Capítulo XVII

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Narra Martha:

En el pueblo nos lo pasamos genial. Los chicos compraron postales en el estanco y yo aproveché a comprar cosas para comer. Después, jugamos con un frisbi que nos dejó la chica del supermercado y yo les enseñé a subir por los tejados. Agus casi se cayó desde uno, pero le ayudamos a tiempo.

Antes de que cayese la noche, ya estábamos en casa, no queríamos pasar otra vez el incidente del lobo.

Pasó una semana. Todo era genial, nos lo pasábamos como nunca. Maxi aún no se acostumbraba a trabajar por las mañanas, sin embargo, Agus, si. 

Hicimos muchas fotos e increíblemente, la batería de la cámara seguía intacta. Un par de tardes más, nos acercamos al lago. Era estupendo estar con estos chicos. Yo nunca había conocido a nadie así de mi edad y por eso nunca había sabido lo que era tener amigos hasta ahora. Me lo pasaba súper bien con ellos, era una sensación como procedida de otro mundo.

Durante esa semana, hicimos peleas de todo: huevos, paja, más agua, cerezas, hojas... y un día tuve que contener a Agus ya que les quería poner a Maxi una caca debajo de la almohada.

En fin, resumiendo: Que hubo muchas risas y momentos que nunca olvidaría.

También me enteré de muchas cosas que no sabía. Su duo, MyA, estaría de gira en 2019. Iban a sacar un nuevo disco...
Eran tan famosos que las fans los perseguían por la calle para pedirles fotos y autógrafos.

Ahora, yo estaba recogiendo cerezas. Los chicos estarían haciendo sus tareas de cada mañana. El domingo les había dejado descansar, pero hoy era martes.

Cuando acabé de llenar la cesta, me dirigí a mi casa.

Atravesé los árboles y, a medida que me acercaba, se oía una música. Me oculté tras la primera fila de árboles que daban a la vivienda. Asomé la cabeza de detrás de un tronco.
E

n el porche estaban ellos, cantando. Era una canción preciosa. 

Sentados sobre las escaleras, Maxi tocaba una guitarra y, junto con Agus, usaban sus magníficas voces para componer una perfecta melodía. Vaya. Nunca les había oído cantar, aún a sabiendas de que era a eso a lo que se dedicaban.

Me quedé tras el árbol, terminando de escucharles. Era una música que te transportaba a otro mundo. Algo que merecía la pena oír, y yo no era quien para romper esa sincronía de voces.
Cuando acabaron, yo salí de mi escondite. Me miraron.


Martha: Vaya... no tengo palabras, sois...habéis... tenéis un talento -ellos rieron- ¿De dónde has sacado la guitarra? -le pregunté a Agus-


Agus: Ah, estaba en el coche. No me había acordado hasta ahora de que estaba allí. Siempre la llevamos a todas partes. -me miró- ¿Te ha gustado la canción?


Martha: Es perfecta, me ha encantado.

Maxi: Se llama A Escondidas.

Agus: ¿Tú sabes cantar?

Martha: Bueno... hace unos años cantaba con mi padre. Desde que murió no he vuelto a decir ni una sola nota.

Maxi: Pues ya es hora, ¿no?

Martha: No sé... ni si quiera sé como se me dará ahora. Igual tengo una voz que pudre las flores.

Maxi: A mi me gusta tu voz.

Martha: Digo cantando. -los dos rieron.-

Agus: Venga, no será para tanto. -finalmente cedí y me senté con ellos en las escaleras.-

Martha: ¿Me dejas probar una cosa? -le pregunté a Maxi refiriéndome a la guitarra. Él asintió y me la dejó. Hacía muchísimo que no tocaba la guitarra y no estaba segura de poder acordarme.-

Mis dedos tocaron algunas notas, vacilantes, pero enseguida cogí soltura. Empecé a tocar una canción y,  con algo de vergüenza, mis labios se abrieron para cantar la primera estrofa. Poco a poco, sentía más confianza de mí misma ya que mi voz resultaba tan espantosa como creí en un principio.

Acabé la canción suavemente. Los dos se quedaron con la boca abierta.

Agus: Vaya...es...preciosa. ¿Como se llama?


Martha: No tiene nombre -bajé la mirada- mi padre se la escribió a mi madre cuando eran jóvenes y empezaron a salir. Luego él me la enseñó a mí.

Maxi: Cantas genial y tocas la guitarra casi tan bien como nosotros -se rió. Yo no. Pensaba en mis padres.-

Martha: No es para tanto -una lágrima recorrió mi mejilla. Me levanté deprisa y entré corriendo en casa. Pero para ellos no había pasado desapercibido el hecho de que estuviese llorando.-

Las estrellas no son de campo Onde as histórias ganham vida. Descobre agora