Capítulo 23

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El aire salió de mí justo como saldría el de un globo desinflándose tras un pinchazo. Me quedé viendo el mensaje como un imbécil, intentando comprender lo que este jodido cabrón estaba tratando de decirme. ¿Marie muerta? ¿Él la había matado? Pero, ¿cómo? ¿Cuándo?
Cuando intentaba recordar algo sobre eso, sólo pude ver una pantalla en negro interminable, como cuando vas al cine y al fin piensas que va a comenzar la película cuando se apagan las luces, pero en realidad la pantalla continúa estando apagada durante un buen rato y tú sólo quieres salir de ahí. No entendía nada de esto, pero simplemente no podía concebir que Sheena estuviera muerta. No ahora.
Frustrado, apoyé la cabeza en la pared ladrillada. Estaba comenzando a jodidamente cansarme de todo esto, y eso no presagiaba nada bueno. “Mátate, Justin. Sólo mátate”, me repetía mi conciencia una y otra vez. Suspiré y me levanté del suelo, escupiendo hacia el suelo una vez más antes de dirigirme hacia mi motocicleta con rabia y conducir hacia algún lugar donde estuviera lejos de todo esto.
***
____’s POV:
-Sí, mamá –dije por enésima vez, balanceando mis pies elevados sobre la cama mientras veía Facebook en mi portátil. La verdad es que no le estaba prestando ni la más mínima atención a sus palabras de “no puedes quedar embarazada a esta edad” y “tienes que comprar pastillas constantemente si vas a hacerlo con Justin”. Me lo repetía tantas veces que estaba segura de que iban a salirle llagas en la lengua.
-Oh, y, ____… -dijo, antes de que yo pusiera todos mis sentidos en alerta, con la esperanza de que no volviera a repetirme lo mismo pataleando en mi interior. –Cuídate mucho, ¿vale?
Suspiré hondo, cerrando los ojos, y dándome la vuelta boca arriba sobre el suave edredón blanco de la cama de Justin. Mi madre no sólo había aceptado nuestra relación, sino que también la aceptaba a pesar del rotundo hecho de que Justin era un gángster. El chico se estaba calmando, pero aún así. Dudaba mucho que tuviera mucho que hacer al ser reconocido en todas partes como el adolescente que mataba a quien se le cruzaba en el camino. Tragué saliva y abrí los ojos.
-Vale –dije, sin aliento, pero ella ya había colgado la llamada, y yo me encontraba mirando al techo. Tiré el teléfono a un lado sin prestarle atención a la ventana del chat nueva que aparecía en la pantalla del ordenador, y volví a cerrar los ojos, arrastrando mi camisa de tirantes hacia arriba, descubriendo mi ombligo y parte de mi sostén.
Acaricié las cicatrices que Smith me había hecho hacía como tres años, arrugando la frente. Yo misma me repetía que lo mejor era no pensar en ello, y la verdad es que tampoco quería hacerlo, pero… Era como una especie de fuerza interior que me obligaba a recordarlo. Porque, después de todo, las marcas estaban en mi cuerpo, y probablemente lo estarían por siempre, recordándome cada ápice de mi pasado.
Un hormigueo se deslizó por mi cuerpo al sentir una mano diferente a la mía tocar mis cicatrices suavemente, trasmitiéndoles calor, y abrí los ojos, encontrándome con Justin mirándome fijamente con su par de esmeraldas brillantes.
-Hola –sonreí. Él apartó la portátil sin decir palabra, y se posicionó a mi lado, sin apartar su mano de mi vientre, haciendo delicados círculos con sus dedos encima de mí.
-Sé que no debería, pero… -se mordió el labio. –Te escuché hablando con tu madre.
Tragué saliva. –De todos modos, necesitaba hablarlo con alguien –le dije, bajándome la camisa y acomodándome del lado izquierdo, apoyando mi cabeza sobre su hombro y rodeando su torso con mi brazo, no queriendo soltarlo nunca.
-¿El qué? –me dijo, haciendo una pausa. –Si es por eso, debes estar tranquila, nena. No voy a embarazarte ahora.
Solté una risita, soltando también algunas lágrimas que mojaron su camiseta a cuadros. Seguidamente, tragué saliva, frunciendo el ceño y cerrando los ojos. –No es por eso.
-¿Se trata de la misma razón por la que estás llorando? –me preguntó suavemente, rodeando su brazo alrededor de mí y limpiando mis lágrimas con su dedo. Apreté los párpados, haciendo el mismo trabajo con mis labios. Odiaba la manera en la que él se daba cuenta de cada minúsculo detalle sobre mí. Si mi humor cambiaba repentinamente, él lo notaba. Y odiaba eso, porque sabía que no podría mentirle, entonces.
Suspiré, y, por mi bien, decidí guardar silencio, soltando un pequeño gimoteo de mis labios.
-¿Qué te pasa? –me preguntó, con un tono de voz que me hizo querer llorar más. Pero yo era una tonta. Estaba recostada sobre su pecho, no era una sorpresa que me estaba viendo llorar.
-Nada –dije apenas, sin fuerzas. Un suspiro se escapó de sus labios en forma de corazón.
-Siempre dices eso cada vez que pregunto –murmuró.
-Entonces, ¿por qué preguntas si sabes que ésa va a ser mi respuesta? –le dije, intentando soltar una broma como ésa para poder cambiar de temple. Pero, simplemente, no pude.
-¿Estás indirectamente diciéndome que lloras porque hablaste por teléfono con tu madre sobre embarazos no deseados? –se rió entre dientes, y yo deseé golpearlo por eso. Hizo una corta pausa, y su tono se volvió triste. –Nena, ¿sientes que la extrañas? ¿Es que ya no quieres vivir conmigo?
-¡No! –di un salto, sentándome de sopetón sobre la cama. Él se sentó también, y permitió que yo tomara su rostro entre mis manos. Whoops. Gran error. Pudo ver que de veras que estaba llorando. –No es eso.
-Entonces, ¿qué es? –abrió sus ojos como platos. –Espera… ¡¿Estás embarazada?!
-¡No! –grité, sacudiendo la cabeza. –Dios, no. Sería horrendo tener un embarazo justo ahora.
-Jesús, ____, ¿entonces qué ocurre? –insistió. Yo tragué saliva.
Justin’s POV:
_____ vaciló, deslizando sus manos por mi rostro y dejándolas caer sobre las palmas de mis manos, sorbiendo por la nariz y limpiándose las lágrimas de la mejilla con el dorso de su mano.
-Me dijo que me cuidara –me dijo, con la voz rota. –Como… de ti.
No puedo negar que sentí algo extraño en mi estómago. La verdad es que me importaba una mierda lo que la madre de ____ pensara, a pesar de que, sí, bueno, era su madre. Pero da igual. Me importaba lo que ____ pensara, haciendo énfasis en ____. Sólo _____. Por tanto, pude notar el dolor que desprendían sus palabras.
-¿Y eso qué? –le dije. –Sólo lo dijo porque es tu madre…
-¡Pero estoy harta ya! –gritó en mi cara. –Estoy harta de que la gente piense que estoy saliendo con un monstruo. Todos te juzgan por lo que aparentas, y por lo que has hecho, pero no se atreven a pararse un solo segundo en tus zapatos y comprender por todo lo que pasas cada día para mantener tu pellejo contigo.
Sacudí la cabeza, humedeciéndome los labios. –Ya sabes que no tienes que hacer esto por mí, nena.
-No es que lo haga por ti, Justin, es que me cabrea enserio que nadie se detenga a pensar que eres un ser humano –me dijo, intentando en vano secar la totalidad de sus lágrimas en su rostro. Tragué saliva.
-¿A quién le importa eso, nena? Tú sabes que me vale lo que la gente diga de mí –me encogí de hombros, y ella resopló, mirando hacia abajo y apretando nuestras manos. No iba a ceder con eso, evidentemente.
-A veces quisiera… quisiera… quisiera hacerles comprender a todos lo maravilloso que eres –sonrió tristemente, mordiéndose el labio. –Ya no sé cómo hacerlo.
Bajó la cabeza, suspirando y cerrando los ojos, haciendo que algunos de los cabellos de su flequillo de soltaran del gran bulto de pelo amontonado en un moño en la parte superior de su cabeza. Tragué saliva, empujándola hacia mí con un brazo, cerrando los ojos y sintiendo cómo sus brazos se rodeaban alrededor de mi abdomen bajo y su cabeza se movía rítmicamente sobre mi pecho, mientras suspiraba.
Me incliné hacia atrás, dejándome caer sobre la cama, lamiendo la herida que me habían hecho hoy en el labio y cerré los ojos mientras ella se acurrucaba muy cerca de mí, cerrando sus ojos también. Fruncí el ceño. ¿Cuándo se supone que iba a contarle lo de Byron? ¿Que era un traficante ilícito que probablemente pudiera dañarlas a ella o a su madre en cuanto se casara con ella? Tragué saliva. Cody tenía razón. Si no se lo decía ahora, sería peor hacerlo después. Pero ahora no se veía como el momento indicado para soltar la bomba. Tampoco quería hacer que se viniera abajo con la supuesta muerte de Marie. Quería creer que el anónimo me lo había estado inventado todo esperando que yo cayera como un idiota, pero su mensaje había sonado inclusive como una amenaza. De seguro que yo no lo recordaba, pero ____ seguro que lo haría. Oh, Dios, ¿qué hago?
-¿Justin? –dijo en un murmullo.
-¿Sí? –respondí, esforzándome porque mi voz saliera normal.
-¿Estás bien? –me preguntó, casi quedándose dormida. Tragué saliva con fuerza, y suspiré.
-Sí. Lo estoy –le dije, haciendo círculos en su cuero cabelludo. –Te prometo que lo estoy.

LOST | 2da TEMPORADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora