10. Cultura general

136K 10.8K 17.1K
                                    

17 de noviembre, 2018.

Había estado evitando a Nicholas desde la tarde anterior.

Ahora estaba buscando qué vestir recibir a sus amigos. Perdí la cuenta de las veces que había repetido la escena de la cocina en mi cabeza. Si cerraba los ojos, aún podía sentir el calor que se esparció por mi pecho cuando su nariz rozó la mía o el temblor de mis rodillas cuando sus labios tocaron mi mejilla. Era frustrante. Es decir, no ocurrió nada, fue... un simple acercamiento y no podía pensar en otra cosa, como si fuese la primera vez que un chico se aproximaba a mí de esa forma.

Intentaba ignorar la constante pregunta de si para él también significó tanto, porque al fin y al cabo, no debería importar. Yo... No quería que esto avanzara.

Ajá.

Bueno, no estaba segura de si lo quería, pero me inclinaba más hacia la negativa.

Se suponía que anoche debía ver junto a él otro de los partidos del Super Bowl, era parte de nuestro trato, pero cuando noté que se acercaba balbuceé una tonta excusa de que tenía que estudiar y me marché a mi dormitorio. Luego de aquello apenas habíamos cruzado palabras. Cada vez que se dirigió a mí, mis respuestas no fueron más que monosílabos. Detestaba ser tan evidente, pero era una reacción automática, no lo controlaba.

Una de las partes que menos prefería de mí misma era esta; la temerosa que se cerraba ante cualquier indicio de sentimientos hacia otro chico después de Daniel. Una porción de mí quería... vivir el momento, no reprimirse y dejarse llevar, mientras la otra quería dar un paso atrás ante cualquier oportunidad de hacerlo para evitar salir lastimada. ¿La porción ganadora la mayoría de las veces? La segunda.

Dejando esos pensamientos de lado, finalmente me decidí por una falda con algo de vuelos unos dedos más arriba de la rodilla, junto a un suéter beige.

Una hora más tarde, el timbre había anunciado la llegada de alguien. Estaba bajando las escaleras cuando divisé a Olivia correr para abrir la puerta principal.

—¿Hola? —escuché una voz femenina saludar, algo dubitativa.

—¿Soy yo o esta chica es más pequeña de lo que recordaba? —ahora preguntó una voz masculina.

—Creo que nos confundimos de casa —añadió una más gruesa que la anterior.

Olivia se quedó observándolos por unos segundos.

—Ustedes... ¡Son naranjas! —exclamó, señalando a los que supongo son los amigos de Nicholas—. ¡Nick, míralos! ¡Sus cabezas son naranjas, muy naranjas! —pareció fascinada.

Nicholas aguantó las ganas de reír cuando se acercaba a la puerta. Yo detuve mis pasos a mitad de la escalera.

—Los veo, pequeña. —La sonrisa burlona no pasó desapercibida cuando terminó de acercarse.

—¿Desde cuándo traes niños a tu casa, Nick? ¿Nos ocultaste tu trabajo de niñero todo este tiempo?

—¡No soy una niña! Tengo esto. —Olivia mostró cinco de sus dedos.

—Exacto, no lo es. —El pelinegro negó con la cabeza, como si estuviera decepcionado de ellos.

—Disculpa a mi hermano, el cabello naranja lo hace un poco tonto —escuché a otro decir—. Ahora, Nick ¿Nos dices quien es esta señorita?

Olivia pareció salir de su fascinación por el color naranja en sus cabezas y caer en el hecho de que son desconocidos, porque un segundo después estaba escondida tras las piernas de Nicholas.

Él se agachó junto a ella, murmurándole algo que no pude escuchar. Olivia asintió y pronto Nicholas volvió a estar de pie.

—Las dos copias defectuosas son Jared y James y Ricitos de Oro es Hazel. —Olivia sonrió ante los apodos, aún algo escondida entre las piernas de Nicholas—. Chicos, ella es Olivia, hermana menor de Alice. Salúdenla.

Un giro inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora