2; mudanza

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Emocionada saludé a Bangchan, y él me dedicó una dulce sonrisa.
—¿Así que también te ofrecieron la casa?—rió—tiene un buen precio, ¿verdad?—preguntó mirando al rededor.

Asentí moviendo la cabeza de arriba hacia abajo y miré al rededor yo también. La casa era bastante espaciosa. Una gran sala de estar, una cocina, un baño y dos habitaciones bastante separadas una de otra. No era una casa muy bonita, pero no era una casa fea.

—Andrew, yo he llegado aquí primero.—bufó el vendedor que acompañaba a Bangchan.
—Eso no importa—le contestó el vendedor que me acompañaba a mí—veremos quién de los dos realmente quiere alquilar la casa.
—Yo la quiero.—dijimos Bangchan y yo al mismo tiempo, me sonrojé y lo miré, él rió y el vendedor suspiró frustrado.
—Qué estrés. ¿Cómo solucionarás esto ahora, Andrew?
—Puedo seguir mirando otras casas si esta te gusta a ti—me dijo Bangchan, con un tono de voz amable—en serio, no hay problema. Vayamos a ver otra casa, Milo.—dijo y antes de que yo pudiera responder se retiró dándole golpecitos en la espalda al vendedor que lo acompañaba, quien se retiró junto a él.
Me sentí un poco culpable, pero Bangchan ya se había retirado. Así que firmé los papeles, y por fin, la casa era toda mía.

Bangchan

—¿Qué harás?—me preguntó Milo, el vendedor apenas salimos de la casa—me dijiste que necesitabas alquilar urgentemente. Esa era la única casa que podías pagar.
—No te preocupes—sonreí—si necesito algo más, me contactaré contigo nuevamente.—estreché su mano como forma de despedida y me retiré.

Hundí mi rostro en mi bufanda. Las calles de Seúl estaban algo vacías, era una mañana bastante fría. "Tengo que prepararme para ir a la uni..." pensaba mientras observaba las calles de la ciudad. De repente, mi teléfono comenzó a sonar.

—¡Hyung! ¿Cómo te fue?—preguntó Felix con su usual tono de voz animado.
Suspiré con amargura.
—La casa se vendio, Lix...
—¿Qué piensas hacer ahora? ¿Vas a volver a casa de tus padres?
—Es la única opción.—contesté y se vinieron a mi mente recuerdos, imágenes de mí discutiendo con mis padres porque no apoyan mis sueños.

A veces tu amabilidad puede condenarte.

--------------------------12:00 p.m

La universidad era inmensa. En la entrada, había un gran parque, y justo en frente se encontraba el edificio de la universidad. Dentro del edificio, una cafetería, natación, un escenario de teatro, e incluso una cancha de básquet.
Había recorrido toda la universidad, y para cuando miré la hora en el reloj de mi muñeca, estaba llegando tarde. Abrí los ojos como platos y salí corriendo por los pasillos hasta encontrar mi salón designado para la primer clase. Comencé a disminuir la velocidad cuando por fin ví el cartel que indicaba dónde se encontraba mi salón. Sonreí. Pero fui torpe, estaba centrada en ver el cartel y no vi por donde corría, entonces choqué.
Caí al suelo torpemente, tocando con ambas de mis manos mi nariz, pues esta se había chocado con el pecho de la otra persona. Cerré los ojos del dolor y estos comenzaron a gotear.

—Lo siento tanto—escuché una voz que se me hacía familiar—¿estás bien?
Abrí mis ojos, que estaban llenos de lágrimas por el dolor, y lo vi a él, de nuevo. Frente a mis ojos estaba Bangchan, preocupado y agachándose para ver si me encontraba bien.
—Eres tú—reí limpiando mis lágrimas—lo siento tanto, estaba apurada y no veía por donde andaba.
Bangchan me extendió su mano para que pudiera levantarme. En sus ojos se reflejaba preocupación, y no dijo ni una palabra. Tomé su mano. Era cálida y un poco más grande que la mía, el tacto con esta hizo que sintiera una electricidad recorrer mi cuerpo e inevitablemente comencé a sonrojarme. Mis síntomas empeoraron. Cuando me levanté del suelo con su ayuda, él acortó su distancia conmigo, tomó un pañuelo de tela que tenía en su bolso y comenzó a limpiar mi nariz cuidadosamente.

—Está sangrando...—me miró a los ojos por tan solo un segundo y continuó observando y limpiando la sangre de mi nariz.
Por un momento me congelé, sentía su perfume masculino y tenía sus carnosos labios cerca. No era mi culpa quedarme mirándolo como una tonta, él realmente es atractivo. Mi corazón comenzó a acelerarse y al mismo tiempo comencé a sudar.
Cuando por fin recobré la conciencia, completamente avergonzada y sonrojada tomé el pañuelo yo para que él dejara de limpiarme.
—Lo siento mucho... arruiné tu pañuelo...
—Vamos a la enfermería.—respondió sin más, serio y preocupado.

• Quédate conmigo • BangchanWhere stories live. Discover now