Capítulo VI

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Narrador anónimo:

Martha abrió la puerta de la habitación de golpe, entró con paso decidido. Ya se había vestido con unas mayas piratas negras, una camisa larga a cuadros rojos y blancos y unas botas negras. Su pelo era liso y largo, de color castaño oscuro con mechas rubias en las puntas. Siempre llevaba en el pelo un pañuelo de esos pequeños que se colocan en el pelo a modo de cinta.
Cruzó la estancia y subió la persiana de un golpe. Los rayos de sol dieron a los dos chicos en plena cara.

Martha: ¡Arriba, arriba! Hay muchas cosas que hacer y vamos a aprovechar el día.

Maxi: ¿Que hora es?. -dijo con voz ronca-

Martha: Las siete y media.

Maxi: Vete a la mierda.

Martha: Eso es lo que quiero, hay que limpiar la caseta de Mulán, mi vaca. Y vosotros tenéis que hacer unos trabajillos que os voy a pedir. -Maxi se tapó la cabeza con la almohada.-

La muchacha, al darse cuenta de que nadie le hacía caso fue por las camas quitándoles las mantas.

Martha: Si no os levantáis os traeré las cacas de Aquiles a la cama, y lo digo enserio. -los dos se incorporaron.-

Agus: Vale, vale, nos levantamos -ella sonrió orgullosa.-

Martha:  Perfecto, os doy quince minutos, si no estáis abajo en ese tiempo subiré de propio y entraré sin llamar a la puerta, me dará igual ver cosas que no debería ver, eso es problema vuestro. -y salió de la habitación.-

Los dos se empezaron a vestir.
Martha bajó y cogió de la nevera una botella de leche. En una hoya la vertió por la mitad y encendió un fuego para calentarla. Después, llenó tres vasos y, junto con un bote de ColaCao, otro de café y otro de azúcar, los dejó encima de la mesa de la cocina.
Justo cuando iba a subir a avisar a los chicos, estos bajaron por las escaleras, con unas caras de sueño a más no poder.

Agus: ¿Dónde está el baño? Luego iré a cepillarme los dientes.

Martha: Es la puerta que está enfrente de vuestra habitación. En la mesa tenéis el desayuno. -los dos se dirigieron hacia allí.-

Maxi: ¿Solo un poco de leche?

Martha: Haber bajado y haberte preparado tú el desayuno, Jack.

Maxi: Y dale, que me llamo Maxi.

Martha: Eso. -se sentaron los dos-

Agus: ¿Y porque nos levantamos tan pronto?

Martha: Porque el día hay que aprovecharlo, la mañana no se puede tirar durmiendo hasta la una del mediodía, se pueden hacer muchísimas cosas si te acostumbras a madrugar.

Agus: ¿Pero hace falta madrugar tanto?

Martha: Ala, no seáis nenazas, vamos a hacer muchas cosas, nos lo pasaremos bien.

Maxi: Oh, si, que bien me lo paso. -Miriam le sacó la lengua.-

Martha: Anda, cállate gorrilla. -tardaron unos diez minutos en acabar de desayunar.- Bueno, subir a vestiros, asearos y hacer lo que queráis, pero os doy media hora, os espero fuera, en la parte de delante de la casa. -se levantó de la mesa y se dirigió allí.-

Tardaron un poco más de media hora en llegar a la entrada. Agus bostezó.

Martha: Muy bien, vamos a hacer cada uno una cosa ¿Vale? -los demás asintieron- ¿Alguno de vosotros sabe pescar?

Agus: Yo sé, de pequeño iba con mi padre.

Martha: Uy, que bien me vienes. Ahora te llevaré al río y te pones a pescar, ¿si? -asintieron- Jack, tu irás a coger los huevos de las gallinas.

Maxi: Maxi, ME... LLAMO... MAXI!

Martha: Jolín, pues eso Maxi. -miró a los demás- ¡En marcha! esperar aquí un momento. -Martha entró en la casa y cinco minutos después salió con un maletín, una caña de pescar y una cesta de mimbre. A Agus le dio la caña y el maletín, que contenía los anzuelos y los gusanos. A Maxi le dió una cesta. Ella se colgó una bolsa de tela al hombro.

Martha: Vamonos. -les guió por un camino. Al poco rato se pararon porque llegaron a un corral bastante grande, las gallinas correteaban dentro. Al fondo había unas casitas pequeñas de madera.- Mira gorrilla, en esas casetas de allí las gallinas incuban los huevos. De cada nido tienes que cogerlos todos pero solo dejar uno ¿Vale?

Maxi: Está bien. -Maxi entró en el corral.-

Martha: Si sales, acuerdate de cerrar bien la puerta, que como se salgan las gallinas las vas a buscar de propio por todo el bosque.

Maxi: Que sí, ya lo pillo. -Martha sonrió.-

Martha: Muy bien -siguieron andando y, al final del camino, llegaron a un río muy bonito.-

Martha: Si lo seguís hasta el final, acaba en un lago precioso, allí hay muchos peces, pero cuidado no te caigas y acuerdate de el camino ¿Vale?

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Martha: Si lo seguís hasta el final, acaba en un lago precioso, allí hay muchos peces, pero cuidado no te caigas y acuerdate de el camino ¿Vale?

Agus: Wow, esto es precioso.

Martha: Me alegro de que te guste. Bueno, yo voy a coger setas cerca de donde está el gallinero, es el único sitio del bosquedonde crecen robellones. Luego nos vemos. -Agus se encaminó al lago del final del río y Martha fue a coger las setas que planeaba hacer para comer.-

Las estrellas no son de campo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora