Capítulo 4.

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Justin brincó hacia el mueble y agarró el celular. Había olvidado llamarle a Bryan, su socio y también tal vez su único amigo, quien le había conseguido la oferta de trabajo. Gracias a su recomendación, Justin había dado otro paso más en su carrera. Bryan sabía que Justin era muy bueno en lo que hacía.

  —Justin —le contestó al los dos timbres. La voz de Bryan aunque fuera un tanto aguda, había conseguido varios tratos que eran para su propio beneficio—. Amigo, ¿cómo estás?

  —Bien —omitió la parte en la que casi se rompe el píe por su culpa—. ¿Para qué me llamaste?

  —¿Lo has olvidado? —repuso—. Si, me lo imaginaba. Hoy es día de reunión.

  Justin cerró los ojos con frustración. Las reuniones con Bryan y su esposa significaban solo una cosa: hacerlo sentir más solo que nunca, aunque aquello no lo admitía en voz alta, solo se limitaba a saludar a la esposa de su socia con educación y tratar de pasar unas horas con ellos dos sin sentirse excluido. Aunque Bryan era uno de las pocas personas que sabían de Shay, le molestaba que su amigo si hubiera podido casarse con Amanda y encontrado en ella lo que Justin esperaba tener con Shay.

  —Es en tu casa —prosiguió—. Nos vemos en una hora amigo. Adiós.

  A Justin le agradaba Bryan. Al igual que él, Bryan se había mudado a San Antonio justo después que Justin. Era un buen socio. Era bastante inteligente y gracias a él, su negocio iba creciendo notoriamente. Sobretodo, era el único amigo que él había tenido a lo largo de su vida. Pero lo más incómodo para Justin, era su esposa, Amanda, ella y Shay eran muy buenas amigas. Todos los jueves ellas salían por unas copas, mientras que Bryan y Justin se quedaban en su hogar bebiendo cervezas mientras veían los partidos de fútbol americano. Y aunque Amanda nunca se lo decía en la cara, Justin sabía que ella sentía tristeza y lástima por él. Aquello lo hacía enojar, no necesitaba eso de nadie.

  Después de una hora, Justin sudaba sin hacer ningún esfuerzo. Solamente estar más de 10 minutos afuera provocaba aquello. Una bocina se escuchó afuera de su casa. Cojeaba con dificultad hacia la puerta, vio a Bryan y Amanda afuera, junto con otras dos personas que él no conocía y abrió.

  —¡Justin! —dijo Amanda mientras veía el dedo vendado. Su preocupación era tan falsa como ella—. ¿Qué te ha pasado?

  —Es culpa de tu marido. Su llamada hizo que se me la pesa cayera en mi píe —se hizo a un lado y los dejó pasar—. Bienvenidos.

  Bryan pasó. Mordiéndose el labio, tratando de no reír.

  —Ni se te ocurra —dijo entre dientes Justin al ver su expresión.

  —Siempre supe que eras torpe —le dio una palmada—. Él es mi primo Jared y su esposa Melissa —señaló a las dos personas que seguían plantadas en el umbral—. Los invité, ¿está bien?

  —Claro, claro —asintió—. Pasen.

  Genial más esposas, pensó mientras caminaba hacia su terraza. Ben se acercó a su oído, como si lo que le fuera decir fuera algo que nadie mas pudiera escuchar.

  —¿La mujer de enfrente es tu vecina? —le preguntó con cierta emoción en su voz.

  —¿Hablas de ______? —le preguntó frunciendo el ceño.

  Bryan alzó las cejas y se separó de él. Hubo algo en él que no le gustó, fue el tono que su amigo había utilizado para referirse a ______.

  —Con que así se llama. ¿Quién lo diría? Justin vuelve a hablar con mujeres –dijo en voz alta, pero por suerte, nadie lo escuchó mas que él.

  Justin se aguantó las ganas de darle un golpe. Era la primera vez que Bryan bromeaba sobre como Justin se había cerrado emocionalmente desde que Shay lo dejó y no le había gustado para nada.

  —Invítala —prosiguió—. Me gustaría conocer a la mujer que te tiene encantado.

  —¡No me tiene encantado! —dijo con cierto pánico en su voz—. Y no la voy a invitar. Además, ¿no ves mi dedo? No puedo caminar. —finalizó, tratando que aquello hiciera cambiar de opinión a su amigo.

  —Lo harás si no quieres que les diga a todos lo que hiciste la primavera pasada.

  Justin lo miró sorprendido. Lo que hizo era para avergonzarse de sí mismo y Bryan lo había visto. Le hizo jurar que nunca le diría a nadie, ni siquiera su esposa.

  —No lo harías —le dijo, entornando los ojos.

  —Invítala y verás que no.

  Bryan hablaba en serio.

  —Bien —dijo rechinando los dientes—. Ya sabes dónde encontrar las cervezas.

  Se giró y cojeó hacia la puerta de su vecina. Se dijo varias veces que si a la primera decía que no, se giraría y volvería a su hogar. Pero por otro lado, Justin se dio cuenta que quería enmendar las cosas con ______ y sabía que era porque ella le había ayudado de una manera que a él le había encantado.

  —¿Justin? —le dijo con una sorpresa en sus ojos al abrirle la puerta. Tenía un vestido negro que la hacia ver despampanante ante sus ojos—. ¿Qué pasa? ¿Es tu píe?

  A Justin le gustó el matiz de preocupación que se formó en su voz y de nuevo sintió aquel agradecimiento hacia ella.

  —No. Mira, esta es la cosa, tengo una reunión con unos amigos y sus esposas —se rascó la nuca y vio como ____ lo miraba paciente y serena—. ¿Quieres venir? Hay cerveza y comida.

  —No tomo cerveza.

  Justin pasó su peso hacia su otra pierna y _____ quiso reír ante el nerviosismo de él.

  —Pero la comida me parece bien —finalizó—. Aguarda un segundo, ¡si quieres pasa! —le gritó desde el interior y subió las escaleras.

  Entró al cuarto de Oliver y se sentó en su cama. Vio que veía la misma caricatura de siempre. Acarició su frente.

  —Oliver, ¿tienes hambre?

  —Comí algo con mi abuelo.

  —Bien. ¿Estarás bien si te dejo sólo unas horas? O quieres acompañarme.

  Oliver la miró a los ojos y sacudió la cabeza.

  —Estoy bien, mami.

  A ____ no le gustaba dejarlo solo. Era sábado y se suponía que debía estar con él como de costumbre. Pero, ¿cómo podía resistirse a su vecino? Había venido hasta su puerta, con su dedo lastimado y la había invitado a su hogar por primera vez y aunque se dijo que no volvería a entablar conversación con él, ella mentía. Le gustaba su vecino.

  —Te quiero —le dijo, definiendo en aquellas palabras el perdón por dejarlo solo. Oliver nunca se ha enojado con ella, ______ sabía que su hijo podía pasarse el día entero viendo sus caricaturas.

  —Yo también mamá

  –Oliver, si quieres algo no dudes en cruzar la calle, ahí estaré. Pero con cuidado, tienes que fijarte que no venga un auto, ¿entendido?

  Sin que ella se lo pidiera, Oliver se puso de rodillas, le besó la mejilla y asintió con la cabeza, accediendo a su orden. _____ lo quería tanto. Bajo las escaleras y se encontró a Justin en la ventana viendo hacia el jardín.

  —Justin —lo llamó y sus ojos se clavaron en ella—. ¿Vamos?

  —Tienes suerte, tu casa tiene alberca —le dijo mientras caminaba chueco.

  —No la uso mucho —se encogió de hombros—. ¿Quieres ayuda?

  —No. Me he lastimado peor —se puso a su lado.

  —¿Quieres que te revise el pie mañana?

  Justin la miró y de nuevo se dio cuenta lo bonita que era su vecina, aquel vestido fue hecho para que únicamente ella lo usara.

  Y ahí estaba, la ayuda que ella le daba sin que él se lo pidiera.

  —Te lo agradecería. Por cierto, lindo hogar.

The Neighbor [j.b.]Место, где живут истории. Откройте их для себя