Capítulo XLIX

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Narra Martha:

Estaba tumbada en la cama, llorando, cuando llamaron a mi puerta. Por un momento pensé que sería Maxi. Pero en el fondo sabía que eso no iba a ocurrir.

Martha: Adelante. -Agus entró por la puerta.- Ah, hola.

Agus: Hola, enana -dijo entrando y cerrando la puerta tras de sí. Vi que llevaba un plato en las manos.- te he traído algo de cena, porque al mediodía tampoco has comido y si no te me desnutrirás -dijo sonriendo.-

Martha: Muchas gracias -dije con una sonrisa. Se sentó en el borde de la cama y me dio el plato. Yo lo cogí y empecé a comer el bocadillo que me había hecho.-

Agus: ¿Estás mejor? Veo que has llorado más.

Martha: No te preocupes...

Agus: No se que le ha pasado hoy a Maxi... yo sé que se lo pasa bien aquí, también le da mucha pena irse...

Martha: No creo que fuera así, si no, se habría mordido la lengua antes de decir todo eso.

Agus: Maxi es muy orgulloso...

Martha: Bueno, pues yo también.

Agus: Oye... te vamos a echar mucho de menos ¿Lo sabes? -sonreí con cariño y las lágrimas volvieron a salir de mis ojos. Dejé el plato en la mesilla y me sequé los ojos, pero las lágrimas no paraban.-

Agus: Venga, no llores, no pasa nada -dijo abrazándome. Yo le devolví el abrazo. Era reconfortante tener un amigo tan genial como Agus.- Ay... ¿que voy a hacer sin ti, enana?

Martha: Soy igual de alta que tú -dije riendo.-

Agus: Un poco menos, jaja -apoyé la cabeza en su hombro.-

Martha: Eres muy buen amigo, Agus, nunca te olvidaré.

Agus: Ni yo a vos -vi de reojo como empezaba a llorar él también.-

Martha: Agus... no... no llores tú también, por favor...

Agus: Lo-lo siento...

Martha: No te tienes que disculpar -dije dándole otro fuerte abrazo- llorar es sano... pero triste...

Agus: A veces no. -nunca había visto llorar a Agus y se me cayó el alma a los pies. En ese momento me pareció una persona muy indefensa, y le abracé más fuerte.-

Martha: No se que voy a hacer sin vosotros...

Agus: Te vendremos a ver cuando podamos...

Martha: No, no digas eso, sabes que no es verdad -él me miró interrogante- por mucho que estés convencido de que vendréis a verme, es mentira, porque vuestra vida de famosos no os va a permitir hacer ninguna escapada más, estoy segura. Cuando no estéis trabajando, estaréis con la familia y... bueno, sé que no os voy a ver nunca más, por eso no quiero convencerme de que sí, porque luego la caída será más dura.

Agus: Yo...

Martha: Déjalo... anda, baja con Maxi y así te despejas un poco.

Agus: ¿Por qué no bajas vos conmigo?

Martha: Esa respuesta la sabes sin necesidad de que yo la responda.

Agus: Puedo hablar con Maxi para que hagáis las paces.

Martha: No, eso tiene que venir de él, él es el que tiene que querer que hagamos las paces, Agus. Pero gracias -le sonreí.-

Agus: Bueno, hasta luego -me dio un beso en la mejilla y se fue.-

Me encantaba estar con Agus, era un buen amigo, me lo pasaba genial con él y me trataba como a una hermanita pequeña, eso me gustaba, me hacía sentir más confianza.

Las estrellas no son de campo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora