Capítulo 6

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-¡No puedo creer que ella te haya atrapado! –gritó Jenna en mi oído. Mis pasos apresurados hacia la salida para no encontrarme con Fitz eran exagerados. Ella me había devuelto el teléfono luego de pataleos, pero su expresión seguía siendo horrorizada. El iPhone apretujado entre mis dedos agarrotados sudaba junto con mis manos.
-Ojalá que no llame a Amanda –musité con voz temblorosa.
-Pero ella lo sabe, ¿no?

Amanda había sido la única persona que estuvo conmigo cuando encerraron a Justin, y había tenido que contarle absolutamente todo. Sorpresivamente, ella ya lo sabía desde hacía tiempo. Las noticias eran algo milagroso, después de todo.

Asentí. –Sí. Pero Byron no.
-¿Y eso qué? De todos modos, a ti no te importa lo que él piense de ti –se encogió de hombros, y yo me detuve de golpe, colocándome frente a ella. Sus ojos estaban muy abiertos.
-No de mí. Pero sí de mamá –grazné. Mi pulso acelerado descansaba en mi garganta seca, provocándome náuseas. -¿Te das cuenta de lo que pasaría si él se llegase a enterar de que Justin y yo salimos? ¡Huiría de nosotras! ¡Le diría a la policía! O peor aún, dejaría a mamá. Y yo no quiero hacerle eso a ella.
Ella miró hacia otra parte, y se mordió el labio inferior. Tomó aire. –Así que, ¿qué vas a hacer al respecto?
Vacilando, me di la vuelta y seguí caminando. Ella no tardó en igualarse a mi caminata. –No lo sé –admití. –Mientras ella se mantenga callada, todo estará bien.

*****

Me bajé de la motocicleta de Justin en West Park. Había estado algo nerviosa de salir con Justin esa tarde, ya que la profesora Fitz había visto mis mensajes con él, un criminal y ex presidiario, y de seguro que le diría a mi madre y a Byron que yo me estaba viendo con él. Para Amanda no sería una sorpresa, a sabiendas de lo enamorada que yo estaba de Justin, y de que él ya había salido de la cárcel y gozaba ahora mismo de sus veintiún años y su absoluta libertad condicional. Pero Byron, su novio... de seguro saldría corriendo de ahí.

Justin entrelazó los dedos cálidos y larguiruchos de sus manos con los míos. Había cierto nerviosismo en mi caminar, mis piernas temblorosas, mi cuerpo teniendo muchos rebotes. Era como si hubiera bebido toneladas de tazas de café expreso.

-Éste es uno de mis lugares favoritos –dijo Justin, su voz calmada y ronca. –Mi hermana y yo solíamos acampar aquí todo el tiempo.
-El camino es precioso –mascullé, mientras caminábamos más allá del letrero que enumeraba los momentos del uso del camino y un montón de advertencias sobre no tocar las plantas restringidas por un cordón amarillo. –Nunca me permitieron venir aquí antes. Mi mamá estaba segura de que estaba lleno de secuestradores.
-¿Y tú también creías eso? –bromeó.
-Quizá –admití, soltando un pequeño suspiro al final de la palabra.
-Y yo que pensaba que eras fuerte –se rió roncamente por lo bajo. –No te preocupes. Te mantendré a salvo de los grandes secuestradores malos.

Golpeé amistosamente su brazo, y comenzamos a subir una estrecha pendiente rodeada de árboles. Una pareja de edad con un labrador nos pasó en la dirección contraria, y tres ciclistas lanzaron soplos de viento a nuestros rostros cuando pasaron de largo y desaparecieron por la curva. Presté atención a mis pasos, con cuidado de no dejar que mis torpes piernas temblorosas se tropezaran con alguna de las ramas escuálidas que flotaban en el camino lodoso. Estaba aún demasiado nerviosa por lo que había ocurrido hoy en clase de la profesora Fitz, y el pensamiento se mantenía pululando en mi cabeza.

-¿Ocurre algo? –preguntó Justin, sacándome de mis pensamientos mientras yo miraba al suelo. Cuando levanté la vista para mirarlo, sus ojos brillantes detallaban mi rostro con atención.
-N-no –titubeé con voz pastosa. Me aclaré la garganta. –Yo... creo que Jenn olvidó devolverme mi cuaderno.
-Ah –masculló nada convencido, y continuó caminando. Sus dedos apretaron más mi mano, reconfortándome. Era como si él supiera exactamente lo que me ocurría. –Así que, ¿cómo está tu madre?
Arrugué el entrecejo y la nariz. -¿Qué? ¿Mi madre? ¿Amanda?
Él rió sombríamente. –Sí, ella.
-Um –vacilé. Amanda había sido más que cruel con Justin al insultarlo y echarnos a ambos de su casa cuando yo decidí en primera instancia irme a vivir con él. ¿No era algo raro que él preguntara? –Ella... tiene un nuevo novio, Byron. Nos mudamos con él hace un tiempo, y se van a casar en unos meses. Aún no tienen una fecha prevista.
-¿Nada que yo no sepa? –preguntó, mirando el camino. Pero en su rostro había una sonrisa.
-¿Para qué preguntas si ya lo sabes todo? –me reí. Preferí no preguntarle de dónde demonios sabía todo eso.
-Para asegurarme –sonrió hacia mí. -¿Qué tal el tipo? ¿Te agrada?
Las palabras de Justin hicieron que una puntada rechinara en mi estómago. Era algo así como "si él no te gusta, yo me desharé de él". –S-sí... -murmuré. –Es buen tipo. Aunque... -me apagué, y bajé la vista hacia mis zapatillas negras Converse.
-¿Aunque...? –inquirió, y sus dedos acariciaron los míos.
-Nada podría reemplazar a mi papá –murmuré con voz rota. Al mencionar su nombre, un relampagueo de recuerdos se encendió en mi mente, y mi estómago pareció encogerse. Hacía tanto tiempo que no hablaba de él. –Realmente lo extraño.
-¿Realmente? –su voz ronca parecía sorprendida. -¿Después de...?
-Sí –lo interrumpí, suspirando. –Sí. En especial porque... -dejé que las palabras se apagaran, pensando en todos los sueños que había tenido con Cyrus en el pasado. Todas las noches a solas que lloré esperando porque regresara con una caja de chocolates para mamá y mi CD favorito, diciendo cuánto lo lamentaba. Pero él simplemente, luego de haberle hecho daño a mamá, él había salido corriendo. Yo creía firmemente que él todavía estaba allí afuera, mirando cada uno de mis movimientos, protegiéndome. –Trato de pensar sólo en las cosas buenas con papá y bloqueo lo que realmente pasó. Es más fácil de esa manera.
-Supongo que es una manera de enfrentarlo –masculló.
-M-me lo recuerdas un poco –musité, y de inmediato me arrepentí. Pero qué acotación más estúpida. Cyrus odiaba a Justin, y Justin odiaba a Cyrus. Cyrus había enviado a Smith para matar a Justin en mi presencia. Me mordí el labio, esperando que Justin soltara un gruñido o se alejara, pero él sólo siguió tocando mi mano.
-¿Sí? –masculló.
-P-pero de una buena manera –me corregí rápidamente. –Nada lo desconcertaba jamás. Era... sorprendente.

LOST | 2da TEMPORADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora