Capítulo XXI

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Narra Martha:

Por la mañana, a pesar de que hacía bastante calor, también soplaba algo de viento. Como no quería despeinarme demasiado, me puse un sombrero de paja.

Los chicos tardaron muy poco en ponerse a trabajar. Se notaba que me querían hacer un poco la pelota, para que no les hiciese esperar mucho con mi siguiente sorpresa.

Como yo también me aburría bastante, nada más terminar de comer, les llevé de nuevo al bosque. Esta vez a una ladera inclinada. Era bastante llana, sin piedras y con algún que otro árbol de por medio.

Me fui hasta un arbusto grande y saqué un trineo de madera, que había hecho yo misma. Era lo suficientemente espacioso para que, como yo quería, entrasen seis personas.

Los chicos se quedaron algo extrañados al verme con eso.

Martha: ¿Alguna vez habéis montado en trineo? -Maxi negó con la cabeza excepto Agus-

Agus: A mi me llevaron de pequeño a esquiar, pero me daba miedo y me dediqué a tirarme en trineo -dijo sonriente.-

Martha: Bueno, pues eso es justo lo que vamos a hacer hoy. Montar en trineo.

Maxi: ¿Sin nieve?

Martha: Claro, ¿Tu ves nieve por aquí? Porque yo no -sonreí con malicia- si os da miedo quiero que sepais que no os pasara nada a menos que saquéis una pierna o algo para tocar el suelo y cosas de esas. Yo montaré con vosotros, para guiar el trineo, porque ya os veo dandoos una ostia monumental contra un árbol si vais solos. -los dos rieron.- primero montaré con vosotros uno a uno, para que sea menos peligroso. Luego, iremos todos juntos. Qué, ¿Hay huevos?

Maxi: ¡No! Otra vez con las gallinas no por dios, que casi me matan.

Martha: No digo eso tonto -dije riendome- dijo que si os atrevéis.

Maxi: ¡Ah! Si, si. No hay problema -dijo ruborizándose mientras Agus se reía como niño.-

Martha: bien, ¿quien quiere ser el primero? -Agus levantó la mano, impaciente- Muy bien, vamos. -andamos hasta el principio de la ladera. Puse el trineo en el suelo y me subí. Cogí la cuerda que lo dirigía y Agus se sentó detrás.-

Martha: ¿Listo, Agus? -el asintió, sujetándose a mis hombros. Con el pie di impulso al trineo y, poco a poco empezó a coger mucha carrerilla. Agus gritaba de diversión, yo guiaba el trineo para no chocarnos contra nada. Fue fantástico. Agus reía y reía y yo no tardé en contagiarme de su risa.-

Llegamos al final y el trineo se paró poco a poco. Agus se levantó de un salto y levanto las dos manos, dando un grito para que Maxi le oyese desde arriba.

Agus: Ah sido... ¡INCREIBLE! ¡¡¡otra vez por favor!!!

Martha: Luego subes otra vez, primero Maxi. -él me abrazó y reimos.-

Tardamos cinco minutos en subir por la ladera para llegar con Maxi, que no sabía si montar.

Maxi: Es que me da algo de miedo, ¿Y si me caigo?

Agus: Venga, ya ¿Acaso yo me caído?

Maxi: No, pero...

Martha: Ni peros ni leches, vamos. -dije sonriendo. Le cogí de la muñeca y le llevé al trineo.-

Me senté delante. Maxi detrás.

Maxi: Tengo miedo...

Martha: Sujetate a mí, a si no te caeras. -Maxi me cogió de la cintura. En ese momento me recorrió una cálida sensación por dentro. Agus me había cogido de los hombros. Maxi, no. Sonreí. Me gustaba que me cogiese de la cintura, me sentía protegida.- ¡Vamos! -di impulso y el trineo salió ladera abajo. Maxi gritaba mucho, al principio de miedo, pero luego de diversión.-

Llegamos al final, los dos teníamos una sonrisa en la cara. Nos abrazamos. Me sentí bien.
No se porque, últimamente, cuando estaba con Maxi, me sentía muy bien, como si mi vida fuese plena. Pero no podía estar enamorada de él. No, no, eso es imposible. Simplemente... me caía bien, eso es todo... creo.

Estuvimos toda la tarde tirándonos del trineo. Unas veces con uno, otra con otro, algunas todos juntos. Fue una tarde digna de recordar. Me lo pasé realmente bien. Esos chicos empezaban a significar mucho para mí, casi como hermanos. Nunca me había divertido tanto como ahora.

Las estrellas no son de campo Where stories live. Discover now