Capítulo 4 🚲

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Narra Tom

Mudarse a una nueva ciudad es una mierda.

Vivía en Chicago, teniendo una vida casi perfecta, junto a Hanna, mi madre. Siempre hemos sido ella y yo contra el mundo.

Papá es un desgraciado que se marchó cuándo tenía ocho meses. Desde entonces mamá ha hecho malabares para salir adelante. Cuando cumplí dieciséis trabajaba en un restaurant, no ganaba mucho pero servía.

Todo cambió cuándo hace unas semanas nos embargaron el departamento. Nos vimos obligados a mudarnos con la tía Helen, la cual vive en Philadelphia.

Por suerte estoy en último año, no tendré que hacer amigos, ya que, Eric, mi primo está en el mismo instituto al que iré.

Anoche mientras recorría la ciudad una imprudente chica chocó mi preciada bicicleta. Debo decir que era linda, pero eso no cambia que me estropeara mi medio de transporte. Para mi suerte me dio 200 dólares. Suficientes para comprar una nueva.

— ¿Cuál desea llevar? —pregunta el señor de la tienda.

Miro a todas las candidatas, pero hay una que llama mi atención.

—La negra —indico.

— ¿Negra?, primo ese color no es tu favorito.

La voz de Eric ataca mis tímpanos, siempre tan molesto. A todos les dije que me habían robado la otra, por suerte se lo creyeron.

—Es simple, no quiero que me la roben, el negro no es tan llamativo como el verde —explico sin darle más importancia.

El señor asiente, hace todos los papeleos, le dije que me iría en ella, así que no necesitó empaquetarla.

— ¡Guau! —exclama Eric.

— ¿Qué? —pregunto cuando ya salimos de local.

Caminamos por las veredas, con las bicicletas al lado

— ¡No puede ser!, hoy corre Dog y Dragon —grita emocionado mientras me muestra su teléfono.

Veo ambos vehículos rojos de frente. Noto a un hombre mayor algo calvo, su nombre debe ser Dragon, porque está al lado de la descripción. El otro se ve más joven, tiene el cabello ondulado, debe ser el tal Dog.

— ¿Qué pasa con eso? —pregunto sin ganas.

No me interesa una carrera de tipos consumidos por el ego.

—Es una de las carreras más importantes que se hará, pues hace unos años Dog destronó a Dragon, desde entonces ha crecido una rivalidad entre ambos.

—No me digas que quieres ir —dejo un bufido.

—Obvio, no me lo perdería y tú irás conmigo.

— ¿Qué? No.

— ¡Oh vamos!, tienes casi dieciocho y no sabes nada del mundo. Tom vive, la juventud no vuelve, deja de ser tan perfecto y sal a divertirte una vez. No seas aburrido —se queja rodando los ojos.

No soy aburrido, salgo a caminar al parque, juego ajedrez con mamá, veo películas, estudio. No me considero aburrido.

—¡Vamos Tom!, no me digas que tienes miedo.

Lo miro perplejo, me dijo aburrido y ahora me llama cobarde. Le mostraré que no soy un miedoso.

—Bueno iré, solo porque no soy cobarde ni aburrido, que quede bien claro —digo serio.

— ¡Así me gusta! —Eric muestra un rostro que me da un leve susto.

¡¿En qué me metí?!

— ¿A qué hora es todo esa porquería? —pregunto cuando nos subimos a las bicicletas para pedalear a casa de tía Helen.

—A media noche, tenemos unas horas para cambiarnos. Le diremos a mamá que saldremos a una fiesta.

— ¿Qué?, ni loco, mamá no me dejará ir.

— ¡Ay Tom!, si lo hará, confía en su sobrino así que dejará a su pequeño ir a ser cosas malas a escondidas —Eric sube y baja las cejas.

Doy un gran suspiro, sin decir más vamos a casa.

Me colocaré una vestimenta adecuada, una polera blanca con el logo de la NASA, mis cómodos jeans. No quiero arreglarme si voy a algo que no me llama la atención.

— ¿Listo Tom? —pregunta Eric asomando su cabeza por la puerta.

Ruedo los ojos y tomo un polar negro, sabe a qué hora me desocuparé.

—Andando —dice emocionado.

Jamás imaginé que a Eric le encantara éste mundo, digo es algo ilegal tanto para los que corren como para los espectadores.

Se me eriza la piel de solo pensar en ser detenido por la policía, no está en mis planes manchar mis papeles, siendo tan joven.

¡Respira Tom!, serán solo unos minutos.

Montamos nuestras bicicletas y vamos rumbo al centro, lugar seleccionado para "la carrera del siglo".

Mientras nos vamos acercando, se siente bullicio, el sonido de autos. Doy un brinco cuándo un vehículo pasa por mi lado, mi corazón se acelera un poco.

— ¡Que miedoso Tom! —exclama Eric riéndose.

Lo miro con odio y él se sigue carcajeando.

— ¡Observa!, allá está Dragon —Eric golpea mi brazo con fuerza, me quejo.

Veo al auto estacionado y a mucha gente eufórica. Lentamente nos acercamos.

— ¡Mira allá! —grita mi primo dejándome sordo.

Cambio de dirección y otro auto se viene acercando, todos los reunidos con el tal Dragon se giran y gritan a más no poder.

¡Qué locos!

—Ese es el Rey Dog, haciendo una limpia entrada —susurra Eric en mi oído.

El hombre baja serio, puedo jurar que con esa mirada está ahorcando a su oponente.

— ¡Oh y más atrás viene la Reina! —exclama.

Miro a un auto azul, veo que es Hyundai. Se estaciona un poco más lejos. Baja una chica que raramente se me hace familiar.

—Ella es Géminis, una leyenda viva, ha sido una de las primeras en ascender tan rápido al trono —explica Eric.

Al asomarse más a la luz reconozco ese cabello negro ondulado como un espiral.

¡La chica choca bicicletas!

Pero su nombre no era Géminis, sino Gema.

— ¿Cómo dijiste que se llama? — interrogo a Eric, me mira confundido.

—Te digo de inmediato que esa chica está ocupada, es la novia, bueno era la novia de Dog, antes de que él se fuera.

Nose porqué me quedo serio, inexpresivo.

Eric me toma del brazo y nos acercamos para escuchar. Al llegar quedo en una perfecta posición para que ella me reconozca y lo hace, porque mira hacia nuestra posición, se sorprende pero después relaja su expresión y me sonríe.

Dog la aprieta fuerte hacia él, ella corresponde y lo abraza. No entiendo porqué esa situación me molesta, como una espina en el pié.

MI CHICO BUENOWhere stories live. Discover now