de todo lo que aquello suponía. Pero me negué, me negué en rotundo, apechugué y fui a clase al día siguiente.

Siempre pensé que si no tendría nada de lo que presumir en algún momento de mi vida, al menos sería fuerte y sabría como no hacerme derrotar por nada ni nadie. Hasta ahora, todo fue a la perfección.

El campo estaba abarrotado, no era menos. Los muchachos ya estaban en la final y todos los padres corrían a animarlos. A ver como sus pequeñas criaturas sentían una agradable satisfacción emocional al verse ganadores de tan grande trofeo como era, el de la final de béisbol local.

Cuando alcancé a ver a Kat a lo lejos corrí lo más rápido que pude. Presumiendo de mi rápida velocidad a la hora de pasar y esquivar obstáculos. Cuando llegué, ella sentada me sonreía. Tenía la mano entrelazada junto a un chico que se encontraba a su lado, supuse que sería su hermano, ¿que si no podría ocurrir?. Junto a ellos había un niño pequeño y rubio, no parecía atender a nada más que no fuese el partido y como la bola botaba de un lado a otro lado del campo. Ese era su campo de visión. Y el mío, las manos de Kat a espera de la posible explicación que llevaba un mes entero negándome.

Suspiró al ponerme ojos de cordero degollado - Este es Dylan - dijo alzando sus manos, para que pudiese observarla mejor aún - mi novio.

Sonreí al escuchar la agraciada, especial y esperada noticia. Decidí presentarme de la mejor manera que pude y acto seguido, sentarme junto a Kat, animando a los Werewolfs.

La pelota se movía de un lado a otro, los niños se dejaban las piernas corriendo. Otros las manos bateando y otros las rodillas arrastrándose intentando llegar a la base a tiempo. Los marcadores estaban muy cerca. A un solo punto de ganar. Toda la grada estaba en pie, excitada por el intenso partido, a pesar de ser realizado por niños de tan solo diez años. Era el turno de Gus, el último turno. Era él, el que marcaría la diferencia. Bateó, bateó lo más fuerte que pudo. Corriendo, corriendo intensamente. Yo desde la grada gritaba, dejándome la garganta intentando que oyese mis gritos, animándole. Justo cuando llego a la base, con tres puntos ganados, me miró y sonrió enérgicamente.

- He oído que Jack se ha ido - preguntó Kat, cuidadosamente, como siempre que preguntaba algo.

Yo suspiré en un intento de disimulo y seguí mirando al campo - Yo también lo he oído.

- ¿Lo habéis dejado?

- Claro, - dije mirándola con una plácida sonrisa - ya sabes, que no me gustan las relaciones a distancia.

Los días seguían pasando, pero yo seguía sintiendo aquel vacío en el pecho. Era muy incómodo. Por ello, para despojarme de los dolores, pensé que estarían bien algunas fiestas, pequeñas cantidades de marihuana nunca están mal. Ni de ron, por supuesto. Llegué tarde unas cuantas noches, por lo que debía de alarmar de alguna manera a mi madre.

Cuando quise bajar a la cocina a comer algo noté la emboscada al instante; en cuanto mamá me pidió sentarme junto a ella y Mark, su novio, en la mesa.

Me senté con cuidado, intentando no arrastrar demasiado la silla - ¿Qué pasa? - pregunté despreocupada.

- Tu eres lo que pasa, estás descontrolada. Creo que es el lugar, Jack probablemente la causa, por lo que tu eliges. O te quedas aquí, creando de ti un joven sin futuro ni esperanzas o eliges nuestra opción. - admitió mamá, alterada.

Puse los ojos en blanco, esto era algo fuera de lugar - ¿Cual es vuestra opción?.

Mark agarró mi mano en gesto de confianza - Mandarte a uno de los colegios internos de Minessota, al Richard Nixon. Tiene un programa espectacular que te ayudará con tus estudios y a encontrar un buen futuro. Además, podrás reordenar tus ideas y pensamientos abandonando todo esto.

Dicho de esa manera por Mark no sonaba del todo mal, es más sonaba muy, muy bien. Sabía que tenía una coraza dura, pero también sabía que desde la huía de Jack aquello no me hacía nada bueno. Un cambio era lo que necesitaba, un gran cambio. Precisamente Minessota no era Ohio, para nada. Acepte.


En la multimedia una foto de Aelyn Williams.

Insultos de amor, piropos de odio [ IDAPDO 1 ] | Editando |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora