Capitulo 2.

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Después de que _____ terminara de estar con Oliver, regresó a la cocina con ese brillo en los ojos que tenía cada vez que veía a su vecino haciendo ejercicios. Y al verlo sin camisa levantando aquellas pesas, que _____ en su vida levantaría, le hizo pensar que era momento de agarrarse las pantaletas y hablarle a aquél hombre. Durante toda su vida, ella se había caracterizado por ser alguien tímida y reservada si se trataba de conocer a nuevas personas.

  Sabía como hacerlo. Galletas. Le iba a preparar sus famosas galletas con chispas de chocolate. En cada Navidad, _____ las preparaba, haciendo que toda su familia se maravillara al momento de probarlas. No estaban tan mal, dado que su tía Lucía siempre le pedía la receta, a lo que _____ siempre se negaba ya que la receta se la había dado su madre antes de morir. Y con una sonrisa melancólica se dispuso a hacerlas.

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Con una toalla alrededor de su cintura, Justin salió de la ducha hacia su cuarto. Hoy no trabajaba, así que se puso unos shorts deportivos y una playera de mangas color negra. No era que él saliera mucho, solo que no conocía para nada San Antonio, solamente sabía la ruta que debía tomar para ir a su trabajo y eso es todo. El supermercado estaba en la esquina de la salida de su vecindario, así que no se rebanaba los sesos para encontrar algún lugar en dónde comprar su comida. Se sentó en su sillón y comenzó a ver un partido de fútbol americano.

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______ salió con la respiración agitada de su casa. Sus galletas seguían calientes y la verdad es que se felicitaba mentalmente. Se veían deliciosas.

  Caminó por el asfalto y se plantó enfrente de la puerta de su vecino, tratando de controlar sus manos temblorosas. Con una bocanada de aire, alargó la mano y tocó el timbre. Esperó y unos diez segundos después, tenía a su vecino enfrente de ella, con aquella playera deportiva, que resaltaba los músculos de sus brazos y sus pectorales. Le sonrió con amabilidad, aunque temblorosa. Su vecino la veía con el ceño fruncido, no le decía ninguna palabra y aquello le dio a entender a _____ que ella debía comenzar la conversación. Maldita sea, pensó.

  —¡Hola! Soy _____, tu vecina de enfrente. Nunca tuve la oportunidad de darte la bienvenida —alargó el plato hacia el y su vecino lo vio con ojos fríos y sin expresión—. Te hice galletas. Debo decir que son deliciosas.

  Trató de hacerle un guiño que seguramente le había salido fatal. Justin se sintió desconcertado al ver plantada a aquella mujer de cabello castaño largo brilloso enfrente de él. ¿Galletas? Él no comía galletas. Iba a abrir la boca para decirle que se fuera de aquí y que no quería sus malditas galletas. No pudo, su vecina llamada, de la cual no recordaba su nombre, entró con toda la libertad del mundo al interior de su casa. Se quedó con la boca abierta mientras la veía caminar hacia su cocina y poner el plato lleno de galletas en la encimera. ¿Quién le dio el permiso de entrar?

  —Lindo hogar —dijo _____. El interior era incluso mejor que el exterior. Era más grande que su casa y más ordenado. Aunque aún no podía creer cómo había sido capaz de entrar sin ser invitada al hogar de un desconocido—. Bien, si necesitas alguna ayuda, estaría encantada de hacerlo. Llevo toda mi vida viviendo en San Antonio. ¿A qué es bonito?

  Aquella mujer hablaba demasiado para el gusto de Justin. Él no había tenido tiempo de reclamarle ni decirle nada. Sólo se le quedó mirando con el ceño fruncido. Era guapa, debía admitir. Tenía unos ojos verdes alargados, pestañas grandes y su vestido de flores hacía ver sus piernas largas y torneadas. Su boca era ni tan grande ni tan pequeña, pero cuando sonreía de aquella manera, Justin veía los dientes más alineados que había visto jamás. Pero por tan guapa que fuera su vecina, no tenía derecho de meterse a su casa y hablarle como si fuera su amigo de toda la vida. Justin no tenía amigas mujeres. Ya había tenido suficiente con Shay.

  —¿Cómo te llamas? —ella le preguntó, temblando de nervios.

  _____ se sintió aún mas nerviosa al ver como Justin no le decía gracias o su nombre. Sólo se dispuso a verla a través de aquellos ojos mieles que ahora tenía la oportunidad de verlos mas cerca. Su cabello estaba húmedo y caía por su frente. ¡Guapísimo! Pensó mientras lo veía, esperando a que contestara.

  —Justin —su voz hizo estremecer las entrañas de _____. Era más grave y autoritaria que ella imaginó—. Justin Bieber —concluyó, diciendo su apellido.

  —Un gusto, Justin. Bueno, ya sabes, vivo enfrente. Si necesitas ayuda, estoy disponible.

  Le dedicó otra sonrisa, que a Justin desde a primera vez le había parecido linda. Y se regañó al estarla viendo de aquella manera mientras salía de su casa. Justin cerró la puerta a sus espaldas. No se molestó en decirle gracias, no pensaba comerse aquellas galletas. No quería hacer amistades aquí, suficiente tenían con Bryan, su socio. Además, Justin no sabía si su estancia en San Antonio iba a ser permanente y por último, Justin no pensaba en volver a entablar conversación con su vecina habladora.

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Con el aire acelerado, ______ entró y cerró la puerta de su casa, apoyando la cabeza en ella. Justin Bieber. Así se llamaba. Sus ojos, unos ojos que la miraron fríamente y sin expresión, ni un gracias, su vecino no le agradeció por sus galletas. Pero _____ tenía la esperanza que después de que él las probara, el vendría a pedir más, porque aquello era lo que todos hacían después de pedirlas. Esperaba que esta vez no fuera a fallar. Subió las escaleras y fue con Oliver. Abrió la puerta de su habitación y lo vio en su pequeña cama viendo las caricaturas habituales. Se parecía tanto a Kevin.

  Kevin, su ex novio, nunca había querido tener hijos, los niños no le agradaban y cuando supo que estaba embarazada de él, simplemente cambió de un día para otro. No prestaba atención a las necesidades de ______, las necesidades básicas de una mujer embarazada. Hasta que un día no lo encontró después de volver a casa. El muy cobarde se había ido. Todavía recordaba como había llegado ella de hacer la compra semanal que ya se había acostumbrado a hacer. Cuando lo llamó al entrar y no le respondió, no le pareció raro, porque ella creía que estaba en su habitación viendo la televisión. Pero cuando entró, supo que había algo diferente, se sentía... vacío. Con temor, ______ había abierto el closet, encontrando la mitad vacía y tres maletas también se habían desvanecido. ______ lloró por una semana sin parar.

  Pero ahora ella era directora del hospital más prestigiado de San Antonio, con trabajo ella se ganó aquél puesto. Su padre había estado tan orgulloso, había conseguido criar a Oliver ella sola y cuando tuvo el dinero suficiente se compró esta gran casa, dejando a su padre solo con su antiguo hogar, que estaba lleno de recuerdos de su querida madre. Solo que ni la misma _____ se hubiera imaginado que la casa de enfrente la iba a ocupar el hombre más atractivo que ella había visto y aún así cuando la trató tan descortés, _____ tenía las intenciones de entablar amistad con Justin, su guapísimo vecino. Ya tendría tiempo para ello, sólo hoy había sido la presentación formal.

  —Oliver —lo llamó en cuanto entró a la habitación—. ¿Tienes hambre? Tu comida está lista desde hace rato.

  Oliver dirigió los ojos verdes que había heredado de ella y asintió agitadamente.

  —Vamos pues. Que se enfriará tu sopa de pollo —tomó la mano de su hijo. Oliver hizo una mueca, a él no le gustaba aquella comida y _____ lo sabía. Pero era necesario, Oliver tenía problemas de corazón y debía comer lo mejor posible.

  ____ agradecía haber estudiado cardiología. Aparte de ser directora de aquél hospital, operaba a personas con problemas de corazón, aunque no todo el día. Ser directora de aquél lugar ya le quitaba demasiado tiempo por la mañana, por las tardes y la mayor parte del tiempo, por las noches. Y ahora que tenía su merecido descanso de aunque sea un día, _____ lo quería pasar el tiempo necesario con Oliver, viendo sus caricaturas a su lado.

The Neighbor [j.b.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora