CAPÍTULO OCHO

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—¿Definido? —frunzo mis cejas—. ¿Qué está definido?

—Que reprobaré, Carla —dice, frustrada.

—No puede ser... Lo lamento tanto.

Al instante me acerco a ella para abrazarla. En verdad me duele que Lara repruebe, eso solo será un gran atraso para ella a nivel académico, y yo tenía las esperanzas de que esto no pasara.

Lara me devuelve el abrazo y segundos después, sorpresivamente, escucho que se le escapa una leve risa, lo cual hace que arrugue mi entrecejo. La separo de mí, analizándola con confusión y mis ojos entornados para más detalle, mientras de la nada ella vuelve a reír, y está vez lo hace abiertamente.

—¿Qué es lo gracioso en perder un examen? —cuestiono, porque no tiene lógica lo que está pasando.

—¡Que no lo perdí! —me responde todavía muerta de la risa—. ¡Solo estaba jugando contigo!

—¡Te odio tanto!, ¿Por qué me haces esto? —la reprocho, mirándola mal—. De verdad me había preocupado, Lara, no es justo.

—Solo fue una bromita, y sabes que no puedes odiarme —me mira coqueta y todavía algo risueña.

Mi temperamento es serio, y me dispongo a ignorar lo que dice.

—Vamos por un café, ¿Sí? —sugiere Lara, sonriendo, al notar que en serio planeo enojarme para llamar mi atención y evitar que eso pase—. Yo invito.

Ella sabe que amo el café, es por eso por lo que me invita a tomarlo, aparte de ser una forma de disculpa por su preciada "bromita". Lara sabe que no rechazaré la oferta a un delicioso café, y más que todo si es gratis.

—Está bien —acepto con falsa seriedad—. Pero iremos a Starbucks.

Ella me sonríe al instante, y manteniendo mi porte serio, me subo al vehículo junto con ella, para emprender marcha a nuestro destino. Por fortuna las calles estaban solas, y al ser así, llegamos en cuestión de minutos a Starbucks.

Al entrar al almacén nos disponemos a hacer la fila. El lugar no está tan lleno, los lunes no suele ser así.

De forma rápida llega nuestro turno de pedir. Lara se decide por un Caramel Macchiato y yo me pido un delicioso Mocha Frappuccino. No nos toco que esperar mucho, en un instante los tienen listos y nos hacen entrega de estos, para seguidamente pagar la orden, buscar una mesa y encontrar no muy a lo lejos en dónde ubicarnos, quedando así cada una frente a la otra.

—De verdad me lo había creído —le digo mientras tomo un sorbo por la pajilla de mi café.

—Soy buena actriz —se halaga a ella misma con un leve levantamiento de hombros.

—Ya lo creo.

Lara toma de su bebida y su rostro opta en cuestión de segundos una expresión pensativa, minutos después, de la nada, se sobresalta de su asiento, me mira directo a los ojos y pasa a hacerme una propuesta.

—¡Organicemos una fiesta!

—¿Una fiesta? —sopesé, inquietante—. ¿Por qué quieres organizar una fiesta?

—Por nuestra graduación, tontita —me aclara, emocionada.

Mientras planeaba en darle una respuesta, me desconcentro totalmente. Mis ojos se fijan en un punto en específico. En una de las mesas que están detrás de Lara se encuentra una de las personas que no esperaba ver en este lugar, o por lo menos, que no esperaba ver ahora.

Nicolás.

Él está con una chica en una de las mesas del café, se ve como si estuvieran en algún tipo de cita, y lo digo porque la chica se está riendo en este mismo instante de algo que dijo Nicolás, mientras esta deja una de sus manos sobre la de él.

No Soy Esa ChicaKde žijí příběhy. Začni objevovat