4. Primera sonrisa

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Un nudo se instaló en mi estómago. Me tomé la libertad de asimilar la situación por varios segundos.

Nicholas Blake. El hijo de Marcus. Aquí, dónde se suponía que no regresaría hasta el año entrante porque estaba haciendo no sé qué en Miami. ¿Qué se supone que esto significaba? ¿Qué viviríamos juntos? ¿Qué nos echaría? Mi cabeza se hizo un lío.

—¿Por qué estás aquí?

—Vuelvo y repito: yo debería estar preguntando eso. —Se cruzó de brazos. Mi vista se dirigió a ellos de inmediato. Pasé saliva.

—¿Tu padre no mencionó que las hijas de un amigo suyo se quedarían aquí por unos meses?

—Algo de eso comentó, pero no le presté mucha atención —le restó importancia—. Además, no creí que sería tan pronto, me lo dijo hace dos días.

Vacilante, asentí.

—Y... ¿Estás de acuerdo con que estemos aquí? —dudé, deseando que la respuesta sea afirmativa.

—No tengo problemas con ello —la respuesta le brindó alivio a mi pecho—. Además, estuve charlando un poco con la pequeña detrás de ti. Creo que ya somos amigos. —Le regaló una ligera sonrisa a Olivia. Ella se escondió más entre mis piernas con una sonrisa culpable.

—Lo siento, Allie, sé que no te gusta que hable con desconocidos ¡pero me dijo que le gusta Frozen!

Escucharla me divirtió. Me coloqué de cuclillas.

—Está bien. Nicholas es el hijo del amigo con el que está papá —la tranquilicé, acomodando un mechón de su cabello. Sentía la mirada del ojiverde sobre ambas—. O eso creo —murmuré.

—¿Quién más sería si no? —replicó él.

—Bueno, en realidad no te conozco. —Me encogí de hombros—. Podrías estar haciéndote pasar por Nicholas y ser un loco que quiere secuestrarnos y vender nuestros órganos.

—¿Loco que quiere vender sus órganos? —Frunció el ceño—. Creo que no deberías ver tantas noticias.

—Suponiendo que te creo... ¿Por qué estás aquí entonces? ¿Tu padre mintió al especificar que regresabas en junio? —Alcé una ceja.

—Digamos que mi padre tenía una información desactualizada. Miami no es para mí, extrañaba el clima de Denver y a mis amigos. —Por alguna razón, lució nervioso al contestar.

—¿Quisiste dejar el asombroso clima de Miami por este congelador?

—Este congelador tiene su encanto.

—¿Y no piensas... regresar?

Estaba consciente de que esto parecía un interrogatorio policial y que, en todo caso, él debería estar haciéndole preguntas a la desconocida que ocupaba su casa, no al revés, pero me era imposible detenerlas.

—No en realidad. —Se encaminó de nuevo al sofá y estiró los pies sobre la mesa de centro al sentarse—. Quiero continuar la universidad sin interrupciones.

En medio de mi desconcierto, pregunté algo estúpido:

—Y tú... ¿Vivirás aquí?

—Pues sí. Es mi casa, ¿o no? —Ensanchó una sonrisa.

Apreté los labios, intentando no demostrar lo atractiva que me pareció ese estiramiento de labios. Era una injusticia divina que Dios haya creado a seres... así, y que luego haya creado seres como... como yo, mierda.

—¡Están en la misma universidad, Allie! —Olivia dejó salir la noticia emocionada. Al segundo estuvo de nuevo sentada junto al recién llegado.

¿En serio le dijo que le gustaba Frozen? Olivia no era tímida, pero no solía soltarse con las personas tan rápido. ¿Qué tanto charlaron para que ella no se mostrara aprensiva a su alrededor?

Un giro inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora